sábado, 28 de julio de 2012

CÓMO DEBEMOS ORAR


Por Pbro. Edwar Andrade
Párroco Iglesia Stma. Trinidad Santander de Quilichao, Cauca


“De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario, y allí se puso a hacer oración” (Marcos 1, 35)

En privado: íntimamente. La oración comunitaria no sustituye la oración personal (Mc 1, 35). “Tú en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,6).

Sin egoísmo: con humildad. “Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones” (Santiago 4,3).

En su voluntad: Con obediencia y sumisión “En esto está la confianza que tenemos en él: en que, si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido” (1 Carta de Juan 5, 14-15).

En el Espíritu: cuando hay oración en lenguas: “Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros nos sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables”  Rom 8, 26. En la oración prolongada, difícil, fatigosa pero profunda, confiada en el Espíritu Santo, nos unimos de manera fatigosa, pero verdadera con los gemidos de todos nuestros hermanos, con los que participamos interiormente, liberando nuestro corazón para servirles en la justicia. Aquí es donde nace el verdadero servicio a los demás, que no es simplemente expresión de una compasión inmediata o de un entusiasmo rápido que muy pronto se viene abajo, como sucede con frecuencia; es un servicio que ha ido madurando en un gemido profundo, que nace de la contemplación de la insensatez de la situación humana y de la apertura a los demás, que la fuerza de Dios suscita con su Evangelio y a la que aspiramos y nos gustaría arrastrar con nosotros a todos los que de aluna manera participan de este gemido interior de nuestra oración. Sólo el espíritu puede enseñar a orar, y él está dispuesto a comunicar este precioso don a los hombres.

Confianza: Orar con fe “Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis” “Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis”.

Con prelación: cuando alguien visita nuestra casa lo atendemos con exclusividad, no mientras cocinamos o leemos un libro. De igual manera, la oración debe tener su momento especial e independiente. “Atiende a la voz de mi clamor, oh mi Rey y Señor” (Salmo 5,3) “Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6,6); “Me adelanto a la aurora y pido auxilio, en tu Palabra espero” Salmo 119, 147.

Permanente: No es solo los días laborales, ni cuando estamos de vacaciones. Debe  ser todos los días “Orad constantemente, en todo, dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” (1 Tesalonicenses 5, 17-18) “Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre” ( Lc 21,36).

En comunidad: Somos el cuerpo de Cristo y para él nos congregamos. Jesús nos dice Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos”(Mt 18, 19). Debemos procurar que sea con alegría para no desanimarnos y no caer en la tentación “Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil” (Mt 26, 41).


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