martes, 10 de julio de 2012

Olga Behar ¿aprendiz de periodismo?


Por Alfonso J. Luna Geller
(Fotos: David Luna)

Cuando la vi sentada en la primera fila, en el auditorio de la Facultad de ciencias contables, económicas y administrativas de la universidad del Cauca, me alegré, esperando que en la instalación del Encuentro de periodismo digital de la región del Pacífico y suroccidente colombiano, anunciaran qué tema le habían asignado para que disertara sobre él. Más de cien estudiantes de comunicación social entre periodistas venidos del Chocó, Valle y Nariño, se encontraban reunidos con los anfitriones del Cauca. Pero no, no hacía parte de los expositores, Olga Behar, había llegado como una alumna más, y se había sentado cerca de mí, haciendo un dúo que resaltaba porque, tal vez, éramos los de mayor edad entre la concurrencia.


Me llamaba la atención que “muy juiciosa” se había concentrado escuchando a cada uno de los ponentes que discurrían sobre periodismo digital, ediciones en línea, redes sociales, herramientas multimedia y la nueva dinámica de trabajo que las tecnologías de la comunicación han impuesto a los periodistas. Ella, que tanto sabe de periodismo por su larga y exitosa trayectoria en la investigación; ella, por ser autora de varios libros que han impactado la opinión pública, inclusive a nivel internacional; la maestra y catedrática universitaria, sentada al frente de unos jóvenes expositores muy bien documentados, pero como una discreta aprendiz más.

No me atreví a saludarla en el descanso porque no había calculado cómo disculparme de una invitación que me había hecho llegar a mediados del pasado mes de mayo para que la acompañara en el lanzamiento de su último libro, El Caso Klein, acto realizado en Santander de Quilichao, al cual no pude asistir. Pensaría ella que yo le había hecho un desplante, contrario a los “motivos de fuerza mayor” que a veces se cruzan en lo programado con anticipación.

Al fin me le presenté en una pausa en la jornada; le pedí que me ayudara a resolver algunas inquietudes que sobre ella rondaban por mi cabeza. Con cabal gentileza y sencillez, la palmireña (del Valle del Cauca) Olga Behar Leiser se mostró dispuesta.


Una vez leí en Semana que su padre es judío y su madre alemana; por la connotación histórica de estos pueblos, me he preguntado si esta unión tuvo influencia en su carácter y en su pasión por ver un mundo sin guerras…

“Sí, pero son judíos ambos. Mi madre era refugiada de la guerra y ella alcanzó a escapar al holocausto nazi; pero mis tíos, abuelos y mis primos segundos, murieron todos en campos de concentración. Solo alcanzaron a escapar ella, sus papás, abuelitos y un par de tíos. Mi madre era alemana-judía; sino que esto causa gran confusión, porque ¿cómo mi papá judío podría haberse enamorado de una nazi? Eso era una cosa incomprensible. Es que cuando uno lee esa parte que salió en la revista Semana, deja muchas dudas sobre el tema.

Yo pienso que los hijos de refugiados crecimos en medio de un universo mucho más amplio que el que puede tener una persona común y corriente, que nace en un país, sus padres son de un mismo pueblo, entonces se tiene una riqueza mucho mayor desde el hogar. En mi casa, por ejemplo, se hablaban muchos idiomas. Mi padre hablaba muy bien español y al mismo tiempo intercalaba muchas palabras en hebreo. En mi casa se hablaba inglés, francés”.

Tengo entendido que usted muy joven salió para Estados Unidos…

“Yo salí a los 17 años para Estados Unidos para un programa de intercambio de un año, luego regresé y en Bogotá estudié Comunicación Social en la Universidad Jorge Tadeo Lozano”.

Usted parece que se ha retirado de los medios de comunicación a pesar de su gran trayectoria…

“No, no, nunca. Es que hay muchas maneras de ejercer el periodismo. Ahora estoy trabajando en una organización http://www.vjmovement.com/ promovida por unos periodistas de la Unión Europea. Este es uno de los trabajos que desempeño ahora, que como te puedes dar cuenta está inmerso en el mundo digital. Ahora, más recientemente estoy empezando a proyectar una serie de trabajos, discusiones, charlas y demás, con un grupo de periodistas que vienen de CNN, entre los cuales está un gran presentador que se llama Daniel Viotto, y como él, varios periodistas que se mueven en otros medios, que tienen otros criterios y otros intereses diferentes del buen periodismo de investigación”.


¿Por qué otra vez de aprendiz, haciendo cursos de primerizos, de quienes estamos aprendiendo?

“Yo no diría de primerizos. Porque además, aquí hay muchos jóvenes que para nada son primerizos y están muy evolucionados. Un ejemplo, usted habla con un 80% de periodistas de nuestras edades y se da cuenta que no tienen ni idea de trabajar en un medio digital. Eso tenemos que aprenderlo y actualizarnos casi a diario, es un reto a la hora de presentar y difundir contenidos”.

¿Escribir un libro es hacer buen periodismo?

“Es hacer el periodismo más excelso, cada libro es una obra maestra como la de un pintor. Entonces yo definiría la diferencia entre un pintor y un publicista que hace el diseño de un comercial, pero los dos creo que tienen mucho de arte en su creación”.

¿Cuál es la intención que busca con sus libros?

