NELSON
EDUARDO PAZ ANAYA
En Popayán el treinta y uno de marzo tembló durante diez y ocho
segundos, al instante había bomberos por toda la ciudad; en Armenia la
destrucción telúrica convocó bomberos de toda la región; la explosión de la
dinamita del siete de agosto en Cali, tuvo su mayor atención por los bomberos;
los norteamericanos no olvidan el once de septiembre, el recuerdo sagrado de
las Torres Gemelas siempre será el acto heroico de los bomberos entrando a las
estructuras que se derrumbaban.
Correr con voluntad a enfrentar incendios amenazantes, cables
conductores de alta tensión, cilindros de gas como bombas explosivas, muros
enormes desplomándose, avalanchas incontroladas, combustibles inflamables,
gases tóxicos, vientos con llamas en el bosque protector, accidentes de
tránsito, todo un riesgo en el
despliegue por la vida, superado con valor y disciplina en honor al juramento
brindado, incitado por el ulular apremiante de las sirenas en el afán de la emergencia.
Pocas instituciones en el país, generan tanta solidaridad y
respeto, cada estación con la historia de sus Fundadores Románticos; en
Colombia se inició con la del Cuerpo de Bomberos del Estado de Panamá, antes de
su separación, a finales del siglo diez y nueve; y en Bogotá después de tener
que apagar el incendio del claustro de Santo Domingo, con el contenido de
botijuelas traídas de las chicherías populares; en 1950 en Popayán el Capitán
Luis Carlos Barrera y en 1957 en Quilichao el doctor Alfonso Medina Medina.
Ideal nombrarlas a todas, como modesta referencia, pero el riesgo
de olvidar alguna sería imperdonable, igual a tantos bomberos consagrados por
su dedicación y aporte a tan loable tarea, pero ellos están consagrados en el “baño
del agua” y en “la lucha con el fuego”.
Quien no haya requerido un bombero, no ha corrido un riesgo, de
niños los sueños se subían a una maquina extintora y se agarraban del regulador
de una manguera, trepaban por la escalera, rescataban personas asfixiadas, para
darles aire y vida.
La dedicación, la tenacidad y el heroísmo atraen la admiración,
pero el Estado, que funciona empujado por la fuerza de los grupos de presión,
no había dado interés a estas organizaciones de tanta importancia, con
resultados reportados todos los días, en especial en la salvación de vidas
humanas, atención de catástrofes, actividades sociales.
Las Leyes 61 de 1921 y la Ley 12 de 1948, se presentan como
pioneras en mencionar a los Cuerpos de Bomberos, al reconocer su carácter de
instituciones de utilidad pública; el mensaje de sus símbolos, posteriormente
la Ley 322 de 1996, inicia la posibilidad de presupuestar su funcionamiento; ahora
con su fuerte organización nacional, motiva al ministro Germán Vargas Lleras,
desde el Ministerio del Interior, a atender la presencia de los Cuerpos de Bomberos
Voluntarios, como contestación a la sociedad expuesta a diversas calamidades.
El fortalecimiento institucional, de la Ley 1575 de 2012, firmada
por el presidente Juan Manuel Santos Calderón, en reunión nacional de los
Cuerpos de Bomberos, con destacada actuación del Comandante del Cuerpo de
Bomberos de Santander de Quilichao, don Víctor Claros Medina, abre la
preferencia para instalar una Escuela de Instrucción en el Cauca.
Buena oportunidad, por cuanto los aparatos de la modernización, físicos,
químicos, mecánicos, el maltrato a la naturaleza, obligan construir una
asignatura en el proceso educativo, para hacer de la cultura de la prevención
una acción por la vida, del respeto ecológico la sostenibilidad en la relación
del hombre con la naturaleza y de la gestión del riesgo la seguridad para la
sociedad, como han enseñado los Bomberos, en cien años de historia.