sábado, 8 de septiembre de 2012

SOBERBIA DESTRONADA


JOSE LOPEZ HURTADO*

Algunos altos exfuncionarios del gobierno del señor Uribe, que hoy se encuentran detenidos y soportan causas criminales, ante la contundencia de las pruebas que militan en su contra, han declarado que son presos políticos de la justicia colombiana.


No tienen otro argumento, ante la impotencia de sus defensores, pretendiendo deslegitimar los procesos que se les siguen, como el caso de la señora exdirectora del DAS (antigua oficina de policía política), sindicada de interceptaciones ilegales, quien gracias al mismo argumento, obtuvo asilo en Panamá, en donde hoy se encuentra.

Es la desesperada estrategia a la que acuden frente a las sentencias condenatorias que se les avecina, y que como es evidente, solo pretenden, como se dice coloquialmente, "torcerle el pescuezo a la ley".


Andrés Felipe Arias, exministro de agricultura de ese régimen, sindicado de los delitos de celebración de contratos millonarios sin el cumplimiento de los requisitos legales y de peculado, acaba de sostener la misma teoría, cuando la Fiscalía General de la Nación, ha ido destruyendo la presunción de inocencia que lo protegía de los graves cargos.

Pero resulta absolutamente evidente que los punibles investigados, corresponden a la categoría de comunes, en este caso, contra la administración pública, y de ningún modo, pueden asumirse como aquellos que atentan contra la existencia y la seguridad del Estado, que revisten una marcada connotación política. Pero que ni aún así pueden llamarse reos políticos, más propio de las dictaduras, que no es el caso colombiano. El señor Arias desconoce maliciosamente esta distinción, y cuando se subroga la condición de preso político, lo que está tratando de señalar es que la justicia colombiana lo tiene entre rejas por su condición de militante de la derecha colombiana, que así mismo se reconoce, y por su estrecha cercanía ideológica con Uribe, de quien pretendía ser su sucesor. Esta forma de pensar explica el por qué durante los ocho años de ese gobierno, los jueces y los Altos Tribunales, fueron objeto de los mas incruentos ataques y hostilidades por parte de quienes en el fondo, buscaban sentar en Colombia la mas oscura hegemonía, lo más distante posible de cualquier control sobre sus actos.


Pero no, los jueces han demostrado que se encuentran bastante distantes de proferir decisiones con algún sesgo político, en consideración al credo religioso o proselitista del enjuiciado. El ex-Alto Comisionado de la Paz, hoy prófugo, también se dice ser un perseguido político por la justicia colombiana, como única justificante de los presuntos delitos que se le endilgan.

Es el último y desesperado recurso que se les ocurre, ante la ausencia de cualquier lógica jurídica, que es lo propio para estos casos.

* Analista Internacional, colombiano.

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