CARLOS E. CAÑAR SARRIA
Al ex presidente Uribe aún no le
pasa la frustración de no haber podido continuar en el poder. Se dedica en los
actos públicos y en las redes sociales a despotricar contra el gobierno de
Santos. En reciente homenaje al ex ministro Fernando Londoño Hoyos en el Club
El Nogal en Bogotá, prácticamente expuso la plataforma política de lo que sería
un nuevo partido, que nada o poco tendría que ver con el Partido de la U y que
se encargaría de atajar el camino de la reelección del presidente Santos, bajo
el eslogan de buscar un frente común contra el terrorismo.
No habido forma de convencer a
Uribe de dejar gobernar a Santos. Dizque ya tiene unos precandidatos entre los
cuales figuran, entre otros, Oscar Iván Zuluaga, Marta Lucía Ramírez, Juan
Lozano y el reciente homenajeado, Fernando Londoño. Precandidatos que según
analistas, no llenan las expectativas y algunos están impedidos legalmente. Hasta
el momento se demuestra por el lado de las huestes uribistas, la falta de una
figura política descollante que haga atractiva una propuesta de verdadera
renovación nacional.
Disentir, estar en desacuerdo con
determinaciones y acciones de gobernantes, de líderes políticos, religiosos,
económicos y con personas del común, etc., son expresiones legítimas en una
democracia. Y los ex presidentes están en todo su derecho de opinar sobre las
acciones u omisiones de los presidentes de turno. Lo que no está bien visto es
que se trate de estigmatizar un gobierno como el de Santos, que si bien ha
demostrado debilidades en algunos o muchos temas y problemas, también ha
demostrado fortalezas, que el país pudo reconocerle en los niveles de
popularidad siempre altos, hasta que se entrometió la fallida y muy cuestionada
Reforma a la Justicia.
La columnista Salud Hernández sostiene
que Uribe no tiene nada distinto para ofrecer en las elecciones de 2014. Enfatiza
que en los ocho años de gobierno de Uribe no acabó la corrupción, más bien la
desbocó para que pasara su segunda reelección; no se acabó la guerrilla; no
cambó trochas por autopistas, la mayoría de concesiones fueron un desastre; no
pudo reformar el agónico sistema de salud con el peor ministro; que pudo y no
quiso imprimirle moralidad al Legislativo por pensar en su reelección, etc.
Ante los ataques de Uribe, Santos
ha reiterado no responderle las peleas y en que le ha tocado tragarse los sapos
y ‘esconder los trapos’.
El ex asesor de Uribe, José
Obdulio Gaviria, señaló que no importa quién sea el candidato del que sería el
nuevo partido, sino que quien resulte favorecido tiene que asumir el compromiso
de gobernar estrictamente de acuerdo a las indicaciones del jefe Uribe. En
otras palabras, Uribe seguiría gobernando el país en cuerpo ajeno. Obdulio
enfatizó también que en una eventual candidatura de Santos no sacaría más de un
millón de votos. Ello está por verse, aún es muy prematuro y en política nada
está definido. Más aún, en un país como el nuestro donde el devenir de los
acontecimientos y las coyunturas de toda índole, demarcan el mapa y el espectro
político.
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