domingo, 7 de octubre de 2012

NI CON EL PÉTALO DE UNA ROSA


Reinel Gutiérrez

El titulo de este comentario hace alusión a un dicho suficientemente conocido, y que por mucho tiempo mantiene la alerta en lo referente al maltrato a la mujer.

A pesar de ello la violencia ha sido una costumbre y en generaciones pasadas las esposas sobretodo, recibían verdaderas palizas de sus maridos argumentando que ellos tenían derecho a hacerlo.

No se entiende perfectamente porque ellas reciben ataques de parte de quienes supuestamente las aman, las quieren, las desean, y admiran, además de ser la pareja ideal para convivir lo cual se juramenta ante un altar, una notaria, un juzgado, o promesa personal de amor.

"A una mujer ni con el pétalo de una rosa", dice la sentencia social, no promulgada por un juez, el congreso o el presidente, sino como advertencia preventiva, salida de la necesidad de tener protección y defensa en un mundo confuso y conflictivo.

A ellas no se les puede, ni debe tocar, lo cual supone que es porque son puras, amorosas, castas, y santas, llenas de amor, ternura y afecto, donde no anidan los odios, la vanidad, la hipocresía, las envidias, el orgullo, los rencores, los celos ni las infidelidades. Obran bien, son justas, equitativas, cumplidoras, obedientes, serviciales, abnegadas, verdaderas madres, amantes y respetuosas con sus hijos, y allí no cabe el pecado, el delito, o la falta social. Con todo esto se pregunta uno ¿porqué existen las cárceles para mujeres? Debieran extinguirse inmediatamente, porque un carcelazo es una agresión mucho mas violenta, que el leve golpe que se pueda propinar con el pétalo de una rosa.

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