Rodrigo
Valencia Q
Especial
para Proclama del Cauca
Teresa Alzate Sanders es poeta
antioqueña, pero vive en Cali oteando vientos en la pura melodía del verbo. Su
último poemario, Pozo del Jaguar (2012), recoge su vasta experiencia de años
por la latitud de la palabra. Comentarla no es fácil; es como asir lo inasible,
dar cuerpo a la etérea sensación de las definiciones, quizá de cierto aforismo
desglosado en versos huidizos. Pocas líneas para cada poema, cinco, cuatro,
tres o dos, encierran el pensamiento que sortea el precipicio del discurso.
Caer por allí es correr el riesgo de hallar el fondo que divaga y trata de
tocar algo. Pocas palabras bastan para desgajar lo sutil, o la totalidad de un
vasto giro de significados, imprecisión que precisa lo intangible: “A través del continuo / poderoso instante,
se revelan / excesos que desangran el / piano, de la hora vertical”. Liba un momento, describe la cortedad sonora.
“¿Quién se alza del naufragio / oropel,
hechizos, a salvar / la base en cunas /
a umbrales de un rojo aire?” Uno quiere captar la línea conductora del
pensamiento, pero la libertad, virtud poética, hace que la ambigüedad
significante se fugue en varias direcciones. “Pasiones / sin freno, querían / confundir el ritual / de tiernos
verdes, / seducción extinta / por caricias de / lluvia al azahar / que lunas /
encendían.” Los versos son líneas para sugerir, nunca para precisar el rostro de la imagen o los sentimientos.
En fin, en estos tres poemas tomados al azar, se oye el eco de toda esta
escritura que, por lo íntimo que se oculta en ella, yo la llamaría “hermética”,
no sólo por su atmósfera críptica, sino porque dirige al alma hacia su propio
terreno laberíntico, en busca de ahondamientos y luces anímicas escondidas
entre líneas.
Leer a Teresa Alzate Sanders (entre
otras cosas Premio Nacional 2001, Imprenta
Departamental, Cali; incluida en la Primera Antología de Poemas por la
Paz “Granos de Arena, auspiciado por la Consejería Presidencial, 1999; invitada
al XIV Simposio de Literatura Internacional de la Universidad de Antioquia;
invitada al IX Encuentro Internacional de Mujeres Poetas, Méjico, 2001) es
llamar al sortilegio; un minimalismo del texto se compenetra maravillosamente con
las veintidós preciosas ilustraciones de nuestro ya ausente artista caucano
Augusto Rivera Garcés, que en feliz hora regalara a la poeta como flor de
amistad; líneas y textos aprisionan el aire, la aparición evanescente de las cosas,
el amor, la fragmentación nubosa del instante, la fugacidad de las formas que
procuran quedarse en nosotros con su huella. Tiempo espiritual que nuestras
culturas arcaicas idealizaron con la figura mítica del jaguar. Rondar al jaguar
es sondear, transitar el mapa perdido en procura de nuestra identidad secreta.
“La selva parece dormir de noche, pero / está enamorando arcanos, cuya sonora /
excelsitud, despunta su aro ardiente”.
La lira de Teresa Alzate Sanders
comienza y termina en ese escrutinio verboso, brújula encantada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario