CARLOS E.
CAÑAR SARRIA
Con respecto a la reciente visita
del presidente Santos a Toribío en donde lideró un Consejo de Ministros, el
periódico El Espectador (12.07.12), entre otras cosas anotó:
“Más allá de las promesas del
presidente Santos, del compromiso de reforzar la seguridad y ponerles freno a
los hostigamientos de los grupos irregulares y de las expectativas que puede
generar la visita del mandatario y todo su gabinete a una región habitualmente
olvidada por el Gobierno y por una clase política que poco o nada han hecho por
el departamento, está el escepticismo de los pobladores, en especial de la
comunidad Nasa que decidió tomar la justicia por sus propias manos”.
Es consuetudinaria la
indiferencia del Estado colombiano ante la dramática situación de este
departamento, como también la inoperancia de una clase política que no le ha
caracterizado el liderazgo, el compromiso de trabajar unida por la región que
teóricamente dice representar. En el Cauca se han mantenido unos cacicazgos y
unos feudos de poder excluyentes que poco o nada han hecho por remediar las
condiciones de pobreza y de marginamiento socioeconómico de la población, lo
cual indiscutiblemente ha agravado el problema social. A esto hay que agregarle
que los partidos políticos -invisibles- lejos han estado de ser los verdaderos
intermediarios entre la sociedad civil y el Estado.
El Cauca se convierte en noticia
nacional e internacional, no por el trabajo mancomunado y comprometido de sus
dirigentes hacia la consecución de unas condiciones materiales que signifiquen
el bienestar físico y emocional de las personas, sino cada vez que los
problemas se acentúan haciéndose más conflictiva la relación Estado-Sociedad. Los
movimientos sociales tienden a ocupar los vacíos del Estado, de los partidos
políticos y de los demás actores que tienen como misión la atención efectiva de
los múltiples requerimientos y necesidades de la población.
Reiteramos en que “El Cauca
amerita progreso económico con desarrollo social. Que los beneficios de la
economía no lleguen sólo a unos pocos. Cinco o seis senadores, cuatro o más
parlamentarios pueden significar mucho o poco, dependiendo de que dediquen o no
sus esfuerzos en mejorar las condiciones de vida de una gran cantidad de
compatriotas ansiosa de reconocimiento”.
La clase política caucana tiene
qué pellizcarse. Más preocupada por prebendas personales o sectoriales, por
divisiones intestinas, por el clientelismo y la politiquería, que por un
verdadero proyecto político que signifique el mejoramiento de las condiciones
de vida de toda la población. El Departamento del Cauca lejos de ser una
alternativa de desarrollo económico y de progreso social, parece la ‘Cenicienta’
en el orden de las prioridades en el país.
Los caucanos debemos esperar con
optimismo que se cumplan los anuncios del presidente Santos de hacer una
significativa inversión social en el departamento con el Plan Cauca, ello
permitiría atender en parte las causas objetivas de la violencia.
En medio de la crisis que vive el
Cauca, parece como si el gobernador Temístocles Ortega estuviera solo. Dos
senadores en actitud patética enfrascados en discusiones sobre quien impidió o
no que se construyera la obra de Brazo Seco. ¿Y los demás congresistas?
¡Soledad!
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