domingo, 21 de octubre de 2012

¿El camino hacia la paz?


CARLOS E. CAÑAR SARRIA

Se instalaron las mesas de negociaciones entre el Gobierno y las Farc en Oslo. El ambiente frío de la ciudad contagió el ambiente social con el discurso de uno de los miembros del Secretariado de las Farc, Iván Márquez. Lenguaje arrogante y desfasado, según analistas, con un tono comparable al utilizado en épocas del Caguán y en otros escenarios del pasado. Que las Farc aprovecharon la oportunidad para darse vitrina internacional, oxigenarse un poco y posar de víctimas y no de victimarios, dicen unos. Otros piensan que lo anterior puede ser cierto, pero también que en los procesos de paz, las partes representadas en sus negociadores, llegan a las mesas con unas posiciones y pretensiones hasta cierto punto normales que se van discerniendo y depurando en la medida en que los procesos avanzan. Como quien dice, esto apenas es el comienzo y vendrán momentos difíciles. Y si no, recordemos por ejemplo, el proceso de paz entre el M-19 y el gobierno de Virgilio Barco.

El gobierno del presidente Santos ha sido enfático en los puntos que hay que negociar y como lo anotó en su discurso de posesión, “la paz no se hará a cualquier precio”. Recientemente ha enfatizado también, que si el proceso de paz fracasa, el país nada pierde. Lo cierto es que quien quiere la paz al menos lo intenta. Pero si no se puede en determinado momento, alguien en un futuro tendría que intentarlo nuevamente; pues no aceptar esta posibilidad, con ello se estaría negando la dialéctica, es decir, el reconocimiento del hecho de que se busca la paz, ahí donde existe la guerra. A cambio del pesimismo extremo debe caracterizar el optimismo moderado. El hecho de que el proceso arrancó mal, como algunos o mucho piensan, no significa que de antemano el proceso fracasó, pues no puede fracasar algo que apenas comienza. Lo cierto es que si las Farc están verdaderamente convencidas de la conveniencia de la paz, es porque han caído en cuenta de la falta de vigencia de la tesis de Mao en el sentido de que “el poder viene del fusil” y de la posibilidad de lograr espacios democráticos en caso de una eventual apertura política.

Ante la  tesis de las Farc de que la paz no es solo el silencio de los fusiles y que por lo tanto hay que apuntar a atender la economía social, es decir, las causas objetivas de la violencia, se piensa que dadas las circunstancias históricas del país, es difícil primero modificar el modelo económico para hablar de paz. Primero la paz y después la economía social. Reiteradamente se ha analizado, que muchos recursos utilizados y desperdiciados en la guerra se podrían destinar a la inversión social.

Aunque el Gobierno ha manifestado que el modelo económico no estará en discusión, si se piensa en una paz social, inevitablemente el modelo económico por lo menos tiene que cuestionarse. Y el gobierno no ha descartado hacer cambios sociales.

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