Por Jairo Cala
Otero / Conferencista – Editor de textos
Un estudio
científico arrojó una conclusión contundente: los cavernícolas ¡les dan ejemplo
de civilidad a los humanos de hoy!
Según afirma la
Universidad de California (San Diego, EE. UU.) «un pueblo nómada de Tanzania de
205 adultos que salían a cazar, generó 1.263 vínculos de campamentos y 426
directamente con regalos, lo que emanó una relación social, con respeto hacia
sus amigos y las propiedades de estos».
Se asegura que «los
orígenes de la tendencia en comunicación humana que hoy despliegan las redes
sociales, se remontan a las comunidades cavernícolas», dice el estudio, en el
que participaron el profesor de sociología médica, Nicholas Christakis; y el
profesor Coren Apicella.
La revista Natura,
que publicó el estudio, dice que «tal y como ahora se forman grupos de
seguidores del Twitter o de amigos del Facebook, los ancestros se unían para
cazar mamuts», lo que indica que conseguían colaboradores para agruparse en un
espacio social.
Para el análisis de
campo, «los investigadores estudiaron el pueblo nómada Hadza, de Tanzania, que
conserva un modo de vida parecido al de los ancestros de la humanidad antes de
que se descubriera la agricultura. Siguieron durante dos meses a hordas de unos
205 hadzas adultos, en un territorio de unos cuatro mil kilómetros cuadrados en
busca de jirafas y otros animales para cazar».
«La base de
relación social hadza es la amistad, y los miembros de la horda guardan
respeto por sus amigos y las propiedades de estos», concluyen los dos
científicos investigadores.
Vemos claramente
que, según tal estudio, aquellas hordas humanas son más civilizadas que las de
hoy. Sería irrespetuoso tacharlas por mala conducta por cuanto no son
agresivas, y respetan la propiedad de los demás, como quedó consignado en el
estudio aquí aludido.
En cambio, las
hordas contemporáneas crean con sus actos toda clase de descalabros. Tanto si
actúan por correos electrónicos o redes sociales, como si lo hacen en algunas
páginas virtuales de los periódicos, donde tienen libertinaje para escribir lo
que se les ocurra, estos «humanoides contemporáneos» se asimilan a «hienas» y «buitres»
a la caza de dignidades y honras ajenas. Basta leer algunos de esos mal
llamados «foros» para establecer que mucha gente de la sociedad latinoamericana
tiene enfermas sus emociones.
Amén de la pésima
ortografía, la descalabrada sintaxis y la disparatada incoherencia de aquellos
escritos -que bien pueden llamarse libelos, simplemente- los opinadores
arremeten, sin ninguna medida fronteriza, contra quien se «atraviese» en el
sendero de sus injurias, calumnias y vituperios. Sus palabras parecen sacadas
de un tonel lleno de excretas de alta putrefacción. Lo triste es que con ellas
llenan esos espacios dizque creados para «la libre expresión» de los lectores.
No tienen control
alguno, no hay regulación en esos medios periodísticos; a quienes tales
informativos orientan no les conmueve ese flujo estercolero que salpica a
diestra y siniestra, sin respeto alguno por la dignidad humana (ni siquiera la
de ellos mismos, los opinantes desbocados).
La demora es que
alguien discrepe. Entonces aparecen los gamberros, graduados en las letrinas de
la ignorancia y el oscurantismo, para soltar sus heces hediondas sobre aquella
persona que osa opinar de distinta manera; o que insinúa, comedidamente, que se
le baje el tono salvaje que le imprimen a esas «opiniones libres». ¡No faltan
quienes amenacen de muerte en nombre de grupos clandestinos armados!
Luego esas
«ventanas democráticas del pensamiento» -como no dudarán en llamarlas los más
libertinos- se convirtieron hace rato en trincheras desde las cuales se
«dispara» contra todos y no se le sostiene nada a nadie. Los delitos de calumnia,
injuria, falso testimonio, falsa denuncia, amenazas contra la integridad
personal, entre otros, se anidan en esos espacios (repito, mal llamados foros,
porque un foro es un escenario donde brilla la inteligencia); pero ni el
Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, ni ninguna
otra autoridad (para el caso colombiano) intentan siquiera frenar tales
conductas retrógradas.
¡Se siente
vergüenza ajena ante las hordas de cazadores de Tanzania, que se comportan
mucho más civilizadamente que muchos humanos «modernos»! Ellos, que son
amigables y respetan a los demás, son de mayor avanzada que estos gamberros de
hoy, que van a las universidades con la supuesta intención de estudiar y acabar
de formarse como seres pensantes (¿?).
Así estamos:
rodeados de enfermos de odio, de intolerancia, de agresividad por ridiculeces;
y animados por el irrespeto hacia la condición humana.
Lo dicho líneas
arriba: son hienas y buitres disfrazados de humanos. ¡Qué retroceso gigantesco!
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Capacitador: Jairo Cala
Otero, periodista autónomo e instructor de Español
Información: mundodepalabras@gmail.com - elbuencastellano@gmail.com
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