Por: Equipo de Investigación de Eco-Regional
No es nada escribir estos renglones y que ustedes lo lean. Cuando
tengan la oportunidad de visitar al corregimiento de El Hatillo, en el
municipio de El Paso, Cesar, Colombia, van a palpar las penurias por las cuales
vienen atravesando los habitantes de ese caserío, a quienes les arrebataron su
tranquilidad, su paz y hasta su modo de alimentarse. La situación es bastante
crítica toda vez que una desalmada empresa multinacional, como es Vale, los
engañó y los puso a firmar unos documentos para demostrar al Ministerio de
Vivienda y Medio Ambiente que habían arreglado con sus habitantes, diciéndoles
que tendrían mejor calidad de vida y desarrollo, pero ¡que tristeza! la
realidad es otra.
Cuando uno escucha a sus habitantes hablar sobre sus penurias,
estamos seguros que las personas de carácter fuerte que no derraman una lágrima
así no más, estamos seguros que al ver esta realidad, sus ojos se llenarán de
lágrimas, a uno le entra mucha rabia y al sentirse impotente con tanta
crueldad, sentimos un nudo en la garganta y nuestras lágrimas no se pueden
contener. Confieso que lloramos al ver el sufrimiento de esa pobre gente, cuyo
único pecado es ser pobre.
Con un sol templado llegamos a la población a eso de las 10 de la
mañana. Entramos por el también corregimiento de La Loma, quienes tienen a 500
metros la extracción del carbón y esto es cuento aparte. Por ahora nos
dedicaremos a conocer las denuncias de los pobladores de El Hatillo.
Con una tremenda nostalgia, un campesino nos dice: -“Mire,
nosotros vivíamos muy felices en esta tierra. Aquí hacíamos nuestras cosechas,
pescábamos en el río Calenturitas que hoy es solo barro, podíamos cortar un
palo para hacer leña para cocinar, pero ahora no tenemos trabajo, ni tierra
para cultivar, ni río para bañarnos, ni podemos pescar. Ahora esa empresa (la
Vale) tiene vigilantes a caballo y no nos dejan ni cortar un palo. Fíjese, los
otros días fui a ganarme unos pesos llenando unos sacos de gravilla y llegaron
los vigilantes y me dijeron: -salga viejo, aquí no puede recoger nada-”.
EL HAMBRE EL
PRINCIPAL PROBLEMA
Como ya no pueden cultivar pues la tierra la tienen los
explotadores de las minas, ni pueden pescar ni criar animales y como vimos, ni
cortar un palo para hacer leña para cocinar, entonces la situación es bastante
complicada. Antes eran autosostenibles, como se dice ahora, y había abundante
agua, ahora hasta el agua desapareció.
Otro habitante nos dice: .-“Vea, nosotros cuando teníamos hambre
nos metíamos debajo de un palo de mango y por lo menos comíamos mango, ahora lo
poco que paren la contaminación los daña, ni siquiera los limones dan para
servir, los animales se van poniendo flacos y vemos que no pueden respirar y
mueren, es decir no tenemos de dónde echar mano, por otro lado las casas, que
son débiles y pobres, se nos caen por efecto de las voladuras y como ustedes
pueden observar, el botadero está a solo 500 metros del poblado, es por ello
que la contaminación es tan alta que en horas de la mañana se ve como nieve”.
¡Qué triste realidad! Con esto se demuestra que a estas empresas
lo único que les interesa es llevarse nuestros recursos naturales y no les
importa más nada y lo hacen tranquilamente ya que nuestro querido país,
desafortunadamente, en materia de minería, no tiene autoridad y esas
multinacionales hacen lo que les da la gana. Uno se pregunta: -¿Cómo es posible
tanta indolencia? ¿Cómo es posible que el gobierno colombiano se arrodille ante
estas multinacionales? ¿Por qué el gobierno no hace nada por esos sufridos
habitantes de El Hatillo? Claro que no solo los habitantes de El Hatillo tienen
problemas, muchas poblaciones de la Guajira, el Cesar y otros departamentos
también están sufriendo duras las consecuencias de la “locomotora minera”.
