domingo, 2 de septiembre de 2012

¡Avance, Presidente!


CARLOS E. CAÑAR SARRIA

La demora fue el anuncio del presidente Santos de adelantar conversaciones con las Farc y dar inicio a un proceso de paz que permita unos acuerdos para dar fin a un conflicto de medio siglo en nuestro país y con ello la popularidad del Presidente comenzó a subir en las encuestas. Popularidad desdibujada recientemente a raíz de los acontecimientos relacionados con la fallida Reforma a la Justicia y por circunstancias referentes a la seguridad, entre otros factores.

Se podría interpretar que los colombianos estamos cansados de una guerra sin parar y por lo tanto, hay un mesurado optimismo en una salida negociada que permitiese poner punto final a la confrontación armada. El Eln también ha expresado su interés en participar en las conversaciones y este deseo constata que la idea de la paz está sonando por todos lados.

El presidente Santos en un gesto realista sostiene que la paz no resultará de la noche a la mañana. Y tiene toda la razón. Hay que construirla paulatinamente y esto significa la necesidad de recurrir a la paciencia para la apertura de caminos hacia la convivencia civilizada y lograr construir la hasta ahora esquiva cultura de la paz. Mucha gente está de acuerdo en que los anunciados diálogos concreticen pronto la superación de la guerra; no diálogos eternos e improductivos sino demostraciones y soluciones concretas al problema de la guerra y la violencia.

Son importantes los comentarios de prensa y las variadas posiciones de los diferentes columnistas sobre las posibles negociaciones con la guerrilla, sin embargo es importante también, el uso de la prudencia para no colocarle palos a la rueda a un proceso de paz, que según términos del primer mandatario, es una de sus principales prioridades en la segunda etapa de gobierno. El ajuste a su equipo de gobierno, que incluye unas nuevas figuras como Lucho Garzón, puede vislumbrar un segundo tempo más productivo para bien de todos los colombianos, porque la verdad el reajuste ministerial ya era necesario.

Es cierto que dados los fracasos de otros procesos, algunos estén escépticos por un nuevo intento, pero no se puede desconocer la dialéctica en el sentido de que después de la guerra sobreviene la paz. Los colombianos merecemos una paz estable y duradera y construirla exige la participación de todos; por ello hay que rodear al Presidente en su osado y noble propósito de pacificar al país mediante el uso de la razón y el diálogo, que de ser productivos cambiarían sustancialmente la historia contemporánea del país.

Los partidos políticos, la Iglesia, la Academia, las organizaciones sociales y económicas, los diferentes sectores de la denominada sociedad civil, etc., debemos todos reconocer la necesidad impostergable de la paz. Al respecto, el filósofo colombiano, Estanislao Zuleta, anota: “En el más violento país de Latinoamérica no hay una bandera más popular que la paz”. Santos da muestras de estar guiado por la razón y el diálogo legítimo, facilitador del cambio que Colombia añora y necesita. ¡Avance, Presidente!

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