lunes, 17 de septiembre de 2012

HABLANDO DE SANTOS


Reinel Gutiérrez

Abordando un poco el tema religioso, hay que decir que la humanidad no ha abandonado la fe, la esperanza, y cada día aumenta el número de creyentes que colma los templos.

Vale la pena preguntarse si esto era mas válido en los tiempos remotos que en los modernos, porque ahora no sucede lo que antes ocurría, o sea llovía maná y se multiplicaban los peces y los panes para calmar el hambre de los necesitados.

En las reuniones se agotaba la bebida y el agua era convertida en vino para que la fiesta continuara hasta el amanecer. Ocurrían resurrecciones, pues los que habían muerto retornaban a su auto-dinamismo.

Con una varita mágica se podía abrir el mar de par en par, y si alguno era tragado por una ballena, lograba salir de allí y continuar viviendo.

Además, era fácil contactarse con el de arriba, pues una vez era solicitado, empujaba las nubes a un lado y asomaba su rostro para ver qué se ofrecía.

¿Por qué no pasa esto ahora, y nunca alguien se volvió a convertir en santo, para invocarlo como sucedía antes? ¿Será que ya se llenó el cupo, y cualquier Anatolio por muchos méritos que haga no llega al trono en los altares? La fe de ahora es distinta, porque es convertida en negocio, o sea una industria sin chimeneas que enriquece a los más vivos.

Los únicos santos que tenemos son Juan Manuel, Francisco, Enrique y unos mas por allí, pero no son milagrosos, y a pesar que vociferan promesas y halagos, nunca podrán decirle al pueblo desvalido "levántate y anda".

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