“La intención es siempre la misma. Utilizar las herramientas que vienen del periodismo y que son la investigación periodística y herramientas de la literatura, de la narrativa. Entonces mezclar estas dos cosas es algo que poco se puede hacer en medios de comunicación tradicionales. De vez en cuando que uno hace una crónica, pero en general no es posible mezclar estos dos mundos y se producen textos que se publican como libro. Pero también se pueden tomar como literatura y entretenimiento porque se mezclan esos dos mundos”.

¿La publicación de sus libros le ha traído problemas de seguridad?

“Pues siempre que uno pisa callos se presentan reacciones impredecibles; pero es lo que yo llamo gajes del oficio”.

¿Cuál es la diferencia de su obra con otros libros publicados también por periodistas?

Yo creo que mi libro no trascendería si reprodujera a través de los periódicos. Por ejemplo, yo veo que muchas veces hay periodistas que generalmente cogen una selección de sus mejores columnas y sacan un libro. Eso para mí no tiene gracia. Por ejemplo, cuando Vladdo hace una recopilación de sus 30 mejores columnas, pero también saca sus 30 mejores caricaturas, sus 30 mejores chistes, etc., entonces ya ahí hay alguien que tiene un criterio bien definido de la vida de un periodista y caricaturista para hacer un libro, durante 30 años. Pero en general, esos periodistas que sacan esos libros de afán en los cuales reúnen y separan temáticamente 30 o más columnas, esos son libros que ni pienso encontrarlos, ya que son libros que no trascienden. Los libros que trascienden son los que muestran algo diferente a lo que sale en los medios”.

Usted, que ha sido muy aguda y valiente haciendo denuncias de mucha trascendencia, tanto que sus investigaciones pueden convertirse en cabeza de proceso judicial, pero, ¿por qué no pasa nada en este país, a pesar de ese conocimiento?

“Está pasando, lo que ocurre es que la Fiscalía no puede leer un libro y al día siguiente sacar un auto de detención. Le quiero decir, que en el caso de Los doce apóstoles está pasando. La Fiscalía tomó atenta nota de mi libro y empezó a hacer un proceso de corroboración jurídica de las cosas, juntándolo con los procesos que ellos ya traen. Ahí van, yo no pierdo las esperanzas. Sé que hay personas en la Fiscalía muy activas tratando de meterle mano al tema”.

Sus libros

A raíz de la publicación de su primer libro, Las guerras de la paz, 1985, estuvo exiliada en México después de que el entonces ministro de Defensa, Miguel Vega Uribe, ordenó perseguirla. El libro abarca desde el 9 de abril de 1948, fecha en que es asesinado Jorge Eliecer Gaitán, hasta finales de 1985, cuando aparecen las primeras consecuencias de la toma y contratoma del Palacio de Justicia. Describe la aparición de los grupos guerrilleros y devela abusos de miembros de las Fuerzas Militares durante el “Estatuto de Seguridad” del gobierno Turbay Ayala, además, denuncia desapariciones y torturas en las caballerizas de Usaquén y todas las denuncias posteriores.

Viajó a Alemania para escribir Noches de Humo, 1987, cuya protagonista es Clara Helena Enciso, guerrillera sobreviviente de la tragedia del Palacio de Justicia, quien cuenta con lujo de detalles lo sucedido en la Toma del Palacio de Justicia.

Penumbra en el capitolio, 1990, es un libro que escribió con Ricardo Villa Salcedo, un ex congresista liberal a quien asesinaron 2 años después. Es una radiografía del poder legislativo, en el que Behar combina investigación, ensayo y reportaje. Esta obra sirvió para reforzar la idea de cerrar el parlamento, modificarlo y crear uno nuevo. Lo hizo la Asamblea Nacional Constituyente (1991) creando las bases para un poder legislativo que resultó aún peor de lo que había antes, como lo hemos apreciado en estos días de fallidas reformas a la justicia.

El Clan de los 12 apóstoles, 2011, se basa en las confesiones del Mayor de la policía Juan Carlos Meneses, un protagonista, un cómplice de los peores delitos ejecutados en Antioquia, en las que el policía, hoy retirado, asegura que Santiago Uribe Vélez, hermano del expresidente Uribe, lideraba ese grupo paramilitar y que algunos entrenamientos se efectuaban en una de las fincas de los Uribe Vélez llamada La Carolina y describe cuáles eran los vínculos que tenían con la Policía y el Ejército.

El caso Klein, 2012, argumenta el origen del paramilitarismo en Colombia, obra indispensable para entender muchas cosas de la historia reciente del país. Ahora, el protagonista es Yair Klein, señalado de ser el creador de la profesionalización de los paramilitares en Colombia, amparado y motivado por las autoridades de ese momento y por la que él creía, era gente de bien. El israelí entrenó a los campesinos del Magdalena Medio, hasta convertirlos en máquinas de guerra. Klein fue condenado en Colombia, pero Israel negó su extradición al país “por no ofrecerle garantías a su vida en las cárceles colombianas”. El libro fue elaborado en conjunto con su hija Carolina Ardila.


Olga Behar Leiser, a pesar de posar hoy como aprendiz de periodismo digital, ha sido testigo de la historia más reciente de Colombia y ha logrado plasmarla en ésos cinco libros; valiente mujer, que nunca ha vendido sus principios y que siempre ha buscado la verdad. Además de haber trabajado en medios impresos, radio y televisión, es docente universitaria en facultades de Comunicación y Cine. Ganadora de los premios de periodismo Simón Bolívar, Anif 10 Años y CPB.

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