domingo, 15 de julio de 2012

Cauca y soledad


CARLOS E. CAÑAR SARRIA

Con respecto a la reciente visita del presidente Santos a Toribío en donde lideró un Consejo de Ministros, el periódico El Espectador (12.07.12), entre otras cosas anotó:
“Más allá de las promesas del presidente Santos, del compromiso de reforzar la seguridad y ponerles freno a los hostigamientos de los grupos irregulares y de las expectativas que puede generar la visita del mandatario y todo su gabinete a una región habitualmente olvidada por el Gobierno y por una clase política que poco o nada han hecho por el departamento, está el escepticismo de los pobladores, en especial de la comunidad Nasa que decidió tomar la justicia por sus propias manos”.
Es consuetudinaria la indiferencia del Estado colombiano ante la dramática situación de este departamento, como también la inoperancia de una clase política que no le ha caracterizado el liderazgo, el compromiso de trabajar unida por la región que teóricamente dice representar. En el Cauca se han mantenido unos cacicazgos y unos feudos de poder excluyentes que poco o nada han hecho por remediar las condiciones de pobreza y de marginamiento socioeconómico de la población, lo cual indiscutiblemente ha agravado el problema social. A esto hay que agregarle que los partidos políticos -invisibles- lejos han estado de ser los verdaderos intermediarios entre la sociedad civil y el Estado.
El Cauca se convierte en noticia nacional e internacional, no por el trabajo mancomunado y comprometido de sus dirigentes hacia la consecución de unas condiciones materiales que signifiquen el bienestar físico y emocional de las personas, sino cada vez que los problemas se acentúan haciéndose más conflictiva la relación Estado-Sociedad. Los movimientos sociales tienden a ocupar los vacíos del Estado, de los partidos políticos y de los demás actores que tienen como misión la atención efectiva de los múltiples requerimientos y necesidades de la población.
Reiteramos en que “El Cauca amerita progreso económico con desarrollo social. Que los beneficios de la economía no lleguen sólo a unos pocos. Cinco o seis senadores, cuatro o más parlamentarios pueden significar mucho o poco, dependiendo de que dediquen o no sus esfuerzos en mejorar las condiciones de vida de una gran cantidad de compatriotas ansiosa de reconocimiento”.
La clase política caucana tiene qué pellizcarse. Más preocupada por prebendas personales o sectoriales, por divisiones intestinas, por el clientelismo y la politiquería, que por un verdadero proyecto político que signifique el mejoramiento de las condiciones de vida de toda la población. El Departamento del Cauca lejos de ser una alternativa de desarrollo económico y de progreso social, parece la ‘Cenicienta’ en el orden de las prioridades en el país.
Los caucanos debemos esperar con optimismo que se cumplan los anuncios del presidente Santos de hacer una significativa inversión social en el departamento con el Plan Cauca, ello permitiría atender en parte las causas objetivas de la violencia.
En medio de la crisis que vive el Cauca, parece como si el gobernador Temístocles Ortega estuviera solo. Dos senadores en actitud patética enfrascados en discusiones sobre quien impidió o no que se construyera la obra de Brazo Seco. ¿Y los demás congresistas? ¡Soledad!

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