Jueves 26 de julio, 2012
De: Mario Pachajoa Burbano
Amigos:
Durante la época colonial los gobiernos monárquicos de Popayán
varias veces organizaron expediciones militares para apoyar autoridades
realistas. La última de ellas se efectuó en 1809, cuando en la ciudad de Quito,
Ecuador, apareció un movimiento independentista.
En la noche del 9 de agosto de aquel año, estalló en Quito un
movimiento revolucionario contra la monarquía, lanzándose allí el primer grito
de independencia en la América del Sur; lo mismo que en Caracas y en La Paz
desde 1806 hubo conatos de insurgencia, si bien en todos se le había dado el
cariz de propender al mantenimiento y defensa de los derechos de Fernando VII
contra la invasión de la Península por los franceses, y de acatar la supremacía
de la Junta de Sevilla.
Encabezaban tal movimiento los marqueses de Selva Alegre, Juan Pío
Montúfar, y Villa-Orellana, Juan de Dios Morales (granadino avecindado de años
atrás en Quito), Quiñones Cienfuegos, Manuel Larrea, Francisco Javier Ascásubi,
Juan de Salinas y otros ilustres patriotas, quienes el día 20 se constituyeron
en Junta Suprema, reduciendo a prisión al gobernador, Conde Ruiz de Castilla, y
organizaron el gobierno. Fue cuidado preferente el invitar las demás provincias
de la Presidencia de Quito a adherirse al movimiento de la capital. Así lo
hicieron los distritos de Ibarra, Latacunga, Ambato, Guaranda, Riobamba y
Alausí; pero los de Guayaquil y Cuenca se declararon hostiles.
La primera noticia de ese levantamiento llegó a Popayán el 23 de
agosto, traída por Ignacio Tenorio y Carvajal, que había salido de Quito el 10.
Inmediatamente el Gobernador Miguel Tacón y Rosique hizo saber lo que ocurría
al Virrey Antonio José Amar y Borbón, pidiéndole instrucciones, y este ordenó que
se armaran tropas sin tardanza para ayudar al sometimiento de Quito. La opinión
pública, tanto en Popayán, como en todo el Valle del Cauca, fue adversa a ese
movimiento, ya sea porque la situación de cautivo en que se hallaba Fernando
VII lo había hecho de especial simpatía, no solamente en España, sino en las
colonias americanas.
En Popayán se organizaron dos compañías de milicianos, que
alcanzaban a sumar cien soldados, los que fueron puestos a órdenes del
comandante Gregorio Angulo. En Cali alistó tropas el Alférez Real Joaquín de
Cayzedo y Cuero, en Buga Miguel Cabal, y así en las demás poblaciones
importantes, tropas que fueron concentradas en Popayán para obrar en
combinación con el gobernador Tacón.
Sabedor Tacón de que la Junta revolucionaria de Quito había
despachado tropas a invadir el territorio de la Nueva Granada, hizo marchar
precipitadamente con sus hombres al Comandante Gregorio Angulo, quien llegó a
Pasto en los primeros días de octubre, y allí se puso de acuerdo con las
autoridades del lugar y con el Capitán Blas de la Villota, nombrado jefe de un
destacamento de milicias. Habiendo sabido ambos jefes que las tropas de Quito
de 800 hombres, al mando de Francisco Javier Ascásubi, se acercaban al río
Guáitara, resolvieron ir a parapetarse en aquel lugar, y así lo hicieron,
ocupando Angulo el puente, y Villota, con su segundo Miguel Nieto Polo, la
tarabita de Funes, tendida sobre el mismo río, únicos sitios accesibles para el
paso por la naturaleza áspera y peñascosa de esas regiones.
El encuentro tuvo lugar el día 16 de octubre, siendo las fuerzas
quiteñas completamente derrotadas, con grande efusión de sangre. Ascásubi, el capitán
Ipinja (español que militaba con los quiteños, como jefe de la artillería),
otros oficiales y como 200 individuos de tropa fueron tomados prisioneros.
Cogiéronse también algunos elementos de guerra, entre ellos tres
cañones. Los prisioneros fueron llevados a Popayán donde estuvieron detenidos
hasta diciembre, cuando fueron puestos en libertad, merced a las gestiones de
José María Lozano, Marqués de San Jorge, enviado desde Santa Fe por el Virrey
Amar para obtener la completa pacificación de estas regiones.
Fue esta la primea acción de armas librada en territorio del
Virreinato de la Nueva Granada, en la lucha de le emancipación.
Las tropas de Gregorio Angulo siguieron después a Quito, para
apoyar a la autoridad del Conde Ruiz de Castilla, cuando éste reasumió las
funciones de la Presidencia. También fueron hasta allí las fuerzas que al mando
del coronel José Dupret envió desde Santa fe el Virrey Amar y Borbón, y las que
bajo la dirección de José Arredondo despachó de Lima el Virrey José Fernando de
Abascal.
Fuentes: Arcesio Aragón, "Fastos
payanes ", Vol. I, Imprenta Nacional, Bogotá, 1936 y Santiago Arroyo, "Apuntamientos",
Edición virtual 2000, Fundación Caucana de Patrimonio Intelectual.
Cordialmente,
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