domingo, 11 de noviembre de 2012

MUJERES, TESORO PROFANADO


JOSE LÓPEZ HURTADO*

Pareciera, con cada vez mayor frecuencia, en muchos casos, que los adelantos científicos que hemos alcanzado en el siglo XXI, se confabularan contra la generosa condición de la mujer, estropeando su dignidad y vulnerando, en materia grave, su maravillosa arquitectura orgánica, generadora de vida.

En otros, prácticas primitivas, de épocas de barbarie, que se pensaban superadas, atentan contra su dignidad y más íntimos derechos.

En Perú, durante la segunda mitad de la década de los 90, en el gobierno de Fujimori, más de 300.000 féminas indígenas fueron sometidas a campañas de "esterilizaciones forzadas”, las que, según investigaciones posteriores, se hicieron vulnerando sus derechos fundamentales en 9 de cada diez casos, al no contar con su autorización, y en medio de una formidable campaña oficial de manipulación de la opinión pública.

Según un informe de "Le Monde Diplomatique", la ligadura de trompas, fue financiada por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAI), en 36 millones de dólares, siete veces más que el segundo donante, el Fondo de Población de las Naciones Unidas.

Como en la peor de las réplicas de los hornos crematorios nazis, las indígenas eran anestesiadas contra su voluntad y luego operadas, en algunos casos con resultados fatales.

A quienes tuvieron el valor de denunciar lo que ese régimen denominó "Festivales de las ligaduras de trompas”, se les acusó de ser agentes de la subversión.

Entre tanto, por éstos días, se conoció en Colombia sobre brutales casos de ablación al interior de la comunidad indígena Embera chamí, práctica de la cual son víctimas en el mundo, según Unicef, cerca de 140 millones de niñas, sobre todo en Asia y África.

La criminal costumbre que se practica a los pocos días de nacida, significa una mutilación del clítoris, y es a todas luces, una cruel violación a los derechos humanos, sexuales y reproductivos de niñas y mujeres. Costumbre ancestral indígena, de profunda raigambre machista, al considerarse que esa es la única manera de asegurar la virginidad de la mujer y a que "es el hombre el único que tiene derecho a sentir placer" (sexual).

La propia comunidad Embera, apenas, acaba de reconocer que pueden ser cientos las niñas que han muerto como consecuencia de la práctica, la cual se hace a carne viva y con cualquier rudimentario instrumento.

Pero ese mundo sórdido al que se ha desplazado a la mujer, sin ninguna consideración a su dignidad, a su libre albedrío, y a su misma intimidad, no termina ahí.

En 2008 la World Association for Cancer Research (WACR), y la Revista Discovery Salud de España prendieron las alarmas sobre las serias irregularidades relacionadas con la aplicación masiva de la vacuna contra el cáncer del cuello del útero, al señalar (que) "reitera públicamente que tal acción no se justifica ni medica ni científicamente, porque ni se ha probado que sea eficaz, ni es cierto que impida a las vacunadas contraer en el futuro cáncer cérvico-uterino, ni hay estudios que avalen su seguridad. Antes bien, hay datos suficientemente alarmantes, para aplazar esa decisión cuya urgencia no se justifica en absoluto".

Es la misma vacuna contra el virus del llamado Papiloma Humano (VPH), con una inversión superior a 26 millones de dólares, que se ha previsto aplicar a más de 400.000 niñas colombianas, y que según algunas voces, sólo pretende aumentar las jugosas ganancias de las multinacionales farmacéuticas, contrario-sensu a los defensores de la misma, como el Instituto Nacional del Cáncer, que señala que las vacunas Gardasil y Cervarix, han recibido la aprobación de la Administración de Alimentos y Drogas de los E.U.(FDA).

Pero es que además de las implicaciones médicas y éticas del asunto, caben otras consideraciones de orden legal, en lo que se refiere al consentimiento de las menores o de sus padres, para el suministro de las vacunas, que por razones de espacio no alcanzan a tratarse.

Son apenas algunos escenarios del trato indigno al que se está sometiendo a nuestras mujeres, que sin embargo, siguen luchando por el respeto al que tienen derecho. Como el reciente caso de la valiente menor de quince años, Malala, agredida por defender el derecho al estudio de las niñas de su natal Pakistán. A la mujer... ni con el pétalo de una rosa.

·         Analista Internacional, colombiano.

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