domingo, 11 de noviembre de 2012

¿DIEZMOS U OFRENDAS?

Por el padre Edwar Gerardo Andrade Rojas
Párroco Iglesia La Trinidad, Santander de Quilichao

 “Pues del Señor es la tierra y todo cuanto contiene” (1 Corintios 10, 26).


En Primera Crónicas 29, 11-12 leemos “¡Tuyos son Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el dominio y la majestad! Porque todo lo que hay en el cielo y en la tierra es tuyo. Tuyo es también el reino, pues tú, Señor, eres superior a todos. De ti vienen las riquezas y la honra. Tú lo gobiernas todo. La fuerza y el poder están en tu mano, y en tu mano está también el dar grandeza y poder a todos”. Entendemos que todo lo que existe en el universo pertenece a Dios. Él es el dueño absoluto. Todo lo que vemos no existía y por el poder de su Palabra fue creado (Génesis 1, 1-2). Así que la fuente de nuestros recursos está en Dios y es Él quien los posee verdaderamente. En Génesis 1, 26-28 se encuentra la siguiente verdad: “... ahora hagamos al hombre. Se parecerá a nosotros, y tendrá poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y los salvajes, y sobre los que se arrastran por el suelo. Cuando Dios creó al hombre, lo creó parecido a Dios mismo; hombre y mujer los creó y les dio su bendición: tengan muchos, muchos hijos, llenen el mundo y gobiérnenlo; dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se arrastran”. Vemos que Dios en ningún momento dio al hombre posesión, sino que lo nombró administrador, así que somos los mayordomos de su creación. El administrador tiene a cargo los negocios de su patrón y maneja sus bienes, pues el dueño deposita en él su confianza

Evitemos confundir la ofrenda con el diezmo, porque son diferentes. Las ofrendas son donaciones voluntarias que hacemos a Dios como agradecimiento por las bendiciones recibidas, sean espirituales, afectivas o materiales. En la palabra de Dios vemos ejemplos de cómo el hombre presentó ofrendas a Dios. Abel presentó lo mejor de sus ganados como ofrendas “También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación” (Génesis 4, 4). Noé edificó un altar al Señor y ofreció animales puros como sacrificio “Noé construyó un altar a Yahveh, y tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar. Al aspirar Yahveh el calmante aroma, dijo en su corazón: nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque las trazas del corazón humano son malas desde su niñez...” (Génesis 8, 20-21).


Según el Antiguo Testamento y la mentalidad judía, a diferencia de las ofrendas que con voluntarias, el diezmo corresponde a Dios por obligación. Abrahán pagó el diezmo a Melquisedec entregándole la décima parte de lo que llevaba Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo...” (Génesis 14, 18-20). Jacob lo reconoció cuando dijo: “y siempre te daré, oh Dios, la décima parte de todo lo que tú me des” (Génesis 28, 22). Dios establece en la ley el diezmo “El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es de Yahveh; es cosa sagrada de Yahveh...” (Levítico 27, 30-32). En el Nuevo Testamento el Señor nos enseña a pagar tributos al templo para sus necesidades (Mt 17, 24 - 27). También recordemos que la Iglesia establece en su quinto mandamiento: “Pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios”. Es necesario colaborar para el sostenimiento de los Ministros del culto, la obra evangelizadora y pastoral, además de las actividades concretas que se realizan para socorrer a los más necesitados.  La verdad es que estamos acostumbrados a recibir pero no a dar y la Palabra enseña  que hay más alegría en dar que en recibir “En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hechos 20, 35). Tengamos en cuenta que los judíos exigían el diezmo, según las disposiciones contenidas en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento no encontramos que Jesucristo o sus Apóstoles lo exigieran obligatoriamente a los discípulos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario