lunes, 9 de julio de 2012

EL MUNDO DE LOS ESQUIROLES


Por: Santiago Zambrano Simmonds

El Estado Colombiano buscando la mal llamada confianza inversionista, ha ido vendiendo a favor de los privados  los recursos naturales, las empresas públicas, desmantelando el aparato productivo del país y persiguiendo los logros sociales de la clase trabajadora.

El marco teórico para implementar dicha política fue basado en teorías internacionales que nunca fueron atemperadas a la realidad de los colombianos y que a propósito, son teorías que posteriormente fueron rectificadas por algunos de sus promotores llámese Stiglitz o Fukuyama

Siguiendo esa moda mundial hicimos por ejemplo una apertura económica sin pedir nada a cambio, modificamos el código de minas en detrimento de la pequeña minería y en beneficio de la gran minería que paga irrisorias regalías, firmamos un tratado de libre comercio sin proteger el sector agropecuario, desmantelamos los distritos de carreteras acabando con la apertura y mantenimiento de las vías terciarias, pero lo más grave es que hemos permitido que se debiliten movimientos sociales que buscan proteger a la clase trabajadora, de la cual, casi toda la población hace parte.

Para darle legitimidad a esto último, el Estado argumentó, a veces con razón, que las cargas laborales hacían que las empresas fueran inviables especialmente en aquellas donde las conquistas eran exageradas, pero los congresistas y magistrados se olvidaron de verse en un espejo y no se percataron que los mayores beneficiarios de los altos factores prestacionales eran ellos mismos.

Para darle validez política a este cometido el gobierno utilizó a los esquiroles para que en vez de denunciar, alabaran la tercerización que se estaba llevando a cabo, primero mediante las Cooperativas de Trabajo Asociado, donde el trabajador no recibe un sueldo, sino una compensación y posteriormente mediante la implementación de los contratos sindicales.

Este tipo de contratos lo que hace es que las empresas en vez de tratar con cada uno de los seres humanos que la componen, traten con el Representante del sindicato que automáticamente se convierte en un semi-dios de la clase trabajadora, pues él a su voluntad elige el tiempo y modo de la contratación, sin estabilidad y siempre bajo la amenaza de la no renovación.

Estas nuevas elites en muchos casos no dan cuentas sino a su círculo de directivas, no dan informes financieros para sus vinculados y obligan al trabajador que para optar al contrato deben vincularse al sindicato.

Colombia como siempre utilizó al departamento del Cauca como su laboratorio social para la implementación de esos adefesios laborales generando gran descontento en la población, por eso por ejemplo, hoy en el hospital San José contratan auxiliares de enfermería por un tiempo menor que al del mismo contrato sindical quebrándole la voluntad al trabajador; en otros hospitales del Cauca a los médicos les pagan cuando y como les provoque; por eso también a algunos de los trabajadores de la Uten no se les reconocen sus extensas jornadas laborales que han tenido como efecto una alta tasa de accidentalidad.

Pero mientras todo esto ocurre, está la otra cara de la moneda, la de los esquiroles que ahora se codean con los dueños de las empresas, gerentes y gobernantes mientras que sus asociados esperan pacientemente que les hagan cuentas de sus dineros como por ejemplo de los 23.000 millones de utilidad que ha tenido la Uten, valor que se infiere de un estimativo hecho por el gerente de Cedelca en una Junta Directiva.

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