martes, 4 de septiembre de 2012

EL RESPETO A LA CONSTITUCIÓN



EL RESPETO A LA CONSTITUCIÓN


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Colombiano

Retomo, por hoy, mi título originario para hablar de la Constitución de mi país. Nací en una Colombia de abogados, poetas y locos, con una Constitución heredada y moldeada en las herrerías de 1886. Todavía resuenan los yunques que a mazazos hicieron nuestras estrofas que recuerdan una época más de hierro y medieval que romántica. Cantamos a Oreste Sindici más que a Núñez. La música puede ser una oda más de guerra que de gloria inmarcesible y la letra un monumento permanente a unos dolores y desgarramientos seculares: “los que sufren bendicen su pasión”, “se baña en sangre de héroes”, “de sangre y llanto un río se mira allí correr”, “la virgen sus cabellos arranca en su agonía”…

En mucho se le lavó la cara a Colombia con la Constituyente de 1991. Se le quitaron los rezagos colonialistas del confesionalismo, se pusieron nuevos hitos de acuerdo con la modernidad, se construyeron formas de convivencia y de ver el mundo. Gran adelanto fue el mecanismo de la tutela, que abrió paso a la celeridad a los procesos para hacer pronta la justicia y el país salió de la barbarie al concebirla como un “Estado social de Derecho”. Ha sido un error dejarla tan abierta a los cambios, a diferencia de otras que tienen un cerrojo casi impenetrable para que se pueda alterar su estabilidad jurídica.

Por eso son saludables las palabras del nuevo magistrado de la Corte Constitucional Luis Guillermo Guerrero. Esperanzadoras y tranquilizantes.

El hecho público del nombramiento es como una unción sacramental. Saca a la luz y pone en la mesa las cualidades del iniciado. Se habló mucho cuando se postuló su nombre que era conservador o retardatario con su mirada derechista. Pero ha salido al paso de quienes lo miran con apasionamiento político. Lo han querido alinderar entre las ovejas díscolas que siguen banderas partidarias, pero ahora está diciendo que está libre de coyundas y no admite padrinos que le midan sus pasos.

Todo lo contrario. Se declara independiente, sin quitar su libre derecho a pensar como ciudadano afecto a unos principios que ha ido adquiriendo. Fue uno de los inspiradores de la actual Constitución y está dispuesto a defender su integridad y las expectativas que ella creó en el país.

“A veces existe la tentación de cambiar la Constitución según la coyuntura. A veces se abusa del mecanismo de la reforma. Creo y quiero creer que las instituciones son superiores a eso”, le expresó a El Espectador. Y deberemos creerle. La línea de trabajo de la Corte más alta de nuestras instituciones ha sido brillante, de avanzada, muchas veces audaz y de alcances insospechados. Estas características son un baluarte para la democracia.

No es bueno atribuir intenciones malévolas a un magistrado ni a una Corte que ha demostrado estar a la altura de las mejores del mundo y que puede ser ejemplo de sensatez, aplomo, estudio y recato con sus decisiones ante la gran prensa y ante el país.

La Corte ha sido sabia en la interpretación de la letra y la intención de sus creadores en aquellos graves momentos en que tuvo origen. No puede ser que por el cambio de uno o varios magistrados cambie su rumbo y se politice su seno. Ya tenemos bastante con la confusión que existe en nuestro gobierno y parlamento que quisieran hacer ochas y panochas a cada momento con nuestra Constitución.

03-09-12                                                    11:08 a.m.

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