martes, 29 de enero de 2013



A CONQUISTAR MÁS A COLOMBIA


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano

Montado sobre la Virgin-Mobile, como bucanero moderno, llegará muy pronto el caballero del Reino Unido, Richard Branson. No es un caballista antioqueño con carriel y ruana ni un folclórico señor que le haga pareja a la italiana Donna è mobile de Verdi.

Es un lord de cara pálida y resuelta y cabellos rubios sueltos. Su mirada hacia lo lejos y la frente en alto en la pose de la foto indican que es un ejecutivo de alta gama, como dicen los coroneles que conocen de negocios y de carros.

Vendrá otro inversionista deslumbrado por la cantidad de pequeños negocios de esquinas y burbujas en centros comerciales que venden cascarones, adornos, iPods, móviles y tablets. Es el negocio que más llena el momento generacional de jóvenes, políticos, itgirls, hipters, gomelos y otras tribus urbanas.

Y el olfato de estos inversionistas en mano de obra criolla le hizo doler la nariz de tanta ganancia posible. Acudirán ante su miel olorosa miles de curiosos y caerán en la red. Abrirán sucursalitas, “negocios propios” y empezarán a sentarse en una mesa de cristal a esperar los clientes.

Pasarán las horas y venderán minutos de movistar mientras el tiempo pasa y la edad se aleja. Se volverán muy viejos y la veta de oro jamás aparecerá. Recogerán monedas y llenarán marranitos para ahorrar para un viaje o comprar algún día carro, igual que la joven lechera que contaba vacas y toneles llenos de leche para comprar un día casa y tener hijos.

Y al dichoso Lord nunca le darán la mano porque nunca aparecerá más que en la foto que hoy cedió a Semana.com para que le hiciera merchandising y le creara fama. ¿De qué le sirvió a su esclavo estudiar en la U costosa economía o ingeniería o sistemas? ¿Para servirle a un galán de ojos azules y cabellos de oro? Todo porque un señor de color de la tierra nunca le ofreció un negocio, jamás le dio puesto decente en su fábrica o sencillamente porque aquí en Locombia muy pocos hoy son los sitios donde un compatriota es dueño visible de una industria o ha montado un hotel de cuatro estrellas… y tiene a mucamas luciendo sus dientes con lo justo en el bolsillo.

Y seguirán llegando en jets personales los magnates y los representantes de los jeques a llevarse a nuestros jóvenes y nuestros tesoros. La fuerza laboral, nuestro ejército de mujeres hermosas y muchachos llenos de vigor que solo pueden conseguir una migaja de lo que suelta el puño de los grandes y cacareados inversionistas extranjeros. Llenarán el marranito vacío que traen en su valija y cuando lo llenen se volverán dichosos al país de la Torre del Reloj o del Cristo de Corcovado.

Locombia se ha convertido en un gran hervidero de promesas humanas con título de garaje, educadas para vender los productos que vienen en los containers del TLC. En las grandes ciudades y en los villorrios día a día se levantan con estacas de madera puestos de venta de estos aparatos mágicos con audífonos de diadema para que jovencitas y niños de escuela luzcan con cara de gringo o de turista y desgranen con sus pulgares mensajes desde esta tierra que no descubrió Colón ni conquistó Quesada ni Robledo ni Belalcázar, como dijo una vez Henao y Arrubla.

29-01-13                                              10:05 a.m.

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