Por: Luís Barrera
Vivimos en un mundo en el que las
ciudades se están convirtiendo en las unidades territoriales claves de la
organización económica, política y administrativa.
La puesta en marcha del ambicioso
proyecto de vivienda gratis para los más pobres de Colombia es sin lugar a
dudas la apuesta social habitacional de mayor contundencia en el Gobierno del
Presidente Santos.
Para responder a la pregunta ¿cuántos
votos producen cien mil viviendas gratis?, hay que entender que las ciudades en
Colombia y su entorno, se convirtieron en los espacios de cumplimiento del
derecho y para asegurar la distribución y el disfrute equitativo, universal,
justo democrático y sostenible de los recursos, riquezas, servicios, bienes y
oportunidades que ofrecen las ciudades.
De esta manera, el derecho a la
ciudad incluye el derecho al desarrollo. El presidente Santos ha entendido
entonces, que los grupos y personas vulnerables tienen derecho a medidas
especiales de protección e integración, distribución de los recursos, acceso a
los servicios básicos y no discriminación.
Se incluirán aquí aquellas
personas o grupos en situación de pobreza, de riesgo ambiental, víctimas de la
violencia, con discapacidades, migrantes forzados o desplazados, víctimas de
las calamidades naturales, etc. y cualquier grupo en situación de desventaja
respecto el resto.
Así lo ha anunciado el Gobierno
nacional y se la está jugando sin arriesgar los eventuales dividendos
electorales que puedan generar este macro programa de vivienda al disponer que
sea el ministro Germán Vargas Lleras para ponerlo en marcha.
Con Vargas Lleras, que es un
político corajudo y visionario, el presidente tiene un fuerte soporte a la hora
de reclamar el apoyo popular en una campaña electoral, entonces la respuesta
sería que puede llegar este proyecto a generar los votos suficientes hasta para
una reelección presidencial si se continúa en la meta de atender el déficit que
puede llegar a superar el millón de viviendas en todo el país tanto del sector
urbano como la zona rural.
En nuestro medio la vivienda
sigue siendo el espacio básico de convivencia en el que se habita en las
distintas regiones del país. Cada vivienda se encuentra insertada en un
contexto general más amplio formado por el barrio, el pueblo, la ciudad, o la
región.
Y esta inserción en la sociedad
es más compleja de lo que podría parecer en la medida en que constituye un
referente multidimensional con significados muy diferentes. Cada gobierno de
turno proyecta sobre la vivienda las normas esenciales de su espacio. Toda
vivienda lleva inscritos los valores técnicos, estéticos, culturales,
religiosos y espaciales propios de la colectividad y por el hecho de ser habitada
los enseña permanentemente a sus ocupantes.
Electoralmente no hay nada mejor
como satisfactorio para un gobernante que el entregar una vivienda, a una familia de escasos recursos y
todavía gratis, en el que el beneficiario agradece de generación en generación.
Abuelos o padres de familia se jactan diciendo: “hijos, esta casita la tenemos
gracias al presidente, al ministro, al alcalde, al gobernador, al concejal, al
diputado o al doctor Tal…, para quien debemos vivir eternamente agradecidos…”.
Caso contrario ocurre con el
ejemplo de quien ha sido víctima de un despido o simplemente ha perdido su
empleo de años, pues las referencias son: “hijos, estamos fregados padeciendo
esta penosa y grave situación debido al ‘hp’… que me echó del cargo…”, para
quien muy seguramente los odios y rencores incomprensibles van a ser de por
vida.
Cien mil viviendas gratis pueden
entonces, producir los votos suficientes para que se entienda que al igual que
los más pobres, todos los colombianos tienen derecho a disfrutar de una
vivienda digna y adecuada. Y que los gobiernos deben promover sin mirar en los
resultados electorales las condiciones necesarias y establecer las normas
pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del
suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación y tanto
avivato que suele surgir con las políticas del Estado.
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