NELSON EDUARDO PAZ ANAYA
La organización de las FARC, conforme sus relatos orales, se inició
en las tierras de Marquetalia y Tierradentro, en el departamento del Cauca, una
vez más estas regiones de Guasábara, como en los días de la Conquista y la
Colonia, serán escenarios de conflictos, guerras y pactos sociales, sin límites
y sin tiempos; en una repetición incesante de la historia.
Al fin de cuentas, la nuestra es una secuencia de escaramuzas y batallas
con la actuación de héroes y próceres, en el recuento del pasado, con el
sacrificio, el poder y en ocasiones la gloria, alejados del paradigma del prospecto
económico, permitiendo se desintegrara la región más grande de la Nueva Granada
y se perdiera la categoría de ser centro continental de desarrollo.
En el Cauca se adelantaron los acuerdos con los grupos subversivos
reinsertados en Colombia, Quintín Lame y M-19, igual las guerrillas liberales y
“pájaros” de todas las pelambres, ahora los diálogos serán en otros escenarios,
pero los campos y los pueblos han sufrido mucho los ataques indiscriminados,
desplazamiento, destrucción y muerte, algunos se acabaron, perdieron la memoria
de su sacrificio, por cuenta de la guerrilla, los paramilitares y las bandas
criminales.
Se aspira, según la proyección presidencial, en el marco del “moderado
optimismo” mejorar las relaciones entre los ciudadanos y el Estado, mayor
inclusión política para que la democracia sea causa del desarrollo, y la acción
tributaria y fiscal sean instrumentos de distribución para la equidad; el
debate hará vibrar el país en su camino a la paz.
La pretensión de los acuerdos, que incluye intereses hemisféricos,
económicos, políticos, militares, no permanecerá limitada al grupo de los negociadores,
involucrará todos los sectores y de su participación y movilización consiente
dependerá la dimensión de lo pactado.
Las relaciones de los países en América, el narcotráfico, la
realidad de los Derechos Humanos, la cultura de la tolerancia, la inversión de
la concepción de la movilidad social, la visión del desarrollo humano, la
reinserción, la reparación y la memoria, son asuntos de obligado análisis
colectivo, para una región en convulsión por las expectativas que alberga.
El desafío para los Caucanos del Proceso de Paz, está en el suceso
de encontrarnos en el espacio de la confianza, buen momento para re-imaginar la
región, con la fuerza de la innovación impregnada en el espíritu, localizarnos en
escenarios de futuro, no se trata solo de la dejación de las armas, es la
recuperación de la pasión del alma con la que los colombianos hacemos las cosas
cuando las podemos hacer bien; por eso el país vive con intensidad las
expectativas del “nuevo orden social” que se avecina.
Se equivocaría la guerrilla y los enemigos agazapados del proceso,
si no hacen una lectura adecuada del momento, cuando los pueblos dan el primer
paso para zafar sus amarres, nada se interpone en sus sueños; la Constitución
de 1991 planteó otro Estado-Nación, ahora se propone otra sociedad; caminamos
hacia la nación de América que soñó Bolívar.
Presagian buenos resultados, el acompañamiento al inicio de los
diálogos de los premios Nobel de la Paz, de las organizaciones mundiales de los
Estados, de los artistas representados en Juanes, de los medios de
comunicación, de la sociedad civil, de partidos políticos, de la industria del
país representada con sentido patriótico, por el doctor Luis Carlos Villegas
Echeverri, el Cauca tiene derecho a sumar su competitividad en potencial
humano, con su riqueza material, en un marco de legalidad, para que su patrimonio
no genere corrupción, mafias y violencia, sino armonía, crecimiento económico y
desarrollo.
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