lunes, 28 de enero de 2013



“MEJOR NO EXPLOTAR QUE PERDER LA RIQUEZA ENTERRADA”


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano

“Si todos los factores se consideran,
de pronto puede resultar que es más rentable
dejar esos recursos enterrados que explotarlos”.
 Nicholas Stern, experto inglés en Cambio climático.

Con bombos y platillos el gobierno con el bonachón MinAmbiente declaró en días pasados el Páramo de Santurbán en una extensión de 11.700 hectáreas como Parque Natural Regional.* Fue un golpe de opinión que en parte conmocionó a algunos sectores cercanos a quienes allí explotan la minería y ciudadanos que los secundan. Se entendía que tales terrenos nunca se tocarían y se protegerían de todo mal y peligro.

Sin embargo, la realidad es otra. Primero, la compañía canadiense Greystar no existe nominalmente pues su razón social cambió. Pero sus representantes con Eco-Oro, el nuevo nombre siguen explotando las 150.000 hectáreas que conforman el Páramo santandereano. No todo el Páramo fue protegido, y además, la explotación permitida sigue amenazando su integridad cuando se dice se realizará en forma subterránea.

En realidad, la medida discutida y parcial, encubre una falacia. Sí, pero no se protegerá el Páramo. Se explotará por debajo y tal vez de inmediato no se notará el despojo ni el hueco. Pasará lo que se hace con un huevo: por un pequeño orificio de sacan la yema y la clara y el cascarón quedará entero. A simple vista nadie notará que ya no hay huevo. Solo la apariencia.

Cómo nos maquilla el gobierno la realidad. Tal declaración tan honrosa, ante los ojos del ciudadano raso, desde lejos y en su ingenuidad macondiana, se tendrá como un paso atrás en las concesiones a la explotación y su consecuencia a la contaminación y despojo de la riqueza de los recursos hídricos y de flora y fauna de la región.

Los acueductos de los municipios vecinos se verán perjudicados por la contaminación o, peor, por la ausencia de aguas necesarias para el consumo de poblaciones tan grandes como las de ciudades como Bucaramanga y otras que se surten de esas fuentes. El ambiente perderá su natural humedad y las temperaturas se elevarán aún más.

Algunos podrán decir que los cardos, florecillas, helechos y frailejones no son rentables, que no nos sirven en la ciudad. Que no importa que se acaben. Que allá no hay agua y no se ven ríos. Que allá quedarán la humedad y el frío. Pero, por algo muy precioso es que están peleando y amenazando los mineros avarientos de llevarse nuestros tesoros ocultos. Hasta están acudiendo a artículos en los tratados del TLC con Canadá para amedrentar a los vecinos y al gobierno.

Allí debajo de la tierra, a escasos metros de los dientes de las retroexcavadoras está el oro, el níquel, el carbón que ellos trafican y por los que pagan la suma irrisoria del 4% como regalías. Tanto daño para la salud y la riqueza ambiental y tan poco pago y tanto lucro que se llevan para capitalistas extranjeros que no invierten sino para dejar pobreza y desolación en nuestros suelos. No son, al fin y al cabo, inversionistas que nos dejen su ingenio y buenos sueldos a los trabajadores, sino despojadores a sueldo con maquinaria infernal a su servicio.

La mal llamada locomotora minera es un desolladero de nuestras selvas, montañas, ríos y un juego de ilusionismo para el ingenuo trabajador que pone la mano de obra más barata de América. Seguimos siendo parte de un Continente explotado y colonizado por la política oficial y los llamados inversionistas extranjeros que encuentran aquí un nuevo Dorado en páramos, ríos y montañas.

¿En dónde está el flamante Defensor del Pueblo y Presidente de la Comisión de Árbitros de la Federación Colombiana de Fútbol?*

28-01-13              10:20 a.m.

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