domingo, 12 de agosto de 2012

Esperanza inútil


Por Alfonso J. Luna Geller

No tengo ánimos ni pretendo referirme por ahora al “Inquieto Anacobero”, simplemente usurpé uno de sus títulos para perfilar la actitud generalizada de las comunidades del norte del Cauca.

Cada vez que ocurren hechos lamentables en este territorio, lo que por acá es habitual, las comunidades urbanas y quienes no hacen parte directa del conflicto o no padecen su cotidianidad, vuelven a sorprenderse. De inmediato, el Gobierno reacciona conformando nuevas comisiones para adelantar diálogos y proponer supuestos remedios. No recuerdo bien, me parece que fue Napoleón quien sentenciaba que si algo debía demorarse eternamente, para ello sería necesario nombrar una comisión.

Sobre el norte del Cauca se hacen nuevos diagnósticos sobre los diagnósticos que reposan desde hace mucho tiempo en todas las oficinas gubernamentales; se consignan “novedosas” declaraciones y comunicados públicos (igualitos a los que se expedían hace 40, 30, 20, 10 o 5 años), se firman nuevos convenios con otros actores prometiendo que ahora sí se van a cumplir; instituciones educativas y ONG convocan a más foros para estudiar a las comunidades y sus problemas –los indígenas y afros son analizados como ratones de laboratorio- donde el académico descifra y concluye lo que se había descubierto hace siglos; se citan urgentes y sofisticados consejos de seguridad en los que se habla la misma cháchara de siempre, se pide, y se aumenta el pie de fuerza, mientras las FARC y los delincuentes suben y bajan cada vez que se les ocurre hacer presencia y colocar bombas en cualquier parte, donde se les ocurra; los nuevos gobernantes, como son nuevos, prometen nuevos recursos (500 mil millones para esta temporada) improductivos por el paternalismo que debe caracterizar su inversión; se identifican nuevos milicianos y se les judicializa sin mayores elementos de juicio (los falsos positivos perdieron la credibilidad que les dio Uribe); se realizan nuevas marchas por las vías públicas y los líderes se echan los mismos discursos de siempre motivando acciones contra todo, especialmente contra multinacionales que arrasan con el medio ambiente y las riquezas naturales… y lo más grave, quienes no pertenecemos a la burocracia civil ni armada, siempre a la espera, en perpetua esperanza inútil, soñando en que ahora sí llegó el momento… que apareció el dirigente capaz, el líder eficaz… Grave, por la reiterada equivocación.

Así funciona el Estado, pero el Estado colombiano; y el norte del Cauca, un círculo vicioso en su miseria, en su conflicto eterno, conveniente escenario que hay  que mantener para justificar inversiones de capital extranjero –y nacional- sin responsabilidad social, para aplicar funcionarios infructuosos que son especialistas en proyectos de asistencialismo, y para destinar inversiones que mitigan las llamas pero que sostienen el necesario estado de atraso (el fuego sigue vivo en el subsuelo). Todo, convertido en circunstancias precisas, caldo de cultivo adecuado para quienes han de heredar o retomar cacicazgos y sostener la tarea de gobernar conservando vigente la esperanza inútil.

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