Por: Luís Barrera
Marcharán nuestros músicos en
Bogotá con la que le extenderán al gobierno nacional, un pliego de peticiones
sobre las necesidades que tienen como gremio en la actualidad.
Los organizadores de esta
movilización buscan que se involucren y participen todos los escalones sociales
que tienen que ver con la música, desde los intérpretes vocales e
instrumentales, pasando por los creadores de letras y hasta los coleccionistas,
melómanos y fabricantes de instrumentos.
Lo que los músicos le pedirán al gobierno
nacional, mientras atiende el presidente de los colombianos a los indígenas en
el Cauca, está consignado en el pliego de peticiones de siete puntos, en el que
se incluye:
- Promulgación del estatuto laboral del músico, para regular dicha actividad
- Creación y sostenimiento de un fondo destinado a la seguridad social de los músicos
- Restablecer el consejo asesor de la profesionalización del artista colombiano, en este caso para los músicos
- Promulgación de la Ley General de la música en Colombia
- Protección y promoción de la diversidad de la música colombiana
- Formulación de políticas del sector, buscando el fortalecimiento de la actividad
- Planes de emprendimiento cultural en la formación y profesionalización de los músicos colombianos.
“Este sería un verdadero reconocimiento
al oficio de nuestros músicos” sostiene el cantautor portejadeño Medardo
Aponzá, quien destacó que es la única manera de volver a dignificar la
profesión.
Los músicos en Colombia consagran
largas horas al perfeccionamiento y aprendizaje de la técnica y la
interpretación, pero al contrario de lo que muchas personas piensan, el
esfuerzo no sólo es físico y mental, sino también económico, el cual no se ve
reflejado en la remuneración de quienes optan por la música como su estilo de
vida.
Estudiar música en Colombia puede
ser visto como el ejemplo clásico de la búsqueda de un sueño. De hecho una gran
cantidad de personas que deciden dedicar su vida a este arte, lo hacen con la
firme intención de vivir a costa de lo que los hace plenamente felices, así no
se vea reflejado en la cantidad de ingresos que reciban.
“La música es sinónimo de
libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga
pasión, que la música sea el alimento del amor”, recomiendan los maestros de
música como Jairo Varela que inmortalizó sus canciones en el grupo Niche, la
mejor orquesta de salsa colombiana de todos los tiempos.
En la música todos los
sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha
realidad. Por ello el dominicano Rafael Sánchez López, autor de la célebre
canción de la “Banda está borracha” en su introducción expresa que “Caminando
por las calles sin cesar, de arriba a abajo, de arriba abajo...” y es quizá lo
que le toca a muchos de nuestros creativos músicos ya que caminan incansablemente
con sus melodías, composiciones e instrumentos, las calles de pueblos y veredas
porque saben que en el fondo lo que pasa es que “la banda está borracha, está
borracha”.
El infierno debe estar lleno de
aficionados a la música. Pero como lo dijo premonitoriamente en su última
composición el director del Grupo Niche, el cielo también debe estar siendo
tocado por muchos músicos que de dárseles la importancia que se merecen en la
sociedad, serán estimulados para que la buena música dé larga vida.
La música también hace parte del patrimonio
cultural de los pueblos y por ende constituye una rica herencia histórica ante
la que las generaciones presentes tenemos una irrenunciable responsabilidad
moral, por cuanto que este patrimonio representa el testimonio vivo de lo mejor
que multitud de hombres y mujeres de todas las épocas han realizado.
Conservar el patrimonio musical y
folclórico, dignificar a los músicos empíricos y profesionales equivale, por un
lado, a mostrar el respeto que debemos hacia el legado de innumerables
generaciones de congéneres que nos han precedido y, por otro, al hacerlo
entregamos el testigo de nuestra tradición cultural a las que nos sucedan. El
Patrimonio Cultural conforma nuestra memoria colectiva o de lo contrario la
banda está borracha o como dijo cierta vez el popular “Miguelito” que tocaba la
tambora en Puerto Tejada, ante un requisa de la policía y lo encontró
indocumentado: “No me lleven… que yo soy de la banda del padre Marín…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario