Por: Luis Barrera
Editor Proclama del Cauca
Cuando se firme en los próximos
meses el acuerdo para poner fin al conflicto interno entre el Gobierno nacional
y las FARC, los caucanos y colombianos tendremos que agradecer eternamente al
Gobierno noruego por su gestión para semejante logro y así ir alcanzando el
sueño de la paz en nuestro país.
Desde comienzos de la década de
1990, Noruega ha incrementado su compromiso y labor a favor de la paz y la
reconciliación entre los pueblos en guerra. Esta política es un componente
constante de una política exterior largoplacista e integral de una nación
civilizada que piensa más en futuro que en el pasado.
El presidente, Juan Manual
Santos, anunció que durante la primera quincena de octubre Oslo será el
escenario de la instalación del proceso de paz entre el gobierno colombiano y
las Farc. Luego, mientras se desarrollan las conversaciones en La Habana,
Noruega y Cuba seguirán siendo facilitadores y Venezuela y Chile actuarán como
acompañantes.
El conflicto colombiano es uno
más entre varios a los que los expertos noruegos les han buscado solución,
algunos con éxito y otros no, teniendo como anfitrión o mediador al país
nórdico, considerado el centro para las negociaciones de la paz en el mundo.
En la mayoría de los contextos,
Noruega desempeña un papel de apoyo a la labor de otros actores dedicados a
promover la paz y la reconciliación, incluyendo la ONU, organismos regionales,
países y organizaciones no gubernamentales. Paralelamente, hay numerosos
conflictos donde la ONU y actores regionales no pueden, o no se les permite,
desempeñar tales funciones. Tales situaciones dan cabida a que países como
Noruega, que con sus recursos, conocimientos y voluntad política, hacen su
aporte a la paz mundial.
La vocación de Noruega por paz y su gestión facilitadora
ante otros pueblos en conflictos se basa en una estrecha interacción entre la
ayuda humanitaria, la cooperación al desarrollo y el compromiso por la paz,
recalcando la importancia de ser reconocible, paciente y con visión de largo
plazo.
La política noruega de desarrollo
desafía la distribución desigual del poder al interior y entre los países, como
asimismo, y a todo nivel, las situaciones que contribuyen a la injusticia, la
represión y la discriminación.
Desde el Cauca, escenario de
luchas y conflictos bélicos, sectores independientes de opinión como PROCLAMA
con inspiración liberal y demócrata, celebramos que el Gobierno del presidente
Santos hubiese hecho lo mejor con discreción para comenzar bien este proceso de
paz con la guerrilla más antigua del mundo recurriendo al talante de los noruegos.
El aporte de Noruega se basa en
los derechos del individuo, el respeto a la dignidad humana por sobre todo y en
contribuir a fortalecer la capacidad de los estados de cumplir sus
obligaciones, y los mecanismos legítimos de los habitantes de exigir que sus
derechos sean respetados.
Por algo durante la última
década, Noruega ha sido varias veces denominada el mejor país del mundo por el
Programa de la Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD). Noruega también
destaca como uno de los países con mayor igualdad de oportunidades, según el Índice
de Disparidad entre Géneros elaborado por el Foro Económico Mundial. La lucha
contra la pobreza, la consecución de los objetivos del milenio, y la confianza
en un orden mundial más humanista y respetuoso del medio ambiente liderado por
la ONU, han sido los objetivos primordiales del gobierno noruego en un país que
escasamente supera los 5 millones de habitantes, pero exporta lo que a muchos
pueblos les falta. La Paz.
En términos formales, Noruega es
una monarquía constitucional con un sistema de gobierno parlamentario y
democrático que trabaja de manera sistemática en áreas fundamentales como el
buen gobierno, derechos humanos, medio ambiente/clima, educación, salud e
igualdad social, pero su vocación de fondo es contribuir a que los pueblos no
se sigan matando.
La contribución de Noruega al
nuevo proceso de paz en Colombia que arranca en su segunda etapa es invaluable
si se tiene en cuenta que el trabajo a favor de la paz y la reconciliación se
fundamenta en el respeto por los derechos humanos y en el fomento de los
mismos.
Los padecimientos civiles que
hemos vivido los colombianos por casi medio siglo durante los conflictos
violentos son enormes y ha llegado la hora de iniciar el proceso hacia el sueño
de la Paz.
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