sábado, 14 de julio de 2012

JULIO ARBOLEDA POMBO


Viernes 13 de julio, 2012
De: Mario Pachajoa Burbano

Amigos:

José María Torres Caicedo (1830-1889) Padre del Latinoamericanismo, utiliza las mismas palabras que Julio Arboleda Pombo, el soldado poeta, emplea para describir sus propias riquezas.

José María es escritor, intelectual colombiano, ensayista, crítico literario. Diplomático, Ministro Plenipotenciario de Colombia en Francia, y Reino Unido, miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la de Ciencias Morales y Políticas del Instituto de Francia. Vivió muchos años en Europa.

Cordialmente,

***

Ensayos biográficos y de crítica literaria.

JULIO ARBOLEDA

Por: José María Torres Caicedo

De 1848 a l850, los días corrieron serenos y tranquilos para Arboleda, quien dividía su tiempo entre el estudio, el trabajo de obras importantes, la educación de sus hijos, y el manejo de sus cuantiosos intereses. Es increíble la actividad que entonces desplegó. Tan atinado anduvo en todas sus transacciones, sus cálculos fueron tan exactos, tan bien concebidas las medidas que tomó para el arreglo de sus negocios, que en 1850 estos se hallaban en un brillante estado. Con este motivo, Arboleda escribía, con fecha 2 de diciembre de aquel año, a uno de sus amigos de Londres lo que sigue:

"La fortuna me ha favorecido últimamente con una de sus más graciosas sonrisas (Fortune has of late smiled on me most graciously): mis negocios, en general, no sólo han marchado notablemente bien, sino que mis tierras tienen una cantidad tan enorme de excelente quina, que por muchos años podré exportar dos mil zurrones anuales. Tengo un contrato por tres mil, que estoy seguro de entregar en estos doce meses. La exportación me costará bien poco, pues tengo más de quinientas mulas desocupadas, y con el ejercicio de conducir mis tercios hasta el puerto, ganarán en vigor y en valor".

Con fecha 17 del mismo mes, escribía a otro de sus amigos de Londres lo que sigue: —"La quina en mis tierras parece inagotable. He tomado todas las providencias del caso para impedir su destrucción; y solo exportaré a razón de mil cargas por año".

"A los veinte años vendré a cortar los últimos árboles, y ya los primeros habrán crecido de nuevo. Parece que hay quina en toda la cordillera, y en grande abundancia; de modo que no faltará trabajo lucrativo para nadie".

"Ahora puede ser que tengamos industria, y con ella — paz, caminos y felicidad. ¡Mire Ud. qué cosas hace la Providencia! Los montes en que abunda la quina serán la California de la Nueva Granada. Si mis negocios continúan como van, me tendrá Ud. por allá, con el objeto de ensayar si, apoyado en mi capital, puedo lograr la formación de una compañía, que cruce este país de magníficos caminos".

"Esto es lo que nos falta : los medios de transporte son tan dispendiosos ahora, que la fabulosa fertilidad de nuestra tierra está como muerta para nosotros y para el mundo; pero con caminos, aunque se acaben ó se desacrediten las quinas, quedaremos ricos con lo que ellas hayan producido; y estas provincias, con vías fáciles para ponerse en contacto con el Pacífico, serán el emporio de la América occidental".

"Yo estoy resuelto a asegurar mi capital, promoviendo, por cuantos medios estén a mi alcance, con la prosperidad general la mía propia. Así, mis hijos tendrán un rico patrimonio en el valor de mis bienes, que subirá a la par con el de todas las propiedades de mis compatriotas. La industria asegurará la paz; y mis hijos recibirán una herencia más rica que la de los bienes materiales; una patria que podrán nombrar sin pesar y sin vergüenza. Lo único que me asusta, es la exacerbación de las pasiones políticas y cierta falta de tino en el gobierno".

Estos detalles podrán, acaso, parecer insignificantes; pero no lo son: conocida la posición pecuniaria de Arboleda y sabiendo el brillante estado en que se hallaban sus negocios en aquel tiempo, se verá cuán nobles y desinteresados fueron los motivos que lo impelieron a obrar como obró en época posterior.

REFERENCIA: JOSÉ MARÍA TORRES CAICEDO. Ensayos biográficos y de crítica literaria. Primera Serie. Vol. II. Paris, 1863

Colectivo "Cali un sueño de Poesía"


Invita al
Encuentro de Poesía que tendrá lugar
en el Parque del Samán del Centro Cultural de Cali
el próximo día jueves 26 de julio de 2012
a las 7:00 p.m.

Leerán poemas:
el niño JOHN STEVEN MORALES NIETO,
GILBERTO CALDERÓN SÁNCHEZ y
la joven MARÍA ALEJANDRA VILLADA TORRES de la Biblioteca La María,
ANA MARÍA QUINTERO y SARA VÁSQUEZ de la Fundación Plenilunio,
MARÍA FERNANDA CEBALLOS,
MARÍA VICTORIA FRANCO de Palmira,
ORLANDO GÓMEZ DÍAZ de la Loma de Cruz,
la joven PAOLA ANDREA QUINTERO, de Tertulia Literaria Alas de Vida y los
poetas FLÓBERT ZAPATA de Manizales y
JUAN AURELIO GARCÍA de Calarcá.

Participará el cantautor y guitarrista MAURICIO GIRALDO.

Copa de vino
Entrada libre

UNA ANECDOTA


De: Jaime Vejarano Varona

Viendo esa hermosa fotografía de "Los saltos de Otón", recordé una simpática anécdota de cuando don Otón Sánchez, el legendario personaje de Popayán autor del libro "Antología Genial de los Patojos", ocupó la Alcaldía de Santander de Quilichao.

Resulta que se presentaron a su Despacho dos morenos, ella y él, a pedirle que dirimiera un conflicto muy serio que tenían entre los dos.

Decía ella que su hijo debía llevar su apellido, Balanta, porque fue concebido antes del matrimonio.

Alegaba él, que la criatura nació cuando ya se habían casado y por lo tanto debía apellidarse Banguero, como él.

La discusión no tenía cuándo acabar por la intransigencia de ambos.

