Reinel Gutiérrez
No hay nada mas trágico y desconcertante que uno salga y se le
quede el celular. Ese día hay desconcierto, desconexión, incomunicación,
fatiga, desespero, dolor de cabeza, y como dijo una negrita, se siente
"ardencia" en el estómago. Y es como si un ser querido se hubiera
ido, porque el dueño del aparato siente su vibración, o lo oye sonar sin que lo
tenga. En el caso de la muerte, la gente sigue escuchando al difunto, lo oye
caminar, hablar quejarse etc.
Este aparato es el complemento de la existencia, por lo cual a
todos les pasa esa sensación que agudiza el estrés en alto grado. El trabajo
ese día es un desastre, y el estudio también, y solo viene a calmarse al
regresar a la casa, y rescatarlo, para ver cuantas llamadas perdidas, mensajes
y otras cosas se acumularon.
Claro, por estar pensando si empujar a un soldado es delito o es
pecado, si al estudiante Colmenares lo mataron o se accidentó, si el exfiscal
Iguarán comete desafueros y los niega, si el doctor Iragorri nuevo empezó a
remplazar al viejo, si el llanto militar en Toribío obedece a los gases o a la
rabia por no poder disparar, o si los políticos del Cauca se hacen los
insensatos ante los problemas del departamento, ayer se me quedó el celular.
Pero es el colmo, pues hoy antes de salir, se me cruzó por la
mente lo de la corrupción, los altibajos en el sistema de salud, los
desplazados, y si Uribe vuelve a ser presidente, y otra vez el móvil lo dejé.
La tecnología condiciona al ser humano, y cada día son más las
personas que dependen de un aparato con pantalla y sonido, que dirige los cinco
sentidos de las personas, sus pasiones, encantos y desencantos, habiéndose convertido
como el Ángel de la Guarda, en una dulce compañía.
Para los usuarios es mucho más importante portar el celular que la
cédula, un perfume o dinero. Por ello el móvil tiene un trato preferencial
porque es portado en el bolsillo, en la cartera, se le lleva al comedor, a la
cama, al baño, al carro, al templo, al paseo, a los viajes, al aula de clases,
a la cárcel, a la oficina, hasta la obra de construcción, o al sembrado de
yucas, pues el celular no tiene clases sociales de preferencia.
¿Será que los temas del país son mucho más poderosos que el
celular, o lo contrario?
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