JOSE LÓPEZ HURTADO*
Pareciera, con cada vez mayor frecuencia, en muchos casos, que los
adelantos científicos que hemos alcanzado en el siglo XXI, se confabularan
contra la generosa condición de la mujer, estropeando su dignidad y vulnerando,
en materia grave, su maravillosa arquitectura orgánica, generadora de vida.
En otros, prácticas primitivas, de épocas de barbarie, que se
pensaban superadas, atentan contra su dignidad y más íntimos derechos.
En Perú, durante la segunda mitad de la década de los 90, en el
gobierno de Fujimori, más de 300.000 féminas indígenas fueron sometidas a
campañas de "esterilizaciones forzadas”, las que, según investigaciones posteriores,
se hicieron vulnerando sus derechos fundamentales en 9 de cada diez casos, al
no contar con su autorización, y en medio de una formidable campaña oficial de
manipulación de la opinión pública.
Según un informe de "Le Monde Diplomatique", la ligadura
de trompas, fue financiada por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo
Internacional (USAI), en 36 millones de dólares, siete veces más que el segundo
donante, el Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Como en la peor de las réplicas de los hornos crematorios nazis,
las indígenas eran anestesiadas contra su voluntad y luego operadas, en algunos
casos con resultados fatales.
A quienes tuvieron el valor de denunciar lo que ese régimen
denominó "Festivales de las ligaduras de trompas”, se les acusó de ser
agentes de la subversión.
Entre tanto, por éstos días, se conoció en Colombia sobre brutales
casos de ablación al interior de la comunidad indígena Embera chamí, práctica
de la cual son víctimas en el mundo, según Unicef, cerca de 140 millones de niñas,
sobre todo en Asia y África.
La criminal costumbre que se practica a los pocos días de nacida,
significa una mutilación del clítoris, y es a todas luces, una cruel violación
a los derechos humanos, sexuales y reproductivos de niñas y mujeres. Costumbre
ancestral indígena, de profunda raigambre machista, al considerarse que esa es
la única manera de asegurar la virginidad de la mujer y a que "es el
hombre el único que tiene derecho a sentir placer" (sexual).
La propia comunidad Embera, apenas, acaba de reconocer que pueden
ser cientos las niñas que han muerto como consecuencia de la práctica, la cual
se hace a carne viva y con cualquier rudimentario instrumento.
Pero ese mundo sórdido al que se ha desplazado a la mujer, sin
ninguna consideración a su dignidad, a su libre albedrío, y a su misma
intimidad, no termina ahí.
En 2008 la World Association for Cancer Research (WACR), y la
Revista Discovery Salud de España prendieron las alarmas sobre las serias
irregularidades relacionadas con la aplicación masiva de la vacuna contra el
cáncer del cuello del útero, al señalar (que) "reitera públicamente que
tal acción no se justifica ni medica ni científicamente, porque ni se ha
probado que sea eficaz, ni es cierto que impida a las vacunadas contraer en el
futuro cáncer cérvico-uterino, ni hay estudios que avalen su seguridad. Antes
bien, hay datos suficientemente alarmantes, para aplazar esa decisión cuya
urgencia no se justifica en absoluto".
Es la misma vacuna contra el virus del llamado Papiloma Humano
(VPH), con una inversión superior a 26 millones de dólares, que se ha previsto
aplicar a más de 400.000 niñas colombianas, y que según algunas voces, sólo
pretende aumentar las jugosas ganancias de las multinacionales farmacéuticas, contrario-sensu
a los defensores de la misma, como el Instituto Nacional del Cáncer, que señala
que las vacunas Gardasil y Cervarix, han recibido la aprobación de la Administración
de Alimentos y Drogas de los E.U.(FDA).
Pero es que además de las implicaciones médicas y éticas del asunto,
caben otras consideraciones de orden legal, en lo que se refiere al
consentimiento de las menores o de sus padres, para el suministro de las vacunas,
que por razones de espacio no alcanzan a tratarse.
Son apenas algunos escenarios del trato indigno al que se está
sometiendo a nuestras mujeres, que sin embargo, siguen luchando por el respeto
al que tienen derecho. Como el reciente caso de la valiente menor de quince
años, Malala, agredida por defender el derecho al estudio de las niñas de su
natal Pakistán. A la mujer... ni con el pétalo de una rosa.
·
Analista Internacional, colombiano.
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