jueves, 19 de julio de 2012

QUIÉN TOMARÁ LAS DECISIONES


Por: Andrés Felipe Gil
17 de Julio de 2012

El mundo político definitivamente está pasando por un punto de inflexión muy importante. El activismo político a través de las redes sociales y otros medios electrónicos, permite que hoy en día grupos de interés y ciudadanos en general asuman posiciones, reaccionen o que puedan ejercer presión en tiempo real.

El último intento por reformar la Justicia en Colombia es solo un ejemplo. En poco tiempo la presión pública fue tal, que el gobierno decidió acudir, a través de un acto a todas luces inconstitucional, a frenar la reforma devolviéndola al congreso en un acto, no solo sin precedentes sino minando la legitimidad del poder legislativo. Así mismo, las manifestaciones en Europa ante posibles desmontes de los beneficios del estado de bienestar e incluso la primavera Árabe, son expresiones de la emergencia de un nuevo entorno en el quehacer político. Lo cual no debe ser juzgado por bueno o malo, sino que debe aceptarse como consecuencia lógica de la transición digital de la cotidianidad humana.

El problema radica en que ante el desafío de enfrentar las decisiones políticas al escrutinio público en tiempo real y recibir la reacción de manera inmediata y pública, los políticos están menos dispuestos a tomar decisiones necesarias pero de difícil aceptación pública. Algunos analistas le llaman a este fenómeno popularismo. Que haciendo un esfuerzo analítico podría suponerse que cada acto político o administrativo está sujeto a un consecuente referendo a través de las redes sociales, con la consecuencia de que el temor de los funcionarios públicos y de los políticos a enfrentarse a esto supone la inacción y la falta de decisión en problemas que requieren urgente atención pero que no son populares.

Ejemplo de las decisiones que en nuestro país pueden pasar al congelador por cuenta de este temor son la reforma tributaria y la reforma pensional. Claramente son temas que necesariamente afectarán los actuales beneficios o derechos de la mayoría de colombianos, pero que son necesarios en la medida de que la viabilidad fiscal del país en el mediano y largo plazo dependen de tomar estas costosas decisiones.

Una reflexión final resulta de este nuevo entorno en política y es que no hay ninguna manera de detener o soslayar esta nueva forma de participación política ciudadana, por el contrario, nuestras instituciones políticas tendrán que pensar en introducir estos efectos en la planeación y en la estimación de las consecuencias de la implementación de decisiones políticas.

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