sábado, 28 de julio de 2012

¿Cuántos votos producen cien mil viviendas gratis?


Por: Luís Barrera

Vivimos en un mundo en el que las ciudades se están convirtiendo en las unidades territoriales claves de la organización económica, política y administrativa.
La puesta en marcha del ambicioso proyecto de vivienda gratis para los más pobres de Colombia es sin lugar a dudas la apuesta social habitacional de mayor contundencia en el Gobierno del Presidente Santos.
Para responder a la pregunta ¿cuántos votos producen cien mil viviendas gratis?, hay que entender que las ciudades en Colombia y su entorno, se convirtieron en los espacios de cumplimiento del derecho y para asegurar la distribución y el disfrute equitativo, universal, justo democrático y sostenible de los recursos, riquezas, servicios, bienes y oportunidades que ofrecen las ciudades.
De esta manera, el derecho a la ciudad incluye el derecho al desarrollo. El presidente Santos ha entendido entonces, que los grupos y personas vulnerables tienen derecho a medidas especiales de protección e integración, distribución de los recursos, acceso a los servicios básicos y no discriminación.
Se incluirán aquí aquellas personas o grupos en situación de pobreza, de riesgo ambiental, víctimas de la violencia, con discapacidades, migrantes forzados o desplazados, víctimas de las calamidades naturales, etc. y cualquier grupo en situación de desventaja respecto el resto.
Así lo ha anunciado el Gobierno nacional y se la está jugando sin arriesgar los eventuales dividendos electorales que puedan generar este macro programa de vivienda al disponer que sea el ministro Germán Vargas Lleras para ponerlo en marcha.
Con Vargas Lleras, que es un político corajudo y visionario, el presidente tiene un fuerte soporte a la hora de reclamar el apoyo popular en una campaña electoral, entonces la respuesta sería que puede llegar este proyecto a generar los votos suficientes hasta para una reelección presidencial si se continúa en la meta de atender el déficit que puede llegar a superar el millón de viviendas en todo el país tanto del sector urbano como la zona rural.
En nuestro medio la vivienda sigue siendo el espacio básico de convivencia en el que se habita en las distintas regiones del país. Cada vivienda se encuentra insertada en un contexto general más amplio formado por el barrio, el pueblo, la ciudad, o la región.
Y esta inserción en la sociedad es más compleja de lo que podría parecer en la medida en que constituye un referente multidimensional con significados muy diferentes. Cada gobierno de turno proyecta sobre la vivienda las normas esenciales de su espacio. Toda vivienda lleva inscritos los valores técnicos, estéticos, culturales, religiosos y espaciales propios de la colectividad y por el hecho de ser habitada los enseña permanentemente a sus ocupantes.
Electoralmente no hay nada mejor como satisfactorio para un gobernante que el entregar una  vivienda, a una familia de escasos recursos y todavía gratis, en el que el beneficiario agradece de generación en generación. Abuelos o padres de familia se jactan diciendo: “hijos, esta casita la tenemos gracias al presidente, al ministro, al alcalde, al gobernador, al concejal, al diputado o al doctor Tal…, para quien debemos vivir eternamente agradecidos…”.
Caso contrario ocurre con el ejemplo de quien ha sido víctima de un despido o simplemente ha perdido su empleo de años, pues las referencias son: “hijos, estamos fregados padeciendo esta penosa y grave situación debido al ‘hp’… que me echó del cargo…”, para quien muy seguramente los odios y rencores incomprensibles van a ser de por vida.
Cien mil viviendas gratis pueden entonces, producir los votos suficientes para que se entienda que al igual que los más pobres, todos los colombianos tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Y que los gobiernos deben promover sin mirar en los resultados electorales las condiciones necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación y tanto avivato que suele surgir con las políticas del Estado.

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