domingo, 8 de julio de 2012

¿Nueva propuesta política?


CARLOS E. CAÑAR SARRIA

Al ex presidente Uribe aún no le pasa la frustración de no haber podido continuar en el poder. Se dedica en los actos públicos y en las redes sociales a despotricar contra el gobierno de Santos. En reciente homenaje al ex ministro Fernando Londoño Hoyos en el Club El Nogal en Bogotá, prácticamente expuso la plataforma política de lo que sería un nuevo partido, que nada o poco tendría que ver con el Partido de la U y que se encargaría de atajar el camino de la reelección del presidente Santos, bajo el eslogan de buscar un frente común contra el terrorismo.

No habido forma de convencer a Uribe de dejar gobernar a Santos. Dizque ya tiene unos precandidatos entre los cuales figuran, entre otros, Oscar Iván Zuluaga, Marta Lucía Ramírez, Juan Lozano y el reciente homenajeado, Fernando Londoño. Precandidatos que según analistas, no llenan las expectativas y algunos están impedidos legalmente. Hasta el momento se demuestra por el lado de las huestes uribistas, la falta de una figura política descollante que haga atractiva una propuesta de verdadera renovación nacional.

Disentir, estar en desacuerdo con determinaciones y acciones de gobernantes, de líderes políticos, religiosos, económicos y con personas del común, etc., son expresiones legítimas en una democracia. Y los ex presidentes están en todo su derecho de opinar sobre las acciones u omisiones de los presidentes de turno. Lo que no está bien visto es que se trate de estigmatizar un gobierno como el de Santos, que si bien ha demostrado debilidades en algunos o muchos temas y problemas, también ha demostrado fortalezas, que el país pudo reconocerle en los niveles de popularidad siempre altos, hasta que se entrometió la fallida y muy cuestionada Reforma a la Justicia.

La columnista Salud Hernández sostiene que Uribe no tiene nada distinto para ofrecer en las elecciones de 2014. Enfatiza que en los ocho años de gobierno de Uribe no acabó la corrupción, más bien la desbocó para que pasara su segunda reelección; no se acabó la guerrilla; no cambó trochas por autopistas, la mayoría de concesiones fueron un desastre; no pudo reformar el agónico sistema de salud con el peor ministro; que pudo y no quiso imprimirle moralidad al Legislativo por pensar en su reelección, etc.

Ante los ataques de Uribe, Santos ha reiterado no responderle las peleas y en que le ha tocado tragarse los sapos y ‘esconder los trapos’.

El ex asesor de Uribe, José Obdulio Gaviria, señaló que no importa quién sea el candidato del que sería el nuevo partido, sino que quien resulte favorecido tiene que asumir el compromiso de gobernar estrictamente de acuerdo a las indicaciones del jefe Uribe. En otras palabras, Uribe seguiría gobernando el país en cuerpo ajeno. Obdulio enfatizó también que en una eventual candidatura de Santos no sacaría más de un millón de votos. Ello está por verse, aún es muy prematuro y en política nada está definido. Más aún, en un país como el nuestro donde el devenir de los acontecimientos y las coyunturas de toda índole, demarcan el mapa y el espectro político.

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