Por el Padre Edwar Gerardo
Andrade Rojas
Párroco Iglesia de la S. Trinidad
Santander de Quilichao
“Siempre
en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con
perseverancia e intercediendo por todos los santos (Ef 6, 18),”
Los cuidados que nunca vemos (Leer Salmo 91, 11) Se acercó un hombre corriendo a un famoso predicador
del siglo XVIII, y le dijo: "Ayúdeme a darle gracias a Dios por su
maravillosa providencia. Mi caballo se desbocó, mi carruaje se hizo pedazos en
el precipicio, y ¡he aquí, yo no sufrí daño alguno!". El hombre de Dios
sonrió con benevolencia y contestó: "Bueno, hermano, yo sé de una
providencia mil veces mayor que ésa. Yo he viajado incontables ocasiones por
ese mismo camino, y mi caballo nunca se ha desbocado, y mi carruaje nunca se ha
hecho pedazos. ¿A qué piensas que se deba que nunca le hayamos dado gracias a
Dios por muchas cosas que tenemos y que somos? ¿Qué cosas en tu vida son una
bendición y aún no te has dado cuenta de eso? Dicen que Dios nos ama y nos hace
el bien a escondidas, pero nunca le hemos aceptado plenamente, ¿crees que si le
dijéramos a Dios que lo aceptamos de verdad, El nos manifestaría su amor más
libremente? ¿Por qué podría ser esto?
Cada uno tiene que
encontrar su propio camino de oración o de unión con Dios. Esos caminos
difieren tanto como las personas. Cada una tiene su manera personal de amar.
Estas diferencias corresponden a las diferencias individuales de carácter y de
personalidad. El esfuerzo mayor por descubrir la oración o el modo de realizar la
unión con Dios y de creer cada vez más en ese amor, tiene que hacerse en el
sentido de purificación personal “Si mi amas, observaréis mis mandamientos”
(Juan 14,15). Sin una sincera actitud de arrepentimiento de las propias
infidelidades y flaquezas humanas no hay oración auténtica. Preguntémonos ¿Cómo ha sido nuestra oración
hasta ahora? ¿Ha sido constante? ¿Hemos tenido respuesta a nuestras peticiones?
¿Ha sido fría, sólo por cumplir o por temor? ¿Ha tenido los frutos esperados?
Reflexionemos unos minutos en esto, seamos sinceros con nosotros mismos,
reconozcamos las faltas que hemos tenido en nuestra vida de oración ante
nuestro Padre, para que él actúe en nuestra debilidad. En el Antiguo Testamento
Dios hablaba solo con aquellos que él mismo escogía. Después de la resurrección
de Jesús y la venida del Espíritu Santo, todos podemos tener comunicación
directa con Dios. Para hablar con nuestro Padre Celestial lo hacemos a través
de la oración. Debemos recordar que la oración es para nuestra alma como la respiración
para nuestro cuerpo, que hay oración personal y oración litúrgica (oración
oficial de la Iglesia, en comunidad)
DIFERENCIA
ENTRE REZO Y ORACIÓN PERSONAL
REZO: es la repetición de formas
establecidas, impersonales, mecánicas, sin calor y no salen del corazón.
Palabras repetidas de otros, sin prestar atención a lo que decimos.
Oración: La
oración es la llave que abre el arca de todos los tesoros. Es
diálogo directo con Dios, espontáneo y libre, como con un amigo: para que
exista diálogo se necesitan dos personas: Jesús y yo, teniendo la certeza que
Él escucha y nos responde “Llámame y te responderé y mostraré cosas
grandes, inaccesibles, que desconocías” (Jeremías 33, 3), (1 Ti 5);
“Derramaré mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión: ¡ah Señor,
Dios grande y temible, , que guardas la alianza y el amor a los que te aman y
observan tus mandamientos” (Dn 9,4). Podríamos pensar que la oración es
como marcar un número telefónico con la seguridad de que al otro lado de la
línea siempre nos responderán. Dios está siempre listo para dialogar con
nosotros, para escucharnos y contestarnos. Si esta comunicación es frecuente
tendremos garantía que conoceremos cada vez más su voluntad y lo que Él quiere
que le pidamos. En la oración se necesitan dos, de lo contrario caemos en el
error de establecer un monólogo. Es necesario orar amando y convertir la
oración en un momento con el Padre, en el amor y la ternura. La oración sirve
para: “reclamar” o pedir nuestra herencia como hijos de Dios. Acercarnos cada
día más a nuestro Padre. Vivir en comunión constante con Dios.
Recordemos:
Oración Litúrgica es la oración oficial de la Iglesia, en los
sacramentos (especialmente la Sagrada Eucaristía), la
liturgia de las Horas, etc. Oración comunitaria: es la que realizamos con otros
hermanos. Oración personal: es la que realizamos a solas con Dios.
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