¿Por qué el gobierno permite que se vulneren o violen los derechos
fundamentales, entre ellos el derecho a la vida? ¿Eso es lo que el presidente
Santos denomina: locomotora del desarrollo? ¿Por qué los congresistas no dicen
nada? ¿Dónde está la voz de nuestros diputados, concejales y alcaldes?
Sinceramente creemos que la locomotora del desarrollo se descarriló y se
convirtió en desastre ecológico y desastre social.
Señor presidente, ¿desplazar gente de sus lugares de origen,
explotar el carbón sin las condiciones requeridas, devastar nuestra ecología y
crear mega problemas sociales, es el desarrollo de la llamada locomotora
minera?
Por favor, señor Santos, aterrice. Este país no se le puede seguir
entregando a las multinacionales que solo perjuicios nos traen. Estas
explotaciones mineras no son buenas para el país por su gran efecto negativo
para nuestra biodiversidad, nuestra ecología y las personas que lo habitamos.
Muchas personas piensan que estas explotaciones son la redención
para el desarrollo, pero resulta que la experiencia vivida de más de 20 años,
nos ha demostrado lo contrario, tanto en la Guajira como en el Cesar. Miremos
no mas los megaproblemas de La Jagua de Ibirico y La Loma.
Amigos periodistas, investigadores sociales y demás, la
explotación minera es lo peor que nos ha podido pasar por sus consecuencias
nefastas. Si bien es cierto que genera empleos y unas pírricas divisas, la
verdad es que es más el mal que nos hace a los seres vivos y al ambiente que
las bendiciones que se reciben. Cuando uno vive en el ojo del huracán estamos
en capacidad de mostrar todos elementos negativos habidos y por haber para
demostrar que estas explotaciones sólo están dejando devastación de nuestra
ecología y megaproblemas sociales. Esto, sin sumarles las bandas de bandidos
que se pelean el territorio para apoderarse de las regalías que le pertenecen
al pueblo, como ha ocurrido en tiempos no muy lejanos en La Jagua de Ibirico,
donde se robaron más de 200 mil millones de pesos y como nos decía un amigo
jocosamente señalándolos de que además de cotudos tienen papera, se le añade
una serie de obras que se iniciaron hacen 9 años atrás las cuales fueron
suspendidas por las llamadas “ias”, pero que dichos procesos andan en burro y
cuando quieran fallar ya lo que se inició no sirve. Millones perdidos es la
consecuencia.
El Hatillo se encuentra en proceso de reasentamiento, lo mismo que
Plan Bonito y Boquerón, pero la verdad es que ya han pasado varios años y lo
que están esperando es que la población muera por la contaminación que están
recibiendo y todo por el desorden y la corrupción por parte del señalado
Ministerio. De nada valen las denuncias.
VIOLENCIA PASIVA
No solo la guerrilla y los paracos han venido asesinando a gente
inocente por aquí. Lo que han venido haciendo funcionarios del Ministerio de
marras, también se llama violencia. Uno no entiende ¿cómo es que van a explotar
una mina sin antes reubicar a las personas? Lo que han hecho con los habitantes
del corregimiento de El Hatillo no tiene nombre. Allí hay violación de la
Constitución, de los derechos humanos y de toda la normatividad, con el visto
bueno del ministerio. ¡Qué horror!
Lo más grave que vemos es que el gobierno colombiano no cuenta con
la normatividad y la jurisprudencia específica para formular y ejecutar planes
de reasentamiento, sin embargo cuenta con los recursos suficientes para
defender los derechos de los desplazados y desalojados forzosamente en los
distintos temas. Además vemos que la voluntad política es muy débil y por eso
estas empresas han venido haciendo lo que les da la gana, es decir, violan la
Constitución y los derechos humanos sin contemplación alguna, mientras que para
el gobierno no pasa nada. Todo está bien ¿y por qué será?
LO INVITAMOS A VER EL SIGUIENTE VIDEO:
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PUBLICADO POR: LOLITA ACOSTA en:
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Skype: lolita.acosta.maestre
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