miércoles, 5 de septiembre de 2012

La vocación por la Paz de Noruega


Por: Luis Barrera
Editor Proclama del Cauca

Cuando se firme en los próximos meses el acuerdo para poner fin al conflicto interno entre el Gobierno nacional y las FARC, los caucanos y colombianos tendremos que agradecer eternamente al Gobierno noruego por su gestión para semejante logro y así ir alcanzando el sueño de la paz en nuestro país.

Desde comienzos de la década de 1990, Noruega ha incrementado su compromiso y labor a favor de la paz y la reconciliación entre los pueblos en guerra. Esta política es un componente constante de una política exterior largoplacista e integral de una nación civilizada que piensa más en futuro que en el pasado.

El presidente, Juan Manual Santos, anunció que durante la primera quincena de octubre Oslo será el escenario de la instalación del proceso de paz entre el gobierno colombiano y las Farc. Luego, mientras se desarrollan las conversaciones en La Habana, Noruega y Cuba seguirán siendo facilitadores y Venezuela y Chile actuarán como acompañantes.

El conflicto colombiano es uno más entre varios a los que los expertos noruegos les han buscado solución, algunos con éxito y otros no, teniendo como anfitrión o mediador al país nórdico, considerado el centro para las negociaciones de la paz en el mundo.

En la mayoría de los contextos, Noruega desempeña un papel de apoyo a la labor de otros actores dedicados a promover la paz y la reconciliación, incluyendo la ONU, organismos regionales, países y organizaciones no gubernamentales. Paralelamente, hay numerosos conflictos donde la ONU y actores regionales no pueden, o no se les permite, desempeñar tales funciones. Tales situaciones dan cabida a que países como Noruega, que con sus recursos, conocimientos y voluntad política, hacen su aporte a la paz mundial.

La  vocación de Noruega por paz y su gestión facilitadora ante otros pueblos en conflictos se basa en una estrecha interacción entre la ayuda humanitaria, la cooperación al desarrollo y el compromiso por la paz, recalcando la importancia de ser reconocible, paciente y con visión de largo plazo.

La política noruega de desarrollo desafía la distribución desigual del poder al interior y entre los países, como asimismo, y a todo nivel, las situaciones que contribuyen a la injusticia, la represión y la discriminación.

Desde el Cauca, escenario de luchas y conflictos bélicos, sectores independientes de opinión como PROCLAMA con inspiración liberal y demócrata, celebramos que el Gobierno del presidente Santos hubiese hecho lo mejor con discreción para comenzar bien este proceso de paz con la guerrilla más antigua del mundo recurriendo al talante de los noruegos.

El aporte de Noruega se basa en los derechos del individuo, el respeto a la dignidad humana por sobre todo y en contribuir a fortalecer la capacidad de los estados de cumplir sus obligaciones, y los mecanismos legítimos de los habitantes de exigir que sus derechos sean respetados.

Por algo durante la última década, Noruega ha sido varias veces denominada el mejor país del mundo por el Programa de la Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD). Noruega también destaca como uno de los países con mayor igualdad de oportunidades, según el Índice de Disparidad entre Géneros elaborado por el Foro Económico Mundial. La lucha contra la pobreza, la consecución de los objetivos del milenio, y la confianza en un orden mundial más humanista y respetuoso del medio ambiente liderado por la ONU, han sido los objetivos primordiales del gobierno noruego en un país que escasamente supera los 5 millones de habitantes, pero exporta lo que a muchos pueblos les falta. La Paz.

En términos formales, Noruega es una monarquía constitucional con un sistema de gobierno parlamentario y democrático que trabaja de manera sistemática en áreas fundamentales como el buen gobierno, derechos humanos, medio ambiente/clima, educación, salud e igualdad social, pero su vocación de fondo es contribuir a que los pueblos no se sigan matando.

La contribución de Noruega al nuevo proceso de paz en Colombia que arranca en su segunda etapa es invaluable si se tiene en cuenta que el trabajo a favor de la paz y la reconciliación se fundamenta en el respeto por los derechos humanos y en el fomento de los mismos.

Los padecimientos civiles que hemos vivido los colombianos por casi medio siglo durante los conflictos violentos son enormes y ha llegado la hora de iniciar el proceso hacia el sueño de la Paz.

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