De: Jaime Vejarano
Varona
Viendo esa
hermosa fotografía de "Los saltos de Otón", recordé una simpática
anécdota de cuando don Otón Sánchez, el legendario personaje de Popayán autor
del libro "Antología Genial de los Patojos", ocupó la Alcaldía de
Santander de Quilichao.
Resulta que
se presentaron a su Despacho dos morenos, ella y él, a pedirle que dirimiera un
conflicto muy serio que tenían entre los dos.
Decía ella
que su hijo debía llevar su apellido, Balanta, porque fue concebido antes del
matrimonio.
Alegaba él,
que la criatura nació cuando ya se habían casado y por lo tanto debía
apellidarse Banguero, como él.
La discusión
no tenía cuándo acabar por la intransigencia de ambos.
Entonces el
Alcalde Otón, resolvió salomónica y perspicazmente el conflicto de esta manera:
Agarrando el
primer libro que había sobre su mesa (un diccionario) y haciendo como que lo leía,
les dijo:
Óiganme:
este Código, en su artículo 333 dice: "Cuando ni el marido ni la mujer
logran ponerse de acuerdo sobre el apellido de su hijo, este llevará el
apellido del Alcalde. O sea que este muchacho es Sánchez, y !se acabó! Pueden
irse.
Ese era
Otón, un agudo exponente de la chispa patoja.
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