Reinel Gutiérrez
El conflicto agudizado en el norte del departamento del Cauca, mostró
unas escenas jamás vistas en el país, como el hecho que los civiles se dieran
el lujo de empujar a los militares.
No es un acontecimiento común, mas cuando las fuerzas armadas
siempre se han mostrado fuertes, decididas o inderrotables en toda confrontación
o motín.
Pero lo ocurrido significa que el panorama en el país no es color
de rosa, y que la agudización de las diferencias de clase provocan ese, y otros
hechos. En Colombia hay gente indignada porque congresistas, magistrados,
gerentes de entidades, succionan el presupuesto nacional con sueldos y
pensiones de 25 millones de pesos y más, mientras la miseria de miles de
hombres, mujeres y niños es desesperante. También por la discriminación, las
componendas, la corrupción, la violencia, y todo tipo de atropellos contra las
personas.
Qué tal que los miserables, la gente de la calle, los
desempleados, los que no pueden ingresar a la Universidad, los explotados por
los servicios públicos, y los desplazados les dé por empezar a empujar
soldados. O que los carentes de vivienda, los afiliados a las empresas de
salud, los vendedores ambulantes, y los estudiantes, empiecen a dar empellones
a los policías.
Porque lo que hay que entender es que el "empujoncito",
no es un simple acto de mala educación contra la persona del uniformado, sino
el significado de un gran mal social que corroe el país en todos los campos.
Seguramente que ningún colombiano tiene algo contra el recluta 0rtega, o el
agente Quinayás, sino con el mal manejo administrativo de la riqueza nacional.
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