Entonces el Alcalde Otón, resolvió salomónica y perspicazmente el conflicto de esta manera:

Agarrando el primer libro que había sobre su mesa (un diccionario) y haciendo como que lo leía, les dijo:

Óiganme: este Código, en su artículo 333 dice: "Cuando ni el marido ni la mujer logran ponerse de acuerdo sobre el apellido de su hijo, este llevará el apellido del Alcalde. O sea que este muchacho es Sánchez, y !se acabó! Pueden irse.

Ese era Otón, un agudo exponente de la chispa patoja.

CÓMO NOS DUELE EL CAUCA!!


JOSE LOPEZ HURTADO

No existe uno o dos culpables de la dramática situación que vive el departamento del Cauca, ya que de alguna manera todos, los propios y extraños que vivimos en su ancha geografía de más de 29.000 Km2, por acción u omisión, y en distinto grado, somos responsables del estado de postración y violencia a que hemos llegado.
Tampoco la situación de grave conmoción social recrudecida en los últimos días se ha producido por una extraña “generación espontánea”, súbita y repentina. Sus causas, sobre las que existen infinidad de diagnósticos y tratados, en especial del problema indígena, subyacen en la historia de la "Conquista" y la Colonia española, que reprodujeron unos esquemas perniciosos culturales y sociales, que hoy subsisten. Cultura de la expoliación y del despojo de los señores terratenientes, y de dependencia que lleva a la sumisión y a la obediencia en el respeto a los patrones mentales impuestos.
En el Cauca, hasta hace poco, se guardaba reverencia a ciertos apellidos y familias supuestamente ilustres que dominaron gran parte de la vida de finales de los siglos 19 y 20, pero que en definitiva nada aportaron al desarrollo de la región, salvo la salvaguarda de sus propios intereses por todos los medios, y el acceso a todas las comodidades, en contravía de las penalidades, miseria y postración de la mayoría de la población.
En silencio, con abnegación ancestral. Más de una docena de presidentes de la República nacidos en esta región, quedaron simplemente como referencia histórica, porque su paso por la Casa Presidencial, de nada sirvió para romper las miserables condiciones de pobreza y de subdesarrollo de la región. Pero sí sirvió para perpetuar la cultura de las formas, de los linajes y de las estatuas.
Después vino el problema del narcotráfico, que los grupos terroristas supieron usufructuar perfectamente. Y el de los paramilitares que también alcanzaron a influenciar algunas esferas de decisión locales.
Y en medio de todo, una clase política que abandonó de verdad, a su pueblo y que sólo se acercaba a él, cada cuatro años en vísperas de elecciones para asegurar su permanencia. Pero que nunca le exigió cuentas sobre los resultados de su mandato.
Y al interior de la administración departamental, desde hace años atrás, una cultura de connivencia con prácticas clientelistas, peculados (el caso de Probolsa, el más diciente, hasta ahora sin responsables), corrupción, desempleo, etc., con el silencio cómplice de los organismos de control.
Tarde o temprano, por uno u otro lado, esa presión de tantos disímiles ingredientes, explosivos y peligrosos, tenía que reventar y estalló por el lado de los indígenas, que se están enfrentando al Estado, de una manera directa, porque eso fue lo que sucedió con la visita hace días del Presidente Santos a la región, de Toribío, Tacueyó, Jambaló. Y también por supuesto, enfrentándose a la guerrilla, con inusuales métodos, de los cuales los mestizos y blancos tal vez deberíamos aprender algo.
No es esta una justificación a tan confusa situación, ya que para eso están los expertos, los que de seguro tendrán que reelaborar algunas teorías, pero puede significarles un aporte de alguna importancia.
El gobierno de corte liberal de Santos, a marchas forzadas, debe elaborar un plan de salvación del Cauca, la que nos duele, en su soledad y por la agonía por la que está atravesando. Y lo que es peor, sin dolientes.

MARÍA TERESA ARTEAGA


Rodrigo Valencia Q
Especial para Proclama del Cauca


María Teresa Arteaga, artista de Popayán, egresada de la Facultad de Artes de la Universidad del Cauca, sitúa el tiempo entre miradas minuciosas, escrutadoras. Sus fotos en sepia, cuidadosamente elaboradas, seleccionan un cosmos que nace del desecho; entes que han pasado a la desfiguración y el descuido se tornan “fragmentos de realidad”. En el tenor de un abandono, ella descubre ontológicamente el valor de la mirada que obliga, que invita y propone.

Contemplar es, allí, praxis poética, inmersión en el detalle que el ojo cotidiano  no atrapa debido a su apresurado pasar por sobre las cosas. Aquí los restos del desecho, metales, placas, bisagras y cosas varias del reino que ha perdido identidad, se tornan objetos de contemplación atenta. La textura, el óxido y la descomposición cuentan una historia que pasó de la utilidad al basurero, del tiempo ordenado al tánatos de lo inservible. Pero, entonces, las imágenes proponen un cosmos donde la fealdad de la desfiguración material alcanza la dimensión de reflexión estética, toda vez que la mirada de la artista ofrenda su sensibilidad para transformar esa realidad.

La realidad sólo es tal cuando el campo perceptual es conciencia con resonancia dentro de su propio ámbito, experiencia que descubre o propone su propia significación a pesar de su nadidad aparente; así, el registro de las circunstancias funda un cosmos-visión que entra a formar parte del inventario de las posibilidades significativas de las cosas, un ámbito que requiere el concurso de la sensibilidad que razona, de la voluntad que define una intención, de la razón que acepta y amplía su propio terreno de acción significante.

María Teresa selecciona, ordena, re-compone sus argumentos visuales desde la nada dejada por las cosas; el caos de lo disperso inicial acusa al final unidad compositiva, capacidad para reunir diferentes elementos en congruencia para la imagen, reflexión y reconocimiento a partir del caos. El óxido, el hueco, la arruga, el doblez, las topografías táctiles de la materia, son la regla de donde surge la configuración del mensaje visual; un mensaje que transita entre la piel extensa de las cosas, definiendo una estación que constata el tiempo como mensajero de la desaparición y deterioro de los entes. Y todo eso puede ser un viso de lo bello, un rasgo imprevisto del encuentro con la estética.

viernes, 13 de julio de 2012

Los indígenas caucanos no creen en Santos, tienen sus propios dioses


Por Luís Barrera

Al presidente de los colombianos no le fue bien en su consejo de ministros llevado a cabo en Toribío no porque los dirigentes indígenas se hallan negado a dialogar, ni porque las Farc instalaron un retén sobre la vía a escasos metros del casco urbano en donde se encontraba el alto mando militar o porque los pobladores no crean en las millonarias  inversiones anunciadas, sino porque los indígenas caucanos del pueblo Nasa no creen en Santos, sino que tienen sus propios dioses.
En la complicada situación de orden público en casi todo el territorio caucano se han insinuado como salida innumerables propuestas que van desde la recuperación de la zona con toda la fuerza constitucional y legal del Estado, una mayor y efectiva inversión social en la región y la apertura de diálogo con los insurgentes que se adjudican la destrucción del avión de combate como trofeo de esta guerra demencial.
En forma ejemplarizante, desde su resistencia ancestral, los pueblos indígenas de Colombia han logrado pervivir a distintas violencias, en las últimas décadas se han convertido en importantes actores sociales y políticos, y quieren aportar al proceso de construcción de paz en este país.


Los pueblos aborígenes del Cauca, han sido los generadores del movimiento indígena en Colombia, en los últimos treinta años se han comprometido con propuestas y acciones no violentas en torno de la recuperación, el fortalecimiento y la protección de sus culturas, su ejercicio de autonomía, y el desarrollo de un proyecto político que ellos identifican como la “construcción de un nuevo país y un mundo posible y deseable”.
No se les puede negar que su luchas organizadas han conducido a la creación de procesos autónomos, a propuestas reivindicatorias y logros para el bienestar de sus comunidades de cuyas experiencias en la llamada resistencia civil de estos pueblos, evidencian importantes pistas sobre los requerimientos que exigen un eventual escenario de paz y la defensa de democracia, con aportes y las exigencias de la multiculturalidad, que algún día ofrezcan modelos de vida más humanos y esperanzadores para todos los caucanos y colombianos.
El Gobierno, si bien es cierto no puede mostrar debilidad, y el Estado en su conjunto como responsable de la convivencia social no debe aflojar en sus compromisos con las instituciones, las posiciones que han debido afrentar por parte de las comunidades u organizaciones indígenas en los últimos días como la destrucción de barricadas de seguridad, va tener que asimilarlas como quien se “traga un sapo” ya que estas cuestionadas acciones hacen parte de los mecanismos no violentos de construcción de paz como la resistencia civil que envuelve los pueblos indígenas.
Los habitantes de Toribío se sienten como en una especie de sándwich, entre el fuego armado y los cruces de disparos entre las fuerzas del orden y la alevosía de la insurgencia que se niega a salir de sus madrigueras por donde se han escondido y paseado por décadas enteras.
Al gobierno del presidente Santos le va tocar primero establecer puentes directos y confiables de diálogos permanentes con las comunidades indígenas antes de repensar en ganar un guerra con los grupos armados que merodean y tienen como corredor histórico esta zona y en ocasiones han recibido el beneplácito obligado de los pueblos intimidados y violentados.
Porque el problema es de tal tamaño, que los indígenas ya no comen cuento de tanta generosidad gubernamental en aportes de recursos cuando son otras prácticas y actividades productivas ilícitas las que tienen sitiada la dinámica de la zona.
El Gobierno nacional y la opinión pública deben comenzar a entender que todo este despelote conlleva al reconocimiento que la resistencia indígena del Cauca ha sido histórica, compleja, fuerte y exitosa, y que no se puede desechar porque al fin de cuentas son sus territorios y destinos.
Además, que por ende constituye una experiencia de construcción de paz desde la base y mediante mecanismos no violentos. Ellos no esperan milagros de los Santos, porque saben que provienen de sus dioses ancestrales, tiene características propias, se expresa en escenarios locales y zonales que se articulan en lo regional, y en diversas propuestas y estrategias con el ingrediente de la conocida malicia indígena.
Abordar soluciones al gravísimo problema caucano implica de una parte, no descuidar la presencia del Estado con todo el imperio de la Ley y en forma integral, entender que la resistencia indígena comunitaria del Cauca en poblaciones como Toribío, obliga a conocer la historia, la cultura, la cosmovisión, sus procesos organizativos, porque como decía mi negra abuela materna, Gregoria Moreno Dinas, del Guásimo, en Caloto, “esos indios son jodidos...”.



EL TRISTE CASO DEL CAUCA


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Locombiano

…Pero en su frente pálida vagaban
el dolor y la negra pesadumbre,
Y de sus ojos la apacible lumbre
empañaba una lágrima fugaz.
Pubenza, Julio Arboleda

Desde la lejana y populosa Bogotá, en la crema del centro del territorio del país, desde donde todo queda a la mano para ir a palacio y al Minhacienda, por fin llegó a Toribío, un pueblito herido del Cauca, el Presidente con todo su séquito ministerial y sus generales con uniformes tachonados de estrellas.

Tal vez era de esperarse el recibimiento que describe la prensa. Hubo abucheo y escaramuzas de la guerrilla al fondo, con retenes en varios sitios cercanos, incluso.

Era de esperarse, porque el olvido de estas regiones lejanas de la mano del gobierno central es notorio. De este Departamento la Nación está cansada de oír que en Caldono, que en Silvia, que en Caloto y el Palo, que en Los Mangos, que en Piendamó, en Morales, en Coconuco, o en Miranda cada rato la guerrilla hace retenes y hace presencia activa.

Y eso no es de hoy. A mi señora y a mí en dos ocasiones durante el gobierno de la seguridad antidemocrática los “muchachos” nos detuvieron y casi nos pintan el vehículo en que viajábamos.

A lado y lado se ven las colinas verdes, casas pintadas de rosado y amarillo y al fondo selva y cuchillas azules. El paisaje es romántico, la tierra fértil, de paso en paso hay casetas donde ofrecen naranjas, banano, papaya, chirimoyas, melones, piña, queso y guarapo. La gente refleja en el rostro el cansancio y una vida difícil que soporta con estoicismo.

Hemos visto diez policías en Silvia, otros tantos en Coconuco, con bultos y bultos de arena como parapeto junto a sus “estaciones” de servicio, y el ejército con parejas escalonadas en ciertos trechos de la vía con el dedo parado cuando uno pasa. Esa es la presencia de la “fuerza” pública y del Estado. En nada más se siente.

Desde tiempos de Obando, de las ciudades confederadas, del Mariscal Sucre, de la Epopeya de Oyón, estas gentes viven lo mismo. En tantas casas, con iglesia y misa, con plaza de mercado chiquita, sin teatro ni casa de cultura, sin empleo ni perspectivas. Y con vías de acceso terciarias como las dejó Bolívar en su paso para Ecuador y Bolivia.

Han escuchado las mismas oraciones, las mismas promesas, han gritado a los mismos partidos, han seguido a los mismos gamonales y se les han quitado sus tierras. ¿Por cuánto tiempo seguirá esta misma historia?, se preguntan los cabildos y aborígenes. Porque todos tienen la misma sangre y aguante, la misma hambre y tristeza. ¿Acaso son colombianos? ¿Por qué los siguen llamando Paeces, indígenas, ingenuos, y los trata el gobierno y políticos desde lejos y desde arriba, con tucanos y cazas?

No podría el Gobierno esperar otro recibimiento. El ministro de defensa les pidió paciencia lo mismo que hacen los curas. ¿Hasta cuándo un gobierno pedirá paciencia, cuando el “pie de fuerza” es igual al de Brasil y la plata para la guerra se ve en charreteras y botas, en ak-7s, misiles y helicópteros blackhawk? El olvido es secular y el puño ha tenido apretado para hacer inversión en infraestructura, tecnología, acueductos, colegios, y vías.

Cierto es lo que dicen los jefes indígenas: La policía va y se apertrecha detrás de unos bultos de arena. ¿De qué valen unos policías protegidos detrás de unas trincheras que disparan para defenderse y un pueblo que soporta los cilindros y los daños en sus casas sin que nadie los defienda del hambre, la falta de educación, de universidad, de presencia efectiva para una “civilización urbana”? Al final viene la misma cháchara: “Llegaron los guerrilleros y acosaron el pueblo. Los soldados se defendieron como héroes, el pueblo quedó incendiado y se robaron el banco”. Y ahí paran la “acción” y la “presencia” del Estado. ¡Cómo nos duele este maltrato a la Patria!

13-07-12 - 10:42 a.m.

“La visita del presidente Santos fue para nosotros un balance negativo, porque el esfuerzo que hicimos no se plasmó en los resultados que de allí salieron”: Feliciano Valencia, desde Toribío, Cauca


Por Alfonso J. Luna Geller
Fotos: David Luna


Tras varios días de ataques de las FARC y de bombardeos del Ejército, el presidente Santos decidió celebrar un consejo de ministros en Toribío que se tornó caótico, ya que los indígenas recibieron al presidente con abucheos y le exigieron que retirara a los militares y policías de la zona. Más tarde, los nativos se dirigieron a los retenes que las FARC habían levantado alrededor del pueblo para solicitarles también su retirada.
Los hechos de violencia en el Cauca no son un fenómeno nuevo y mucho menos aislado, años atrás la región se convirtió en trinchera de organizaciones guerrilleras, paramilitares, bandas emergentes y carteles de drogas que se dividen en cada uno de los eslabones del negocio del narcotráfico, que encuentra en el departamento una de las principales rutas de salida. Con este panorama y el reforzamiento de la presencia de la Fuerza Pública en la región, los indígenas Nasa han sido las principales víctimas del fuego cruzado. De ahí su actitud beligerante contra los actores irregulares y la Fuerza Pública lo que llevó a las autoridades indígenas a pronunciarse el pasado miércoles 11 de julio, en el parque central den Toribio, anunciando que si el Gobierno no se iba a reunir con ellos, seguirían con las acciones de control territorial: “Vamos a dirigirnos a tres puntos estratégicos de la población en donde se encuentran militares y guerrilleros de las Farc para sacarlos del territorio”, dijo Feliciano Valencia, uno de los líderes de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).
Ante esta situación, Valencia, consejero de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, solicitó que Baltazar Garzón actúe de interlocutor con el Gobierno para abrir un diálogo. La petición responde a que el exjuez de la Audiencia Nacional española ha colaborado desde hace años en la defensa de los derechos de las comunidades aborígenes del Cauca, que se han declarado neutrales frente al conflicto armado que vive Colombia desde hace casi 50 años. Justo hace un año los indígenas hicieron un homenaje a Garzón, que estuvo presente y dejó claro que estaba en ese lugar como "amigo" de los indígenas colombianos. El siguiente fue el diálogo con Feliciano Valencia:

A.L. ¿Cuál fue la conclusión de la visita del presidente y del consejo de ministros que hubo ayer en Toribío?

La conclusión que nosotros sacamos después de marcharse el señor Presidente de la República fue una sensación agridulce que quedó en el ambiente. Primero, porque la visita no fue coordinada con las autoridades indígenas y las comunidades de Toribío. Segundo, no creíamos que el consejo de ministros iba a sesionar a puerta cerrada. Creíamos que se iba a hacer en plaza pública para que la gente escuchara e hiciera sus planteamientos. Tercero pensábamos que se iban a abordar las propuestas que nosotros teníamos como movimiento indígena y no tanto las políticas que pretende desarrollar el Gobierno nacional. Por lo tanto, fue para nosotros un balance negativo, porque el esfuerzo que hicimos no se plasmó en los resultados que de allí salieron. Por otro lado, ante la actitud de la gente, el presidente y sus ministros improvisaron una participación de la gente. Dijeron: “entren 10 indígenas y conversamos el tema”. Eso acabó de exacerbar los ánimos de la gente, porque nosotros dijimos o hablan con todos o no hablan con nadie. Lo que hicimos fue escribir la posición, las exigencias y las propuestas y hacérselas llegar al señor presidente en su sesión y a todos los ministros. Mientras tanto, como no nos iban a escuchar, la gente tomó la decisión de hacer los ejercicios de control territorial. Unos salieron hacia donde estaba la base militar del ejército, otros salimos para donde estaban los campamentos y trincheras de la guerrilla de las FARC a seguir insistiendo en que se tienen que retirar del territorio.
Finalmente, ya en horas de la tarde cuando el presidente se iba a marchar, nos mandó a llamar para compartirnos lo siguiente: primero, que el tema de la desmilitarización era muy difícil para él y que eso no era posible. Nosotros le dijimos que lo entendíamos pero que también entendiera la posición de no estar de acuerdo con las estrategias de militarización. Después nos propusimos la necesidad de conversar este tema con más tiempo en un sitio adecuado en donde existieran garantías plenas para nosotros debatir de manera abierta con la gente. Él dijo que no había problema, que a él también le urgía hablar con los indígenas no para escucharlos 10 o 15 minutos, sino para escuchar todos los planteamientos. Ahí nos identificamos con él. Y para tal fin nos designó al juez Baltazar Garzón para que hiciéramos los procesos de interlocución, de preparación y organización entre gobierno y movimiento indígena. Ese es el balance. Podríamos decir, que lo salvamos en esos 5 minutos que logramos hablar con el Presidente de la República de manera directa, porque nosotros sí estamos convencidos de que con ministros o funcionarios por más altos que sean, las comunicaciones son infructuosas porque ellos no tienen capacidad de decidir. Entonces, ahí queda planteado el tema. Esperamos ya hacer contactos con el juez Baltazar Garzón para poner una fecha, sitio y para establecer una agenda de interlocución con el gobierno.

A.L. ¿Cuáles fueron los puntos principales que ustedes le presentaron al presidente?


Hay asuntos estructurales para el movimiento indígena: el uso, la tenencia y el aspecto legal de las tierras y territorios. Quedó planteado en lo que el gobernador del Cauca, Temístocles Ortega, y el presidente Santos ayer anunciaron: el fortalecimiento del “Plan Cauca”: el Incoder ha establecido una política de titulación de tierras no concertada con indígenas, comunidades negras ni campesinas, promoviendo un conflicto en la región. Lo que nosotros decimos es ¿por qué no nos sentamos los tres sectores y definimos una política de adquisición de predios y titulación de territorios colectivos?. De lo contrario, eso lo que va a generar es un problema de carácter interno, lo mismo va a pasar con el tema de las reservas campesinas. El señor presidente de la República debe establecer unas rutas y unas políticas concretas, concertadas entre todos los sectores para no terminar confrontándonos sino definiendo una convivencia territorial. Este debe ser un proceso interétnico, es la única opción, dadas las situaciones que se están presentando, para que no sigan cometiendo errores que nos han costado enfrentamientos y a veces hasta muertos.
Segundo: otro tema estructural es el reconocimiento pleno y las garantías para que el gobierno indígena se desarrolle como está estipulado en la Constitución Política de Colombia. Por ejemplo, nosotros avanzamos en la consolidación de un sistema educativo propio, un sistema ambiental propio, un modelo económico-productivo propio, que a veces riñe con otras posturas y con la misma postura del Gobierno nacional. Nosotros no queremos monocultivos, no queremos que llegue la locomotora de la minería y arrase con lo que tenemos. No queremos que llegue la minería ilegal. No queremos que el narcotráfico siga destruyendo el tejido social en las comunidades. Producir cocaína o sembrar marihuana no es negocio para el indio, no es negocio para el campesino; es negocio para la guerrilla que saca los recursos para sostener su guerra, es negocio para los narcotraficantes, es negocio para los testaferros que lavan el dinero y hasta es negocio para el gobierno porque hay muchos funcionarios metidos en este asunto, pero no es negocio para nosotros.
Ayer le dijimos al presidente: “Sí queremos desarrollo”, pero no queremos desarrollo con tiros y bombardeos, un desarrollo armado en la región. Queremos un desarrollo que se enmarque en los planes de vida que venimos construyendo. No queremos proyecticos de 20 gallinas ponedoras; no queremos estanques piscícolas aislados, esos son proyectos coyunturales solamente, eso es pasajero. Lo que queremos es definir una política económica seria, real y sostenible en el tiempo.
El otro tema estructural que es donde se presenta la tensión en este momento es que la guardia indígena, que son nuestros cuidadores de tierra, sea reconocida como la institución propia de control territorial al interior de nuestras comunidades. Esto quiere decir que si el gobierno reconoce a la guardia indígena, debe garantizar su funcionamiento porque entraríamos a remplazar a la institución militar que en este momento está en el terreno, lo vamos a hacer de manera pacífica, porque lo que causan las armas son más tragedias. También incluimos en la propuesta que si el gobierno quiere ejercer veeduría sobre la acción de control territorial a cargo de la guardia indígena y las autoridades, lo puede hacer. Pueden nombrar una institución de veeduría que mire como estamos haciendo el control territorial para evitar sospechas, ya que el gobierno dice que no puede retirar la fuerza pública porque inmediatamente se retire la fuerza pública va a llegar la guerrilla. Por eso dijimos al presidente que nos permitiera ejercer el control territorial para demostrar que sin Policía y sin Ejército nosotros podemos controlar el territorio y no vamos a permitir que la guerrilla se quede en nuestros territorios, le damos nuestra palabra. Él escuchó los planteamientos y dijo que esto había que hablarlo, revisar la Constitución Política y mirar posibilidades. Esto nos abre un debate de discusión, habría que mirar la ley, los alcances, los procedimientos y los mecanismos.
Tercero, el otro tema estructural que estamos planteando es la creación de una institución gubernamental que en verdad actúe como interlocutor competente. El gobierno creó la dirección de etnias adscrita al Ministerio del Interior y de Justicia, eso se burocratizó. Los que están al frente, por ejemplo, el doctor Pedro Santiago Posada, el señor Gabriel Muyuy, muy respetables sí, pero ellos no nos representan, ni les vamos a delegar vocería. Lo que le dijimos al presidente es que necesitamos interlocución directa de gobierno a gobierno. No queremos intermediarios porque eso demora mucho los procesos.

A.L. Hay desconfianzas mutuas: a Toribío lo están matando las Farc, como bien lo prueban 480 ataques guerrilleros contra el pueblo desde los 90, pero también, las comunidades han hablado de irrupciones militares en sus viviendas en busca de "los colaboradores" de la insurgencia. Ustedes han decido que no solo quieren lejos de sus tierras a los grupos armados ilegales, sino también a los legales. Que ustedes están en su casa y que quienes deben irse, por ajenos, son las Farc, el Ejército y la Policía. ¿Esta actitud no es igualar la ilegalidad armada con la institucionalidad de la fuerza pública y desconocer la aplicación de la Constitución Nacional en sus territorios?


Yo creo que cuando lleguemos a esa discusión hay que hacer varias claridades. Por ejemplo, en el plano político el movimiento indígena cuando plantea la construcción de un territorio autónomo y un gobierno propio, no está planteando un proyecto separatista ni independizarnos del Estado. No queremos eso. Lo que queremos es que se desarrolle lo que está establecido en la Constitución Política de Colombia. Por ejemplo, el artículo séptimo que dice que los pueblos indígenas podemos desarrollar nuestros pensamientos y nuestras propuestas políticas en el marco de los usos y costumbres. El artículo 246 nos da facultades para que gobernemos el territorio y ejerzamos justicia. El artículo 330 nos da facultades administrativas sobre asuntos económicos, ahí se afianza el ejercicio de las transferencias. Y los otros artículos tienen que ver con el proceso de implementación de políticas públicas y articulación con el Estado, luego entonces, nuestra idea no es separarnos ni crear repúblicas independientes, eso sería una locura. De todas formas, por más indios que seamos y por más derechos especiales que tengamos, somos colombianos y colombianas, eso está claro para nosotros. Cuando hablamos en términos de establecer la guardia indígena como institución de control territorial no se está diciendo de manera radical que la fuerza pública tiene que irse del territorio, no. Nosotros entendemos que la fuerza pública es la institución constitucional para velar y salvaguardar la soberanía y la seguridad de las comunidades. En lo que no estamos de acuerdo es con los procedimientos que la Policía y el Ejército vienen realizando en nuestros territorios y que resquebraja la visión y pensamiento de autonomía ancestral y espiritual del territorio de los pueblos indígenas. Nosotros cuando hablamos de “desmilitarización” estamos hablando de que no puede haber infraestructura militar dentro de nuestros territorios. Ni trincheras, ni bases militares, no pueden establecerse de manera indefinida. Estamos diciendo que la fuerza pública puede y debe llegar a nuestros territorios, puede patrullar buscando la guerrilla, no tenemos problema y no nos vamos a oponer. Lo que no queremos es que la infraestructura militar o de policía sea un factor de riesgo permanente. Nosotros hemos escuchado los argumentos del gobierno y de los generales, que dicen: nosotros nos tomamos los cerros porque son sitios claves para nosotros controlar la ruta de la guerrilla de las FARC para pasar armamento, para pasar la droga con que alimentan su guerra. Eso no es problema, es su obligación, pero también, nosotros podemos hacer el ejercicio de control territorial; ahí es donde está la discusión, ya que constitucionalmente está planteado que el Estado colombiano debe hacer presencia en todo el territorio nacional, pero no está definido expresamente que infraestructura militar esté asentada de modo permanente en medio de las comunidades, que es lo que ha causado la destrucción de escuelas y viviendas y muchas muertes de civiles ajenos a la confrontación armada.

A.L. Pero existe una circunstancia adicional: es evidente que el Estado considera a algunos dirigentes y comuneros indígenas como auxiliadores, como patrocinadores de las FARC; además, parece que la visión de otras comunidades, especialmente urbanas, es que sí existen relaciones con terroristas, por fuerza de circunstancias geográficas, convivencia y por qué negarlo, el abandono del Gobierno…

Si claro. Nosotros no vamos a desconocer eso, pero aquí también hay que aclarar varios asuntos. Para el colombiano del común, hacer este tipo de juicios generalizados es injusto con nosotros. Después de la consolidación de la república en Colombia hemos sido víctimas de todo tipo de invasión territorial, hasta ideológica, hasta política, hasta militar y hasta económica. Entonces, nos invadieron ideológicamente los partidos políticos tradicionales, después los otros partidos, los pensamientos religiosos, las tendencias económicas, etc. Tenemos evangélicos, gente del partido liberal, conservadores, mejor dicho, cantidad de ideologías en la cabeza del movimiento indígena que ha desdibujado un poco la identidad de los pueblos, lo cual hemos venimos recuperando de manera progresiva. Hacer este tipo de juicios es injusto porque cuando se vive en escenarios de guerra nos toca que bailar con la más fea: a todo mundo tenemos que contener. Que si hay milicianos de las FARC indígenas, claro que los hay. Que si hay base social de la guerrilla dentro de los territorios, claro que la hay. Porque vivir con la guerrilla 30 o 40 años es imposible que no haya gente que no simpatice con ellos, pero nos venimos sacudiendo poco a poco. Desde cuando el movimiento indígena en 1971 decidió apostarle a la construcción de su propio proyecto político venimos cabalgando en estas contradicciones. Esto no ha sido nada fácil para nosotros porque cuando decidimos hablar de autonomía y construcción de proyecto indígena no le gustó a las FARC, no le gustó al Ejército, no le gustó a los partidos políticos, no le gustó a otras tendencias e ideologías en el territorio y nos empezaron a agredir. Cuando nosotros les dijimos a las FARC que respetamos un proyecto pero no armado y que vamos a acudir a vías de hecho para recuperar la tierra, las FARC se sacudieron y nos mataron a muchos líderes. En la década de los 80, por ejemplo, cuando las FARC empezaron a perseguirnos porque nosotros decidimos hacer respetar nuestra autonomía y deslindar la lucha de la de ellos, nos tocó crear el movimiento Quintín Lame para protegernos de esa agresión armada. Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que las armas no son solución y procedimos a desmontar el Quintín Lame. Como organización indígena rechazamos de plano el método armado.
A los simpatizantes que tiene la guerrilla en nuestros territorios les hemos dicho: miren, ustedes son indios, tienen sus gustos, tienen sus propios sueños, pero no les aceptamos la lucha armada. Qué le hemos dicho a los milicianos: vean indios, si ustedes definitivamente creen que la lucha es con las armas pónganse sus camuflados, cojan las armas y se van del territorio, porque acá no se van a quedar con armas, vestidos de civil y echando tiros en medio de la población civil. Y si no regresan a las comunidades haciendo un proceso de sanación espiritual, los desconocemos de los censos, los desconocemos del territorio y los desconocemos de nuestro proceso definitivamente, porque optaron por la vía de las armas.
A la guerrilla también le hemos planteado: si hacen su guerra, no nos metan en su cuento a nosotros, porque los vamos a rechazar por todos lados. Y devuélvanos a los niños y niñas que han reclutado, porque si no nos los devuelven (y ya les pusimos un plazo) vamos por ellos, así tengamos que llegar a los páramos, a las montañas como lo estamos haciendo. Así nos tengamos que ir para otros departamentos. Esa es ya una política definida porque estamos convencidos de que las armas no son la solución, no es el camino. Que si hay que hacer el debate político, así se lo mandamos a decir al comandante Timochenko en una carta, discutamos, para ver como solucionamos el problema de la guerra.
Entonces, el colombiano común y corriente que hace estos juicios, es porque no vive en carne propia estas circunstancias, desconoce que hemos sido víctimas de la cantidad de cosas absurdas que nos han llegado al territorio y de la pobreza que muchas veces nos ha arrinconado, por eso a mucha gente le ha tocado sembrar coca y marihuana, que tampoco es la solución. Esta no es una tarea fácil. Por eso muchos salen a decir los indios esconden la guerrilla, los indios esconden laboratorios, los indios siembran coca, los indios son pobres porque les da la gana, los indios son un problema en el Cauca porque frenan el desarrollo. A mí me parece que es iluso e injusto hacer ese tipo de señalamientos cuando no se vive en carne propia esta situación tan difícil.


A.L. Última pregunta, Feliciano, agradeciendo toda tu paciencia. ¿Sí hay unidad de criterio en las organizaciones indígenas caucanas con respecto a esto que tú has venido sustentando?

Hablar de unidad indígena homogénea sería muy pretencioso. Porque también debemos reconocer que por posturas políticas del movimiento indígena en el Cauca, hay un cierto fraccionamiento lo cual no quiere decir que sea una situación irreconciliable, y por eso ustedes ven que cuando el movimiento indígena decide hacer una movilización, así tengamos pensamientos un poco diferentes, nos unimos para un propósito común. Hay unos indios que dicen que la pelea es con indios para defender lo indio, y es respetable, ellos dicen que no nos juntemos tanto con los otros sectores porque terminamos sacrificando la agenda del movimiento indígena y es respetable, pero no vamos a chocar con ellos, somos muy prudentes. En el norte del Cauca somos más abiertos y más dados a juntarnos en los procesos, por ejemplo, con el sindicalismo, con movimientos estudiantiles, con movimientos sociales, con la academia, y con intelectuales de alto rango para profundizar sobre cómo mantener el movimiento indígena caucano. Si revisamos el conflicto armado en el Cauca, está más concentrado en el norte del Cauca: Corinto, Miranda, Caldono, Jambaló, Toribío, no ocurre lo mismo en otros cabildos y territorios indígenas de otras regiones. Cuando la gente no tiene esas angustias del conflicto armado es fácil hacer cuestionamientos, pero nosotros trabajamos de una manera unificada cuando nos ha tocado hacerlo. En este momento no podemos darnos el lujo de enconcharnos hacia dentro y resistir nosotros solos, no somos capaces. Por eso hemos hecho este ejercicio de alianzas estratégicas con otros sectores. Por eso hoy conversamos con reservas campesinas, con consejos comunitarios para unificarnos de una manera organizada. Vamos a conversar con el juez Baltazar Garzón para organizar el evento, ojalá y sea pronto y sea rápido para discutir nuestros asuntos.

jueves, 12 de julio de 2012

Presentarán pliego de estampillas del Cauca. El martes 24 de julio, en el Salón de los Espejos de la Gobernación; el miércoles 25, en Santander de Quilichao.


En el marco de la serie Departamentos de Colombia, la imagen del Cauca circulará por un año a nivel internacional.

El ministro de Tecnologías de la Información y la Comunicación -TIC, Diego Molano Vega; el presidente del Servicio Postal Nacional, Juan Ernesto Vargas Uribe, junto con el Gobernador del Cauca, Temístocles Ortega, harán el lanzamiento oficial del pliego de estampillas del Cauca, en acto especial que se cumplirá el próximo 24 de julio a las 6 p.m. en el Salón de los Espejos de la Gobernación.

Este pliego de estampillas forma parte de la colección Departamentos de Colombia del Servicio Postal colombiano y circulará a nivel nacional e internacional durante un año, llevando la imagen del Cauca a todos los rincones del mundo, como un reconocimiento a los valores culturales e históricos del departamento.

Por otra parte, Martha Lucy Giraldo, Jefe Nacional de Filatelia, destacó que el pliego de estampillas del departamento del Cauca será presentado oficialmente el miércoles 25 de julio en las instalaciones de la universidad del Cauca, sede norte del Cauca.

La colección contiene 20 sellos, y entre ellas figura la imagen de la Niña María de Caloto (fotografía de Reinaldo Valencia) y el samán de Santander de Quilichao (fotografía inédita de David Luna - periódico Proclama del Cauca).

LA GARLOPA




«Llega esta semana a las 14 mil ediciones el diario El Espacio que ha colocado marcas mayores en circulación». Cita extraída de un comentario en la columna La Parrilla, de Alfonso Pineda Chaparro, que circula por Internet (13 de mayo/12). Catorce mil, o 14.000 es lo indicado; la combinación de números con letras no se recomienda, según la norma. Y, para no dejar duda de que todavía no se distingue el verbo colocar del verbo poner, aquí también se optó por el primero, que no tenía por qué aparecer en la oración. Y se omitió la coma después de Espacio, con lo cual se dice que hay varios periódicos llamados del mismo modo, y que uno de ellos ha puesto marcas mayores. (Lo cual es mentira, solo hay uno llamado El Espacio). Los signos de puntuación son muy útiles, no son adornos entre las palabras.

«El País se pronunció para rechazar el hecho, rodeó de solidaridad al exMinistro junto a las víctimas y sus allegados». De un artículo de opinión de Horacio Serpa Uribe, enviado por correo electrónico, y publicado en el Nuevo siglo y El Frente, periódicos colombianos (23 de mayo/12). Aquí, el exgobernador de Santander terminó hablando del periódico El País, de Cali; no del país, Colombia. Y la grafía para la palabra exministro es errada. Esa eme (m) no va en mayúscula, sino en minúscula. Pero el artículo seguía sembrando errores: «Duele también el sacrificio de los 12 soldados en la Guajira. Un nuevo acontecer sangriento que a todos nos enlutece y…». En esta parte se le fueron las luces al exgobernador, por cuanto «enlutece» no es la conjugación apropiada para enlutar, sino enluta. («A todos nos enluta»). Por último, anotaba: «El Presidente Santos fue el Ministro de Defensa del gobierno anterior». ¡Tres en uno! No hablo del famoso aceite de hace unas décadas. Aunque fuese bueno aplicar un poco de él para aceitar el idioma. Presidente, cuando no comienza oración -como aquí- debe escribirse con inicial en minúscula (como todos los nombres de cargos); lo mismo, ministro. Y Gobierno requiere de mayúscula inicial, cuando alude al conjunto de funcionarios de Estado.

«Ha escrito numerosos libros, entre ellos: El Sindicalismo por Dentro y por Fuera, La Sociedad de la Mentira, Ética para Periodistas (en coautoría con el veterano periodista Javier Darío Restrepo), Tutela, Periodismo y Medios de Comunicación, El Fiscal, La Dualidad de la Imagen y la novela ‘Mascarada, las maldades de la bondad’, una sátira de la sociedad colombiana». También los más experimentados incurren en yerros idiomáticos, ¡porque son humanos! La cita presente es de Margarita Vidal Garcés (13 de mayo/12) en ElPaís.com.co, en una entrevista con María Teresa Herrán. No terminan los periodistas, escritores, comentaristas, articulistas y demás designados con nombres de sufijo ‘istas’ de asimilar los usos de las mayúsculas. En los nombres de las obras aquí referidas solamente iban en mayúscula las letras iniciales; todo lo demás, en minúsculas, como lo indica la norma ortográfica (Diccionario panhispánico de dudas-2005). Margarita remataba, en la última pregunta de aquella entrevista: «¿Sobre qué trata el libro que tiene en mente: Las Inteligencias Inútiles de América Latina?». Es decir, reiteraba el incorrecto uso de las mayúsculas. ¡Vaya, vaya!

«Con la emisión de acciones, la posibilidad para que más personas sean parte del diario e inviertan dinero en él, se abre, con el fin de que hayan ingresos y que a su vez los caucanos sientan como propio el diario». Nota editorial del periódico El Liberal, de Popayán, Cauca (domingo 20 de mayo/12). Se le fueron las de caminar al editorialista con el uso del verbo haber en plural. Por ser impersonal este verbo no se pluraliza. Por tanto: «…con el fin de que haya ingresos, y que a su vez los caucanos…». Cuatro días más tarde (24 de mayo/12) un artículo escrito con el seudónimo Juan Pueblo, anotaba: «Bien por la llegada del ingeniero civil Samuel Saa Caicedo, como nuevo gerente del Diario El Liberal de nuestra ciudad; estamos seguros que le su experiencia en el campo empresarial le cambiará la cara al matutino». La palabra diario debió escribirse con minúscula inicial, porque no forma parte del nombre propio de esa casa periodística; es un sustantivo común. Y allá deben estar seguros de que la experiencia del gerente pueda servir también para evitar estos enredos idiomáticos. A la solución de las crisis -como la que enfrenta El Liberal- también hay que ponerle el ingrediente valioso de la buena calidad del producto; y ella debe notarse en la correcta redacción de sus notas. ¡Así lo comprarán los lectores!

«…fue necesario no solo tomar clases de dicción y consultar con una guionista de Mompox, que se encargó de ‘costeñizar’ los libretos, sino pasar un tiempo en la costa viviendo la experiencia en vivo y en directo». La revista Cromos (19 de mayo/12) publicó un artículo sobre la comedia televisada ¿Dónde carajos está Umaña?, que se transmite por el canal Caracol Televisión. Le quedaron dos errores. Costa, como alude a una región (topónimo), debió escribirse con mayúscula inicial. Y cayeron también con la redundancia «en vivo y en directo», que tanto usan los locutores colombianos. Si un evento se transmite en vivo es porque no hay grabación; o si es en directo, lo mismo. En vivo, o en directo; pero no ambas palabras en la misma expresión.

«Hasta hora se conoció el matrimonio de la experimentada periodista santandereana Sonia Díaz Mantilla…». La columna La Parrilla, que escribe Alfonso Pineda Chaparro en Internet, incluyó el 13 de mayo/12 el vocablo hora (que se refiere a tiempo), en sustitución de ahora, adverbio de tiempo que era el indicado en esa nota. El verbo conocer debió estar en presente, por ser el tiempo más preciso para que concordara con el adverbio aludido: «Hasta ahora se conoce…».

«Plan anti-evasión». Titular en ElMundo.com, de Medellín, (13 de mayo/12). Bueno fuese que también se pensara en desarrollar un plan antievasión de las normas idiomáticas. Así podrían escribir bien. Porque el prefijo anti- (opuesto o contrario) se usa unido a la palabra básica, sin guion (guion ya no necesita tilde). De tal modo, el plan al que se refería el periódico es antievasión. Una sola palabra.

«Según tuvieron la osadía de decirlo algunos de los que se desempeñan más cerca del trono, sería lo ideal si no cuaja la estrategia de la relección indefinida». El exgobernador de Santander y excandidato a la Presidencia de Colombia, Horacio Serpa Uribe, escribió de tal modo en una de sus columnas de opinión (10 de julio/12), para varios diarios nacionales. Además de otras fallas muy visibles, como abuso con las mayúsculas en palabras que son sustantivos comunes, aquí dijo algo distinto a lo que quiso decir. En vez de reelección, esto es, la acción de elegir otra vez a alguien (con sobornos, lo más probable; así ocurrió en el caso Uribe Vélez) terminó refiriéndose a la repetición de una lección. Y aunque pudiera comparársela con aquella turbia maniobra de Yidis Medina y Teodolindo Avendaño, para votar a favor de la aprobación de la repetición de mandato presidencial, ese vocablo no ha sido acogido por el Diccionario de la RAE. Pero, ciertamente los colombianos tuvimos una pésima lección de lo que no debe hacerse en política. (¡Cuando se está exento de corrupción, claro!).

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