domingo, 12 de agosto de 2012

COLOMBIA TIERRA DE CONTRASTES


Por Diego Luis Carabalí C.
Periodista Independiente

Los colombianos somos así, es una frase que se utiliza diariamente en nuestros diálogos, controversias, reflexiones y meditaciones; pero ese ‘los colombianos somos así’, lo único que hace es confirmar que así somos.

Durante estos días en el Cauca, los hechos acaecidos en los territorios indígenas, que mostraron cómo la disputa por un territorio, por unos ideales y por un dominio total de intereses enmarcados en distintos factores, han dejado sentimientos encontrados: satisfacción para quienes se identifican con dicha lucha o indignación por las humillaciones a que fue sometida la fuerza pública. Pero hay otro amplio sector que no opina porque no quiere tomar partido, o quizás porque no le preocupa dicha situación; y quizás finalmente también hay que tener en cuenta a aquellos que hacen parte de los territorios pero que no les importa ni lo que pasa, y mucho menos lo que pueda pasar.

Hasta el momento son muchos los actos de dialogo, de intentos de acuerdo sobre los diversos intereses, pero es poco lo que se avanza por lo complejo e inmanejable de los temas.

Días después, con aparente calma en la región del Cauca, nos ocupamos de lo que nos podría representar la participación de un grupo de hombres y mujeres deportistas, dirigentes, gobernantes y demás actores que conforman una delegación para unas justas tan importantes del nivel olímpico; la verdad, ése entusiasmo no era en vano, tenía su razón de ser, pues los colombianos somos así, luchadores, sufridos, “verracos “y echados p’lante pase lo que pase y he ahí los resultados históricos que hoy ponen en lo más alto a ese grupo de colombianos unos con más recursos que otros ,pero al fin y al cabo, afectados por la precaria inversión que hace el Estado en el deporte colombiano; deportistas sin apoyos económicos, sin un techo propio, sin pistas ni escenarios dignos y acordes a lo que representan para el país y el mundo.

Porque de contrastes vivimos, precisamente por ello, porque ayer soñamos, hoy celebramos o lloramos y mañana fácilmente olvidamos. Quizás esa sea la clave para no sufrir eternamente o quizás creernos que lo tenemos todo, que lo logramos todo, que en Colombia no pasa nada o que en Colombia todo está en orden; la verdad es otra; en Colombia aún nos falta mucho para no decir que todo.

Unas horas después, en medio de la guerra que se sigue enfrentando en nuestra patria querida Colombia, seguimos soñando gracias a la participación de nuestros gladiadores en los campos y escenarios del país británico sede de los juegos olímpicos 2012.

Al despertar o quizás sin dormirnos, aún escuchamos los estruendos causados por la explosión de petardos y carros-bomba con los que se busca destruir puentes, estaciones de policía, bases militares, establecimientos públicos, torres del sistema eléctrico y mucho más. Lamentablemente los colombianos somos así; y como somos así, aún no logramos salir de un “viacrucis” y ya entramos al otro, hoy lloramos unos con más sentimiento que otros la desaparición del gran maestro Jairo Varela Martínez, un hombre sabio de la música que en medio de sus contrastes de vida, luchó por sus ideales y alcanzó un lugar muy alto en la esfera mundial, gracias a sus letras y canciones compuestas e interpretadas por esa amplia gama de músicos que durante más de treinta años han hecho música de la buena; música que perdurará por siempre y que en el cielo, si tiene la oportunidad, podría dirigir esa gran banda de sabios musicales que ya se encuentran en el más allá disfrutando del privilegio otorgado por el Altísimo.

Sólo nos queda seguir soñando en que algún día este país mejorará, quizás no estemos para vivirlo y contarlo; pero allí estarán nuestras generaciones futuras para que lo disfruten y sigan construyendo, ya no un país de contrastes, sino de vivencias lógicas, donde todos quepamos sin pretender sacar a unos del territorio para acomodar a otros, donde la oportunidad de trabajo sea un verdadero derecho por la dignidad humana, donde la salud y la educación no se mendiguen y donde nuestras potencialidades intelectuales y demás, sean verdaderamente valoradas y aprovechadas convirtiendo a Colombia en un verdadero estado social de derecho.

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