sábado, 27 de octubre de 2012

“Si las alcaldías contrataran gente con capacidades, despegaría el desarrollo local”: líder comunitario de la vereda “La Palomera”, de Santander de Quilichao


“Existe mucha gente capacitada que podría ayudar a generar conocimiento, pero las administraciones municipales no contratan al que sabe y muchas veces contratan gente por una cuota política, pero no por sus conocimientos y cualidades para ocupar un puesto determinado y generar desarrollo en las comunidades que necesitan de ese conocimiento. Si se hicieran las contrataciones por la competencia, se podría ver que los sectores campesinos del Cauca son capaces de crear empresa, desarrollar proyectos y generar desarrollo dentro de sus comunidades”: Jaime Yule Dagua


En el agobiado sector rural nortecaucano hay un dirigente agropecuario quilichagueño que da ejemplo: Jaime Yule Dagua, residente en la vereda La Palomera, de este municipio. Nos da lecciones, presenta soluciones de verdad, perdurables en el tiempo. Poco se queja, pues él sabe que el camino cómodo y simplista de querer contrarrestar las consecuencias de una agricultura ineficiente a través de asistencialismos oficiales o ficticias compensaciones de mercado no es la solución, al contrario, sostiene que eso es lo que ha perjudicado al sector agropecuario. Ante esta situación, Jaime se dedicó, de manera realista, a eliminar las causas más profundas de la falta de rentabilidad y de competitividad, prescindiendo de las ‘ayudas’ oficiales que, de antemano sabe, no sirven para el progreso de la sociedad porque tienen otras intenciones. Él dice, y lo comprueba, que lo único que salva a los agricultores, es que estén capacitados y organizados, con proyectos auténticos, de largo plazo.

Es Jaime Yule Dagua, líder comunitario de la vereda “La Palomera”, de Santander de Quilichao, trabajador agropecuario con “formación en la universidad de la vida... pero sí he hecho algunas capacitaciones, por ejemplo, con la Federación Nacional de Cafeteros; con Agroinnova, que es una incubadora de empresas del Cauca, con ellos he recibido bastante capacitación”.

Actualmente, Yule Dagua desarrolla con los miembros de su familia y algunos de sus vecinos un proyecto sobre transformación de plantas medicinales, para lo cual se han venido capacitando en lo referente a la producción de materia prima, su transformación en extractos y su distribución comercial.

“Agroindustrias Savia, una empresa con mucha esencia”, “es el nombre de mi empresa”, dice orgullosamente Jaime; los productos que se elaboran de manera artesanal son derivados de la planta de Alegría (Scuttela breviflore) y de la planta Amansatoros (Justicia pectorales), utilizadas en la región por la comunidad indígena Páez, como calmantes. Nosotros producimos extractos de armonía y alegría. La alegría es un antidepresivo y la armonía es un estimulante, relajante muscular, de uso milenario”.

“Es tan importante la realización de este proyecto, que a pesar de sus limitaciones, pues por ahora la producción es artesanal, la Universidad del Cauca, Facultad de Ciencias y Tecnología, decidió que era la entidad científica competente para hacer todos los análisis. Cuando iniciamos, con el apoyo del ingeniero agrónomo Jesús Álvarez, como eran plantas ancestrales que utilizaban los indígenas, nos dijeron que no había necesidad de pruebas técnicas, pero cuando ya nos metimos de lleno en el proyecto, ahí sí, había que realizar pruebas técnicas”.

“Nosotros metimos el proyecto a Colciencias y allí lo aprobaron, por eso, pagan todo lo que son las pruebas técnicas, estabilización del producto, etc. Claro que para esas pruebas no había unos equipos que se necesitaban y con el proyecto se compraron. El aporte de Colciencias es de 420 millones de pesos. Ya acabamos la fase 0 y ahora vamos a pasar a la fase 1, que comprende dotación de laboratorio y equipos; el trabajo de campo nos corresponde a nosotros”. “Las plantas medicinales las cultivamos en la finca, tenemos unas pocas, porque la idea nuestra no es producir la materia prima, sino para hacer tejido social con los vecinos, para decirles: miren, cultiven, que nosotros les vamos a comprar, porque la idea no es cogerlo todo para nosotros, sino realizar tejido social”.

¿Cómo se comercializa?

“No hemos salido masivamente al mercado por falta del registro INVIMA, pero hemos estado distribuyendo el producto en tiendas naturistas para ir sondeando el mercado. Se hicieron 3 estudios de mercadeo y nos dimos cuenta de que tenemos grandes oportunidades de comercialización. Cuando la universidad del Cauca termine las pruebas técnicas, se mandan al INVIMA y nos queda faltando solamente el laboratorio, que ya con esta segunda fase se hace y se inicia en firme el proyecto. Nosotros nos hemos propuesto que finalizando el próximo año ya tenemos que estar en todos los almacenes, si Dios quiere; mientras tanto, con la entrada del TLC, nos preparamos para producir con calidad, ser competitivos y trabajar asociativamente”.

¿Y el registro que marca tiene?

“Ya tiene marca, se llama “YULUC`X”, que quiere decir ‘hijo del agua’ y como mi apellido es Yule, entonces de allí salió el “YULUC`X”. Mi apellido Yule quiere decir “Agua Clara” en Páez”.

¿Qué otros proyectos se trabajan mancomunadamente?

“Existen muchas cosas en las que estamos trabajando. Por ejemplo, acá en La Palomera tenemos una asociación que se llama “La Mano Amiga”, que resultó a raíz de la presión de los cabildos indígenas contra la población campesina. Nosotros: La Palomera, Santa Rosa, El Guayabal, somos campesinos llegados de otras partes hace muchos años. Los indígenas querían que todo fuera tierra de resguardo, en consecuencia, nos organizamos, recogimos firmas, me fui a Popayán, el senador Luis Fernando Velasco me ayudó a través de la Federación Campesina del Cauca y echamos para atrás el negocio de venta de fincas para volverlas resguardo indígena. Dentro de la Asociación organizamos un grupo para cultivar ‘tomate larga vida’ en invernaderos. La idea nuestra es ir formando el tejido social dentro de nuestra gente para conservar la autonomía, nuestras costumbres, entre otros”.

¿Don Jaime, cómo subsiste su familia mientras se adelantan estos procesos?

“Yo en la finca tengo vacas, tengo café y abejas. Mi fuerte ha sido la apicultura; inclusive, yo estuve hablando con el director del proyecto para ver cómo lográbamos meter también esta especialidad agropecuaria: uno puede producir la miel, pero a la hora de meterse uno a un mercado bien clasificado no aplica, porque el gobierno a través de las normas exige que tiene que ser casi sacada de un laboratorio”.

¿Entonces esas mieles que uno compra en el mercado son de laboratorio?

“Pues a veces. En este país de leyes que no se cumplen, uno encuentra en los supermercados mieles que de miel de abejas no tienen nada, son unos preparados; porque el apicultor que la saca de las colmenas no puede llegar directamente a las cadenas de almacenes, siempre tiene que aparecer un intermediario. Pero si nos organizamos podemos llegar a ser competitivos, podemos eliminar la contaminación que se produce por la manipulación del campesino cuando la saca, la pasa de un envase a otro, la pone por ahí destapada. Pero si hacemos ese primer paso bien, se sella inmediatamente después de extraída, se lleva a que se le haga todo el proceso de beneficio de filtrado, de empacado, en un sitio donde no se contamine, entonces seremos competitivos. Inclusive trabajamos la idea de presentar un macro-proyecto para hacer un parque agroindustrial en Santander donde quepan los agricultores, los apicultores, los lecheros, los transformadores de fruta”.

¿Cómo llegó usted al negocio de la seda?

“Yo llegué a la seda porque vi a unos amigos. Habían llegado unos japoneses cultivando aquí en Guayabal, y al poquito tiempo eso se acabó. Una vez en una capacitación en Popayán hablaron de la seda y vi que la mata es muy buena, es decir, tenía alto contenido de proteínas y como yo tenía conejos, pensé que sería buenísimo para ellos, entonces le dije a un ingeniero que me consiguiera para yo poder así empezar a sembrar y me metí en el proyecto de cultivar morera, eso fue aproximadamente en el año 2000. De ahí sale el gusano que empieza a hilar la seda. Un capullo puede tener hasta 2.000 metros de hilo, producidos por un solo animalito. Luego se cosecha y se vende a Corseda, en Popayán. Ellos compran los capullos a todos los productores y en máquinas sacan la seda. Luego se lo dan a mujeres cabezas de familia y ellas producen el hilo, luego ese hilo va otras mujeres que son las especializadas en hacer artesanías: ellas mismas producen prendas de vestir, chales, bufandas, camisas, gorras, etc., y son muy costosas”.

Los sectores campesinos del Cauca – de acuerdo con estas experiencias – ¿podrían crear empresa y sacar adelante proyectos?

“Yo creo que sí, mientras las autoridades locales se propongan capacitar la gente, porque he encontrado gente tenía muchas ganas de hacer cosas pero le hacía mucha falta el conocimiento. Entonces, mientras las entidades públicas no se esmeren por capacitar la gente campesina, no podrá haber progreso. Ni siquiera las UMATAS pueden llenar el vacío de la falta de capacitación al campesinado, ya que la mayoría de UMATAS se rigen es por política y la misma política impide que la gente reciba la capacitación adecuada y correspondiente. Si las alcaldías contrataran gente con capacidades, despegaría un poco el desarrollo. Hace falta más capacitación en la parte operacional. También la falta de financiación de los proyectos: es un vacío muy importante que imposibilita el desarrollo campesino del Cauca. El reto que hay hoy en día es trabajar, producir cultivos en menos espacio y menos tiempo y también aprender a mercadear”.

¿El orden público limita también mucho a los campesinos?

“Tenemos el ejemplo de Toribío, que tiene mucha presencia de guerrilla y narcotráfico y salen “llevando del bulto” las comunidades campesinas. Pero en esta parte de La Palomera, El Guayabal, nosotros acá no lo sentimos, porque la gente está produciendo legalmente lo que no tiene restricción. Entonces, en la medida que uno se enfoque en producir cosas sanas, no tiene problema, porque la guerrilla no le va a ir a decir “no siembre eso, siembre coca”. Se puede trabajar si la gente decide producir sanamente y con la ayuda permanente de las administraciones, que sean ayudas técnicas, de capacitación y de recursos”. 

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