Rodrigo Valencia Q
Especial para Proclama del Cauca
R: —Estamos acostumbrados a modelos y paradigmas. Romperlos es instaurar lo original.
D: —Se necesita tiempo para asumir una costumbre nueva.
R: —Pero cuando es descubrimiento, irrumpe como el trueno que ilumina el cielo intempestivamente.
D: —Y los espectadores quedamos perplejos.
R: —Catarsis difícil, extraña, muy rara de obtener en este mundo de trascendentes y sonantes cuestiones. Quizá un ojo entre millones de intentos.
D: —Así es. Es bastante impredecible la subjetividad del arte.
R: —El arte es un fenómeno en remojo. A veces llega el tiempo del asombro.
D: —Como el poema, que nunca está acabado, sólo abandonado.
R: —Se abandonan los poemas para seguir indagando en el vacío que proporcionan las palabras. Un poema es un recinto donde el silencio florece con la claritud esmerada de cierta luz escurridiza.
D: —"Claritud". Esa palabra ya tiene ganado un lugar.
R: —Por ejemplo, puedo decir: Ella vino con su claritud; perdoné mi muerte, crecieron trenzas de doncella en el árbol de la vida...
D: —Yo le hago justicia a esa prosa poética. Vendrá el tiempo en que se le haga más, quién sabe si para entonces seas todavía dueño de tus huesos.
R: —Jajajaja. Siempre somos dueños de los huesos, no de la vida.
D: —Carne, huesos... son metáforas de la vida.
R: —Son trasuntos de la muerte; la vida deja muy atrás toda contingencia de carne.
D: —Usamos las metáforas para romper los límites de la razón.
R: —La misma vida, una metáfora inconclusa. Buscamos las puertas de entrada y de salida, la existencia es diestra en mostrarnos el lado oscuro de las cosas... la muerte.
D: —Yo prefiero pensar la muerte como la luz, quizá eso era lo que "enceguecía" a Goethe en su último suspiro: "luz, más luz...".
R: —Porque Goethe había buscado cierta luz... esperaba cierta luz... Ella debía llegar al final, según su creencia.
D: —Todo creador precisa de la luz para su creación, para sus creaturas.
R: —Toda creencia también proviene de la luz. La luz sale desde el centro; se propaga en infinitas direcciones, alumbra hasta en el cieno y los sitios más inmundos.
D: —La luz también parece una ilusión, ¿por qué tiene que precisar de los ojos para dejarse ver? ¿Por qué se le niega a los ciegos?
R: —Los ciegos ven otras cosas; su oscuridad es una luz que penetra misterios, tal vez. El ocaso prepara el nacimiento del día.
D: —Te contaba la anécdota del compositor Leandro Díaz. Era el único que podía moverse libremente por la casa y encontrar cada cosa cuando de noche se iba la luz.
R: —Un ciego sabe manejar las sombras; son su mundo natural, poblado de experiencias.
D: —Sombra, otro nombre que toma la luz.
R: —Las sombras complican, dan espesor, enriquecen las cosas con su variedad. En el vientre estábamos en la sombra; nacimos de ella, moriremos en ella.
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