domingo, 17 de febrero de 2013

Corrupción Vs. Libertad de expresión, en el Cauca


Por Alfonso J. Luna Geller

Temístocles le ordenó a todo su gabinete y allegados un bloqueo económico absoluto que conduzca a la desaparición física del diario Proclama del Cauca. Por lo visto este ha sido el gran sueño y prioridad del gobernante de “Todas las Oportunidades”.

La empresa Proclama del Cauca le acepta el reto y garantiza que la ilusa pretensión también le resultará infructuosa al gobernador y su equipo, no tanto por sus propias incapacidades sino por las fortalezas de Proclama que le permiten tener por fuera de su computo precisamente un presupuesto público que es manipulado, de manera arbitraria y discriminatoria, para perseguir paisanos y someter vasallos. Y le acepta el reto además, porque esta empresa no depende de un período como en el caso de Temístocles, que si le va mal al Cauca, llegará hasta el 31 de diciembre de 2015, ni un día más; mientras nosotros seguiremos de largo (obviamente que es posible que no sea siempre en cabeza de quien esto escribe, por aquello de lo mortal); pero si nos va bien será antes, cuando Sandra Morelli logre demostrar que lo que presentimos no es cierto, que en Colombia seguirá imponiéndose la impunidad sobre la corrupción, de la cual este gobernador es un notable paradigma.

Esta vulgar presión sobre los periodistas no es novedosa en el Cauca, ni somos las primeras víctimas del gobernante perseguidor; pero queremos dejar en evidencia esta maña, porque puede ser otra de las causas del histórico atraso que padece este departamento, el más miserable de Colombia, que ha sido conducido a esta situación, preciso, por estos gobernantes que confunden las prioridades y después no lo reconocen. De hecho, ya se ha cumplido el primer año del “castigo” que pretende infringirnos este gobierno por nuestra osadía e independencia periodística, un verdadero trofeo para enrostrarle a los pusilánimes, que no ven aquí una persecución contra el norte del Cauca patrocinada precisamente por quien debiera dar muestras de convivencia pacífica y de integridad territorial. Es que el atentado que fragua Temístocles y su equipo no es contra el director; en su pelea con él mismo no entiende que Proclama del Cauca es una institución, y por ello el desprecio que evidencia es hacia los miles de lectores diarios que no están sumidos en su confusión y que necesitan conocer quién los gobierna y para dónde es que conducen a esta sociedad; es contra los mejores columnistas y escritores del Cauca que utilizan a Proclama del Cauca como su medio para ejercer la libertad de expresión, es contra una región, contra el norte del Cauca, de la cual Proclama es prácticamente símbolo de libertad de prensa por más de 30 años y un patrimonio cultural; en fin, el de menos es el depositario de los odios de Temístocles por no haberse dejado someter, desconocedor absoluto de su dignidad.

Temístocles ha llegado al ridículo, tratando de posar de chantajista, inclusive el mismo día que vino el presidente a firmar el contrato-plan en Padilla, de insinuarles a algunos alcaldes que sigan su irresponsable ejemplo en contra de Proclama, pero lo han sacado con palmaditas en el hombro para no hacerlo sentir mal… discretos que han sido para no decirle como yo ahora, que ellos no tienen por qué acompañarlo en la terrible enfermedad de los corruptos: limitar la libertad de expresión y de prensa, establecer la censura con las presiones económicas de moda hoy en el Cauca.

Qué pena con los caucanos con este mandatario que no tiene ni idea de por qué aparece en los últimos lugares de la opinión pública, que arrastra en su desprestigio a todo un departamento, que asumió el poder no para pensar y trabajar en el desarrollo de sus pueblos sino para perseguir de manera abusiva a quienes afortunadamente no votamos por él.

Que un mandatario se fije como tarea prioritaria de obra de gobierno acabar con un medio de comunicación cuando en el mundo entero se trata es de su protección para garantizar la pulcritud, transparencia y responsabilidad frente a su sociedad, es un mensaje absolutamente claro de las intenciones de su gestión como gobernante.

Nunca he podido entender por qué un mandatario cree que su fugaz período significa todo o nada y se cree que tras de él no habrá futuro… Allá él y su confusión…

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