FABIO
ARÉVALO ROSERO MD
Se dice que las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan
solo deseos. Ello nos recuerda a un zapatero pobre que se quejaba de su suerte,
refunfuñaba por querer tener mucho, sin hacer mayor esfuerzo. Un buen día un
genio se transformó en indigente y fue a pedirle algo de comer. El zapatero se
enfada argumentando su pobreza de dinero. Ante ello el genio recupera su estado
y le dice que le daría lo que quisiera a cambio de algo. “¿Puedo pedir dinero?”
Dice el zapatero. “Claro que si, a cambio de algo”, replica el genio.
“Pues bien te doy 100 millones de pesos a cambio de tus piernas”.
“¿Para qué quiero yo 100 millones si no voy a poder caminar, bailar, moverme
libremente?", dijo el zapatero. Entonces el genio replicó: "Está
bien, te doy 200 millones, a cambio de tus brazos". El zapatero le
contestó: "¿Para qué quiero 200 millones si no voy a poder comer solo,
trabajar, jugar con mis hijos, etc.?” Entonces el genio le ofreció: "En
ese caso, te puedo dar 1000 millones a cambio de tus ojos". El zapatero
respondió asustado: "¿Para qué me sirven 1000 millones si no voy a poder
ver el amanecer, ni a mi familia y mis amigos, ni las cosas que me
rodean?". Entonces, el genio, le dijo: "Hermano mío, que fortuna
tienes y no te das cuenta. Solo te falta decisión y voluntad para disfrutarla”.
Aparte de la inconmensurable riqueza y facultades que casi siempre
nos acompañan y despreciamos, ello también significa que si tuviésemos la
suficiente voluntad, tendríamos medios suficientes. El querer lo es todo en la
vida. A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad. Y
la felicidad depende de ello. Es la voluntad la que mueve montañas. Einstein,
lo confirmó: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad
y la energía atómica: la voluntad”. Pues quien tiene la voluntad tiene la
fuerza.
Como el caso del zapatero, muchas veces nos quedamos pobres, no
aprovechamos nuestras enormes capacidades, para luego buscar lástima. A tiempo,
es cuestión de hacer esas cosas que nos exigen mucho esfuerzo, ciertas
incomodidades, apelando a la más grande voluntad, pero que entregarán a futuro
ganancias gigantes. Antes de que sea tarde, debemos huir de la zona de confort
que tanto nos agrada (y nos engaña), sin saber del veneno que trae. Para todo
ello se requiere una dosis de grandeza que si bien se puede manifestar en los
grandes momentos, se forma en los instantes cotidianos.
Y como lo aseveró Hermann Hesse: “Cuando alguien que de verdad
necesita algo lo encuentra, no es la casualidad quien se lo procura, sino él
mismo. Su propio deseo y su propia necesidad le conducen a ello”. La fuerza no
está en la capacidad física, sino en una voluntad férrea. Y para matizar
semejante propósito, aquí un poco de “medicina para el alma” en un hermoso
video que nadie debería perderse, nos invita a ser genuinamente felices:
Apostilla: ZONA FELIZ, es nuestro programa
orgullosamente nominado a Premio Nacional de Paz. Reconocimiento a los oyentes
y al espacio de mayor impacto y sintonía en la región, a la altura de las
mejores ofertas radiales internacionales.
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