MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
El Premio Nacional de Paz que
recibe postulaciones hasta el 12 de octubre, pretende reconocer a personas y
organizaciones que realicen gestiones para “la reconciliación, el respeto por
la diferencia y la reconstrucción del tejido social”; y de esa manera
“fortalecer la democracia y la justicia”.
En este país donde la paz es una
caja de reblujos y la sangre de millones de inocentes es rio de impunidad,
donde la violencia urbana y rural amedrenta, donde la guerra de brutos contra
estúpidos es diaria desde 50 años, donde las empresas de la salud realizan el
genocidio más grande de la humanidad con anuencia del Estado; donde el
terrorismo de las mafias se salió de madre, donde se educa para todo menos para
la convivencia… cualquiera podría pensar que un premio de paz, es un chiste.
Un gesto de paz por aquí es casi
un milagro entre la paja y el estiércol, un sueño infantil. En Colombia,
trabajar por la paz te convierte en objetivo militar de brutos con pistola, y
soñar con la paz es casi un delito. Pero es allí, justamente allí, donde este
premio tiene un valor impresionante. El que se lo gane de verdad es un héroe
mundial, y buscando entre la maleza y la chamiza, tenemos gente para ello.
Como la convocatoria dice que
todos podemos postular a quienes a nuestro saber y entender hacen la
diferencia, desde esta tribuna, quiero candidatizar a un médico que hace las
veces de columnista de prensa regional y tiene un programa de radio en una
emisora en el departamento del Cauca. Se llama Fabio Arévalo Rosero. Para
algunos un soñador, para otros un loco, para la mayoría una especie de bicho
raro que se dedica con tesón y creatividad a construir desde la palabra
positiva ciudadanos mejores.
Este médico pastuso, deportista,
comunicador y escritor, que da conferencias sobre ciudades saludables con
movilidad sostenible, que imparte cátedra sobre desarrollo humano y salud
pública, todos los días desde la radio riega semillas paz, optimismo y
esperanza. Su actitud es un ejemplo de cómo se debe actuar y trabajar desde la
prensa para la paz en un departamento como el Cauca que vive en la miseria, la
guerra y los conflictos más lunáticos del país. Este médico, desde mi opinión,
es un visionario que contra toda lógica y contra muchos incrédulos, asombra por
su optimismo, esperanza y lucidez.
Si no le dan el premio, mi
reconocimiento y mis respetos para alguien que hace radio inteligente y de
manera divertida, pero sobre todo, que enseña a sus oyentes a buscar la
felicidad y el bienestar. Un hombre así es que necesitan las grandes cadenas
nacionales y los mejores periódicos del país. Alguien que nos dice sin decir,
que todos podemos marcar la diferencia y poner un granito para la paz sin
necesidad de ir a la guerra, y desde el sitio donde estamos parados, siendo lo
que somos.
Ver Convocatoria Premio Nacional
de Paz: http://www.fescol.org/
Marco Antonio Valencia Calle
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