Por: Luis Barrera
Editor Proclama del Cauca
La delincuencia juvenil se
convirtió en el problema social de mayor importancia en Puerto Tejada. Siempre
se ha sostenido que los jóvenes representan el futuro de un pueblo o de un
país, pero si se vuelcan a la delincuencia desde temprana edad, resultará muy
difícil reincorporarlos a la sociedad.
En esta población, los jóvenes,
en su mayoría, tratan de buscar identificarse con un estilo de vida con el que
sientan que son tomados en cuenta realmente. Es por esta razón que cada vez más
jóvenes buscan una solución en el pandillaje. Este es uno de los problemas
sociales que más está aquejando a Puerto Tejada, hasta tal punto que las
propias autoridades y padres de familias no saben prácticamente qué hacer tras
la creciente ola delincuencial.
En reiteradas ocasiones el senador
liberal Luis Fernando Velasco Chávez y el representante a la Cámara Carlos
Julio Bonilla Soto al inicio de sus labores legislativas, propusieron una
especie de “Intervención urgente” de alto nivel para el caso de Puerto Tejada,
con el propósito de buscarle una salida viable y estructural al fenómeno de las
pandillas delincuenciales y en tal sentido también se ha expresado con
propuestas legales y jurídicas el senador Jesús Ignacio García Valencia.
Pero de momento no se ha podido
gubernamentalmente diseñar una política concreta en tal sentido, y como una
espiral, el accionar de las pandillas sigue aumentando el número de víctimas,
hasta el punto que muchos prefirieron en algunos barrios dejar sus casas
abandonadas y marcharse de la ciudad ante la inseguridad que ha puesto en jaque
las autoridades en muchos casos con la complicidad misma de padres de familias
que de una manera “alcahueta” e irresponsable han promovido la desafortunada
desviación de sus hijos.
Es también comprensible el
sufrimiento de tantas y tantas madres de familia, a las cuales sus hijos se les
“salieron de las manos” y hoy vergonzosamente asumen en sus corazones la dura
realidad que las golpea porque sus hijos están en las cárceles o en una fría
bóveda sepulcral o dos metros bajo tierra.
En este problema, las principales
causas sociales que provocan el auge del pandillaje en Puerto Tejada han sido:
la familia y la educación. En primer lugar, la familia juega un rol muy
importante, pues los integrantes de una pandilla suelen proceder de hogares en
crisis o destruidos totalmente o parcialmente por parte de los padres, donde
sus necesidades materiales o afectivas no son atendidas para un adecuado desarrollo
personal. En segundo lugar, la educación integral académica y pedagógica que se
le debe brindar al joven junto a los valores necesarios para contribuir al buen
camino y así, no caer en el pandillaje.
Pero ambos están incidiendo
seriamente en la formación de nuevas pandillas en cada uno de los barrios y
sectores rurales, la estabilidad y consolidación de las familias han sido
afectadas y el sistema educativo en Puerto Tejada fracasó registrándose un alto
nivel de deserción escolar y la falta de inculcación de valores y principios
que para nada se respetan.
Pocos fenómenos han traído en los
últimos años consigo una alteración más aguda de la convivencia en Puerto
Tejada que el fenómeno delincuencial cometido por menores de edad. Ante estos
supuestos la comunidad se siente en ocasiones inerme, impotente e indefensa.
En conclusión, los integrantes de
las pandillas en Puerto Tejada, mayormente, son jóvenes e incluso niños con
pocos valores y maltratados provenientes de hogares destruidos, sin educación
aunque se han visto casos de hogares muy bien conformados y un buen nivel de
vida.
Las 36 pandillas identificadas
están conformadas y operan generalmente, para una ayuda mutua entre sus
miembros, defienden su territorio a muerte y otras más radicales realizan sus
actos delictivos en cualquier parte de la ciudad, dejando en luto familias enteras
por los homicidios que a veces hasta insólitos cometen.
En nuestra opinión, la educación
y la familia, así sean en niveles pobres, son las que más influyen en la
decisión del joven para integrarse a una pandilla o seguir con una vida normal.
Claro que existe también una
serie de causas sociales que al final confluye en un mismo mínimo común
denominador: familias desestructuradas incapaces de cumplir la función
primordial de transmitir la normatividad inicial y afectuosa al menor: padres
drogadictos, alcohólicos, analfabetos, padres “desaparecidos”, familias
marginales o desarraigadas, pobreza, prostitución y marcada exclusión social.
Esa falta de control de los
progenitores ha dado lugar a continuos comportamientos ilícitos por parte de
los menores. Urge por tanto adoptar medidas preventivas contra delincuencia
juvenil, debiéndose seguir políticas sociales tendientes a poner fin a los
focos de marginalidad, cuyo factor criminológico debe conmover de forma rápida
e inaplazable a las autoridades y la sociedad en su conjunto.
Igualmente prioritario debe ser
el reforzamiento de la familia, como célula vital en la formación y crecimiento
de los niños y jóvenes en alto riesgo y del mejoramiento de la enseñanza en los
centros educativos como factores de socialización primarios, siendo
imprescindible rearmar moralmente a ambas instituciones.
Deben igualmente utilizarse
refuerzos en las escuelas y centros de capacitación, tales como la creación de
programas tendentes a enseñar a los niños a dominar sus tendencias
antisociales, especialmente en niños con problemas de agresividad factor éste
que se ha revelado como uno de los alicientes de riesgo para desembocar en
fenómenos de delincuencia juvenil.
Hay quienes sin embargo opinan,
que ha faltado es “mano dura” para combatir las incontrolables pandillas a las
que ni el mismo expresidente Uribe Vélez en ocho años de mandato prefirió no
afrontarlas y nunca atendió el clamor de los concejales, dirigentes, comerciantes,
docentes, trabajadores y gentes de bien, que le solicitaban su intervención
directa para impulsar programas sociales de rehabilitación y prevención, o “poner
a raya” a los grupos juveniles que están haciendo quedar muy mal una población
que pese a este y otros problemas, sigue
siendo amañadora y trasnochadora.
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