Marco Antonio Valencia Calle
Como una comedia de libreto maniqueo el conflicto en el Cauca confrontó
al Estado frente a su realidad, y repartió al papel de bufones a políticos y
periodistas puestos a improvisar incoherencias, al tiempo que sirvió para
darnos cuenta que nuestra Carta Magna tiene más pinta de obra literaria que de
realidad.
A tanta improvisación hay que recordarle a nuestros protagonistas
de novela, lo fundamental: La Constitución Nacional es el libreto clave para
gobernar y dirimir los conflictos que nos agobian.
No es necesario tener dotes de líder para gobernar, o tirar los
naipes al azar para lograr reivindicaciones. Líderes y gobernantes deben
conocer la Constitución y las leyes, y desde esos principios, hilar finito para
lograr resultados positivos en las aspiraciones de sus gobernados.
Dice la Constitución que todos los colombianos tenemos derecho a
la vida con dignidad, agua, salud, educación, vivienda, vías y seguridad entre
muchas otras cosas que el Estado ha prometido llevarle a los indígenas para
calmar sus reclamos. Cuenta de cobro que la historia les pasa a los políticos
(mestizos e indígenas) que han gobernado esta región, por dormidos,
ineficientes e inferiores frente a sus responsabilidades del bienestar común.
Dice la Constitución que somos Estado con territorio definido que
reconoce lo largo de su geografía diversidad de culturas y razas; y por lo
tanto, todos los ciudadanos “deberíamos tener” los mismos derechos y
obligaciones frente al Estado. Es decir, que por ser indígenas o negros, no
debiéramos recibir mejores o peores privilegios. Pero que, frente a la
imperfección del Estado que hoy brinda prerrogativas a indios y negros para preservarlos
y pagar confusas deudas históricas (que en mi criterio son micos que fracturan
el derecho a la igualdad) se debe actuar como debe ser: apegados a la ley.
Gobernar de manera coherente obliga a respetar la Constitución en
todas sus dimensiones. Por ello el gobierno nacional no debe volver con
promesas falsas para esta región, que se muere de hambre y que se cansó de la
violencia generada por bandidos que nacieron y crecieron por la desatención del
Estado.
Los indígenas, por su parte, deben entender que si bien es cierto
les faltan mejores condiciones de vida; ya tienen privilegios innegables, y que
la magnanimidad del Estado, no puede estar por encima de la Constitución que
los cobija como colombianos.
Marco Antonio Valencia Calle
tiwtter: @valenciacalle
facebook: facebook.com/valenciacalle
twitter: @valenciacalle
No hay comentarios:
Publicar un comentario