Por: Andrés Felipe Gil
17 de Julio de 2012
El mundo político definitivamente
está pasando por un punto de inflexión muy importante. El activismo político a
través de las redes sociales y otros medios electrónicos, permite que hoy en
día grupos de interés y ciudadanos en general asuman posiciones, reaccionen o
que puedan ejercer presión en tiempo real.
El último intento por reformar la
Justicia en Colombia es solo un ejemplo. En poco tiempo la presión pública fue
tal, que el gobierno decidió acudir, a través de un acto a todas luces
inconstitucional, a frenar la reforma devolviéndola al congreso en un acto, no
solo sin precedentes sino minando la legitimidad del poder legislativo. Así
mismo, las manifestaciones en Europa ante posibles desmontes de los beneficios
del estado de bienestar e incluso la primavera Árabe, son expresiones de la
emergencia de un nuevo entorno en el quehacer político. Lo cual no debe ser
juzgado por bueno o malo, sino que debe aceptarse como consecuencia lógica de
la transición digital de la cotidianidad humana.
El problema radica en que ante el
desafío de enfrentar las decisiones políticas al escrutinio público en tiempo
real y recibir la reacción de manera inmediata y pública, los políticos están
menos dispuestos a tomar decisiones necesarias pero de difícil aceptación
pública. Algunos analistas le llaman a este fenómeno popularismo. Que haciendo
un esfuerzo analítico podría suponerse que cada acto político o administrativo
está sujeto a un consecuente referendo a través de las redes sociales, con la
consecuencia de que el temor de los funcionarios públicos y de los políticos a
enfrentarse a esto supone la inacción y la falta de decisión en problemas que
requieren urgente atención pero que no son populares.
Ejemplo de las decisiones que en
nuestro país pueden pasar al congelador por cuenta de este temor son la reforma
tributaria y la reforma pensional. Claramente son temas que necesariamente
afectarán los actuales beneficios o derechos de la mayoría de colombianos, pero
que son necesarios en la medida de que la viabilidad fiscal del país en el
mediano y largo plazo dependen de tomar estas costosas decisiones.
Una reflexión final resulta de
este nuevo entorno en política y es que no hay ninguna manera de detener o
soslayar esta nueva forma de participación política ciudadana, por el
contrario, nuestras instituciones políticas tendrán que pensar en introducir
estos efectos en la planeación y en la estimación de las consecuencias de la
implementación de decisiones políticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario