sábado, 28 de julio de 2012

UN BOLIVAR A SU ANTOJO


Jaime Vejarano Varona (*)

Al maníaco presidente de Venezuela ya no le gustó la figura históricamente aceptada de nuestro Libertador Simón Bolívar, sino que ordenó le fabricasen una para su uso exclusivo.
Y la ciencia cibernética, puesta incondicionalmente a su servicio, desenterró un esqueleto de ni se sabe quién, le elaboró un cutis y le implantó una máscara.
Y, “allí lo tiene como lo ordenó, mi coronel Chaves”.
Ya no valen las descripciones de quienes lo conocieron de cuerpo presente: Perú De Lacroix, o el General Páez; ni los retratos elaborados por aquellos artistas para quienes posó personalmente Bolívar: el francés Roulin, el venezolano Tito Salas, el colombiano Espinoza, el peruano Gil de Castro, el otro venezolano Fernando Salas, el italiano Meuci, el francés David D´Angers y Alfredo Boulton, entre muchos más.
Para quienes quisiéramos tener una imagen clara, definida y clásica de la fisonomía de nuestro máximo héroe americano, es desconcertante la profusión de interpretaciones orales, escritas, pictóricas o esculturales que nos muestran los artistas exégetas de su identidad.


El investigador ecuatoriano Manuel Arocha, en su obra Iconografía del Libertador, nos presenta 102 estampas, todas con rasgos muy peculiares, junto a una serie descriptiva de las distintas apreciaciones acerca de la fisonomía de Bolívar. (Véase en recuadro separado la diversidad de detalles físicos atribuidos a Bolívar).
Pues bien, con tales características y descripciones, pienso yo que más que a la paleta de un pintor habría que dejar a la imaginación de un poeta el conjugar tan disímiles rasgos físicos para crear un mito.
La estampa de Bolívar se encuentra interpretada fatigantemente en óleos, litografías, pirograbados, miniaturas en marfil, bordados en seda, porcelanas, esmaltes, bustos, medallones, condecoraciones y timbres de correo, amén de una infinita estatuaria.
Hallándome en tal estado de perplejidad para definirme por algún modelo, vino en mi auxilio una preciosa publicación lujosamente editada por la imprenta Cordani de Milán (Italia), con un tiraje de tan solo 2500 ejemplares, distribuida al mundo en Canje por la Librería del Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica, que constituye una joya bibliográfica, la cual me siento orgulloso de poseerla.
Se trata del libro titulado “El Arquetipo Iconográfico de Bolívar”, cuyo autor es Alfredo Boulton, que se resuelve sin duda alguna por el dibujo a lápiz y de perfil, elaborado por el francés Francois Desiré Roulin y que lleva la famosa inscripción de su propia mano que dice “Gral Bolívar desinné d’apress  nature a Bogotá,  15  freviere  1828”.
Este dibujo aparece en el “Papel Periódico Ilustrado” de los años 1881-1882 con un hermoso epígrafe del poeta José Joaquín Ortiz y que comienza así: “Ese que veis ahí, trazado con débiles líneas por mano de la Amistad, es el retrato del grande hombre, el Libertador de Suramérica Simón Bolívar”. Su frente está surcada por hondas arrugas, sus ojos de águila parecen amortiguados y revelan profunda meditación que se pinta en la languidez de sus labios … todo su aspecto revela el estado de un alma atormentada de la cual huyeron las esperanzas halagadoras … y por eso lo envuelve un triste aire de melancolía.”
Este boceto sirvió como guía para los bustos y estatuas de Bolívar, hechos en mármol por Tenerani uno de los cuales reposa en el Panteón de Los Próceres de nuestra ciudad, Popayán, traído por el General Mosquera de Italia y por el cual pagó 220 escudos de su propio peculio.
Así, pregunto al coronel  Chávez: ¿era necesario recurrir a un cráneo prestado para revestirlo con un rostro imaginario y crear un nuevo Simón Bolívar, a su antojo?

* De la Academia de Historia del Cauca
* De la Sociedad Bolivariana de Colombia

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