JOSE LOPEZ HURTADO*
El Profeta Muhammad, a su muerte, había establecido al Islam como
una fuerza social, política y religiosa y logrado unificar a Arabia,
consiguiendo en la actualidad que su credo sea profesado por más de mil
millones de seguidores en el mundo, el segundo después del catolicismo.
El ingrediente esencial del expansionismo islámico contenido en el
libro sagrado del Corán, (“luchen y asesinen a los paganos donde los encuentren
y aprisiónenlos, sítienlos y acéchenlos en toda estratagema (de guerra) (9:5). Quítenles
la cabeza y arránqueles las yemas de los dedos (8:12)”, y la misma prohibición
del uso de imágenes, por considerar que éstas “tienden a volverse más
importantes que el concepto que representan”, parecen ser los instrumentos que
explican y que siempre están presentes en las intermitentes jornadas de terror
a las que someten al mundo.
Los ataques recientes en Túnez, Libia, Sudán, Líbano, Egipto y
Yemen, entre otros, a raíz de la publicación del provocador vídeo "La
inocencia de los musulmanes", ha reactivado el sentimiento anti americano y
anti occidental, con fines, dicen algunos especialistas, más políticos que
propiamente religiosos.
Cuando era claro que el mundo musulmán parecía, a través de los
levantamientos populares que reclamaban democracia y dignidad de la Primavera Árabe,
haberse reivindicado de su trágica historia de miseria, dictaduras militares,
satrapías, bajos niveles culturales, represión sexual, etc. la desproporción de
la respuesta al insulto al Profeta, insinúa necesariamente la participación de fuerzas
reaccionarias, cómplices o rivales, al proceso de acomodación del mundo árabe y
a las reformas proyectadas en el orden geoestratégico y en el local de esos países.
Esa es una de las falencias, argumentan algunos analistas, que
trajo consigo la Primavera Árabe: permitir la apertura de espacio político a
facciones radicales, como en Egipto con los salafíes, que añoran volver a las
fuentes primitivas del dogma islámico, rechazando los beneficios del avance de
la ciencia actual, abandonando las pertenencias materiales y lo que es peor,
usando la violencia como medio y fin último, para conseguir los fines
religiosos en defensa de la fe.
Así pues, que detrás de la indignación por el irrespeto al
Profeta, lo que parece estarse utilizando es la coyuntura por parte de ciertos
grupos radicales para expresar su profunda animadversión al mundo occidental y
a Estados Unidos, más que por motivos que tengan que ver con las razones de fe.
No parece importarles el ejercicio de la democracia que fue alcanzada tras sangrientas
jornadas de alzamiento populares en algunos de ellos, ni tampoco desean
apostarle a buscar mejores condiciones de vida en otros países de la región,
condenados al ostracismo económico, social y también político, desde tiempos inmemoriales.
* Analista Internacional, colombiano.
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