EL PAÍS DEL SAGRADO
CORAZÓN DEL PROCURADOR
Por Leopoldo de Quevedo y
Monroy
Locombiano
Colombia
es un país de extremos. Es sumamente rico en selvas, flora, fauna, paisajes,
ríos, diversidad de especies naturales, como las encontró Von Humboldt ya casi
unos dos cientos de años. Se nombran contralores y procuradores y auditores,
personeros, defensores del pueblo e interventores de obras que han ocupado
impunemente sus cargos sin mover un dedo. Quedan en libros de historia natural
y política los hechos y las fotos para el registro de nacionales y extraños.
Hoy
vemos como han caído árboles centenarios en las selvas, cómo la deforestación
nos trae el cambio de temperatura que nos asa el cuerpo en un verano intenso
que no conocíamos. Nadie dijo nada. Se dieron permisos, licencias a consorcios
temporales y multinacionales como si la nación fuera un territorio de bolsillo
y hoy vemos la otra cara de la moneda. Hay erosión, desplazamiento de sus
habitantes seculares, desecamiento de las fuentes naturales de agua,
contaminación de mercurio, y enriquecimiento sin que haya contraprestación a
las comunidades que han sido despojadas de sus predios y vida pacífica.
La
Constitución del 91 trajo modernización al Estado que estaba sumergido en la
sacralización de sus instituciones porque era un Estado confesional, heredero
de gobiernos de la doble espada: la temporal y la eclesiástica de Julio II.
Predominaban las creencias en una segunda vida más próspera que la terrena y el
ser humano vivía humilde y paciente esperando una redención de dioses lejanos.
Los reyes y jefes de Estado eran cuasi dioses, representantes de Dios en la
tierra.
Eso
modo de pensar ha vuelto a mostrar las raíces que habían cortado los
constituyentes en 1991. Con el gobierno pasado volvió el rosario y los ojos
torcidos a mirar al pasado medieval. Pero eso sí. Se olvidó que en la Edad
Media se creía por Tomás de Aquino que el alma llegaba al cuerpo no en el
momento del coito o la fecundación sino tres meses más tarde. Y llegaba el
soplo divino de la Gracia un mes más tarde al feto que sería mujer.
No
hay consenso si es igual el corte de la concepción con las prácticas anticonceptivas
o si hay aborto desde el momento del coito que impide hacer efecto al óvulo
redondo y al esperma agudo.
En
Colombia se llega a los extremos fundamentalistas y religiosos en un mundo
globalizado y laico. Nuestro modelo político y de convivencia del 91 quiere ser
manipulado por conveniencias místicas y entelequias moralistas de viejo cuño.
Con
la presurosa postulación que la Corte Suprema ha hecho para la reelección del
Procurador se ha puesto en el asador este plato medieval. Y ha quedado patente
que esta Patria sufrida con muchos tratados comerciales modernos vive un modelo
mental arcaico y que lesiona los derechos y libertades fundamentales de la
mujer a discernir y tomar decisiones sobre su propio cuerpo. De nada valen los criterios
de la Corte Constitucional en su interpretación auténtica de la Constitución y
la ley.
¿A
quiénes ha elegido el pueblo para que los guíe en estos tiempos modernos? Los
liberales votan a lo mismo que los conservadores, da lo mismo blanco que negro,
verde que pin-tado, sancocho que aguamasa. Se ha pasado por encima de los
derechos laborales, de la salud, de las pensiones, del medio ambiente. ¿Qué más
da pasar por encima de los derechos de la mujer?
Coletilla: Sorprendente la
celeridad y actitud antidemocrática de nuestro Congreso de salir a dar su
beneplácito a la postulación del Procurador sin que se hayan dado los nombres
de los otros dos ternados. Después dirán que no leyeron los hechos. Vuelve el
Congreso a quedar en tela de juicio nacional por esta embarrada política.
14-09-12 11:17 a.m.
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