CREPITACIONES 2013
Por Lic. Javier Enrique Dorado Medina
Correo electrónico: jaendor70@hotmail.com
Twitter: javiergolden_
El mundo de hoy en día, tan convulsionado en todos sus aspectos, tan diferente en su estilo de vida, con costumbres y modas que nos aterran y llenan de incredulidad inaudita, con inventos tecnológicos que nos abruman y al mismo tiempo nos llenan de admiración por la capacidad innovadora del ser humano, con niños y niñas que nos sorprenden con sus capacidades intelectuales a la hora de preguntarles algo y son demasiado inquietos en su forma de ser y rebeldes con causa, por estar inmersos en la cultura tecnológica que nos domina, sin embargo ese mundo extra rápido de los presentes tiempos, adolece (con contadas excepciones), de dos valores imprescindibles que se han ido perdiendo en ese frenesí ya comentado: me refiero a la humildad y a la sencillez en los seres humanos.
Y para demostrar la introducción anterior, voy a comentarles dos excepciones que me han llamado la atención de manera poderosa y me han incitado a escribir esta columna. La primera, de orden mundial, referida a la inesperada renuncia del actual Papa Benedicto XVI, noticia que hizo cimbrar al mundo entero por sus diversas connotaciones y que ha suscitado muchos comentarios de diferente índole, incluso ha colocado en entredicho lo que parecía “normal” en el interior del Vaticano, en Roma, pero que a la luz de las evidencias, se van conociendo luchas políticas, intrigas, escándalos de toda índole, en fin, todo un cúmulo de situaciones propias de un Estado común y corriente (véase por ejemplo, el reportaje El infierno vaticano, de El Espectador del domingo 17 de febrero de 2013). Debido a estas situaciones internas y ya agotado física y espiritualmente, optó por renunciar, dejando para el mundo una lección de humildad, pues no se dejó atrapar por la arrogancia del poder, de la cual en Colombia hay ejemplos típicos, en algunos políticos y uno en especial, ya de todos conocido, quienes se “atornillan” a los puestos de generación en generación.
El otro caso que quiero compartir con ustedes, amables lectores, ocurrió hace días, cuando subía por la carrera 9ª., en el cruce con la calle 5ª., en plenos semáforos, cuando vi a la distancia a un señor muy delgado, subido en la base de un semáforo, vestido humildemente, con un sombrerito algo desvencijado, una camisa con remiendos, unos zapatos irreconocibles y una gaja de plátanos a sus pies, entonces, cuando lo reconocí se me hizo raro que estuviera subido allí, y por eso mi pregunta lógica: …¿buenos días, y usted, qué hace subido allí? , y su respuesta, me sorprendió demasiado, pues se quitó el sombrerito, me hizo una venia estilo japonés, extendió su mano y me contestó: “buenos días, señor periodista, ¿cómo está usted?, felicitaciones en el día del periodista, yo lo estoy leyendo en PROCLAMA, por internet”, me sorprendí aún más y le pregunté: ¿y cómo lo hace?, y me contestó con una sonrisa en los labios: “pues voy a una sala de internet”. Le agradecí el comentario, se subió a un colectivo y allí conocí el valor de la sencillez y la humildad.
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