jueves, 6 de septiembre de 2012

¡NARIÑO!


Jueves 6 de septiembre, 2012
De: Mario Pachajoa Burbano

Amigos:

El General Antonio Nariño al poco tiempo de haber regresado de su largo y doloroso cautiverio en Cádiz, España, se preparaba para asistir en Bogotá al Congreso de 1822 para el cual había sido elegido.

Rafael M. Carrasquilla, en su articulo "Nariño" publicado en El Papel Ilustrado, relata que dos jóvenes lo acusaron en el Congreso por haber permanecido seis años fuera del territorio de la República por su voluntad y sin permiso del gobierno.

Nariño se presentó a defenderse ante el Senado. Apareció, continúa narrando Carrasquilla, en la barra con el rostro quemado por el sol de las campañas y de los viajes, envejecido por los sufrimientos, casi sin poder tenerse en pie, por las heridas de los grillos, y pronunció su admirable defensa, una de las piezas más elocuentes que registra la oratoria colombiana.

“Hoy me presento, señores, dijo, como reo ante el Senado de que he sido nombrado miembro, y acusado por el Congreso que yo mismo he instalado, y que ha hecho este nombramiento. Si los delitos de que se me acusa hubieran sido cometidos después de la instalación del Congreso, nada tenía de particular esta acusación: lo que tiene de admirable es ver a dos hombres que no habrían quizá nacido cuando yo ya padecía por la Patria, haciéndome cargos de inhabilitación para ser Senador, después de haber mandado en la República política y militarmente en los primeros puestos sin que a nadie le haya ocurrido hacerme tales objeciones. Pero lejos de sentir este paso atrevido, yo le doy las gracias por haberme proporcionado la ocasión de poder hablar en público sobre unos puntos que daban pábulo a mis enemigos para sus murmuraciones secretas hoy se pondrá en claro, y deberé a esos mismo enemigos no mi vindicación, de que jamás he creído tener necesidad, sino el poder hablar sin rubor de mis propias acciones. ¡Que satisfactorio es para mi, señores, verme hoy, como en otro tiempo Timoleón, acusado ante un Senado que él había creado; acusado por dos jóvenes, acusado por malversación después de los servicios que había hecho a la República, y el poderos decir sus mismas palabras al principiar el juicio: Oíd a mis acusadores, decía aquel grande hombre, oídlos, señores; advertid que todo ciudadano tiene derecho de acusarme, y que en no permitirlo, daríais un golpe a esa misma libertad que me es tan glorioso haberos dado”.

Carrasquilla dice que Nariño fue absuelto por todos los votos del Senado, menos uno: el de un diputado que no había oído la defensa. A poco Nariño se retiró a Villa de Leyva a reponer su quebrantada salud; pero Dios lo dispuso de otra suerte, y el 12 de diciembre de 1833, rindió su espíritu uno de los hombres más grandes del Nuevo Mundo.

Su última enfermedad que no lo redujo a cama, le permitió recibir con ejemplar devoción, los Sacramentos. El 12 por la mañana montó a caballo y fue a despedirse de todos sus amigos. ¿A dónde marcha usted? le preguntaban. -A la eternidad, les respondía sonriendo. Por la tarde, teniendo a su lado al confesor y al médico, conversaba sentado en una silla sobre su enfermedad. Sacó su reloj del bolsillo y vio que eran las cinco de la tarde y dijo: Ya es tiempo; hizo la señal de la cruz y expiró.

Cordialmente,

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