domingo, 10 de febrero de 2013



SER PERIODISTA ES OFICIO Y VIDA


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano

“El verdadero periodismo es intencional, a saber:
aquel que se fija un objetivo
y que intenta provocar algún tipo de cambio.
No hay otro periodismo posible.”
Ryszard Kapuscinski

El mundo ha adoptado el 9 de febrero como día del periodista. O sea, de quien capta con sus sentidos los acontecimientos cumbre que momento a momento va ofreciendo el tiempo. El periodista se los arranca al reloj, al instante por medio de una cuartilla que garabatea o por medio de la cámara indiscreta que es capaz de registrar lo que el ojo despistado o ciego no ve.

Al periodista los hechos, tozudamente, los esperan en su lecho fresco, recién se producen. O, permanecen ocultos al vulgo para que él los recoja como a huérfanos o mendigos. Así como al poeta se le aparecen fantasmas, escenas dantescas o cupidos con sin carcaj o al médico le llegan enfermedades o recetas, al periodista lo acosan las noticias, las chivas con barba y las ridiculeces de la vida.

Para ser periodista no hizo falta nunca que alguien pusiera un rótulo en su frente con el aviso de que tiene olfato refinado para percibir el olor a nuevo en las cosas que suceden ante sus narices. Tantos periodistas se han ganado un putlizer solo por tener al lado un lápiz, un teléfono o una página que le abra el sésamo de la oportunidad. Y poseer ese minúsculo tornillo lo convierte en mago que descubre realidades ocultas tras un pañuelo.

Sin embargo, ser periodista no es solo poder decir cosas agradables o desagradables por medio del recurso de la palabra o la imagen. Es sentir que una avispa entierra su aguijón e invita a pronunciarse sobre un suceso o a recrear con una foto o una caricatura. En vigilia, cuando comienza el sueño o cuando la mañana abre la ventana del día alguien se alboroza porque encontró una rama para colgarse y balancearse, porque hasta él llegó el hálito sagrado de la inspiración en un suceso o una terneza, al parecer trivial, que debe publicar.

Los novelistas o poetas muchas veces han dicho que los sobrecoge encontrarse a bocajarro con la página en blanco. Mas a ellos les llega la inspiración aunque tengan los ojos entrecerrados. Al periodista la vida no le alcanzará para andar a la caza de la noticia, de aquello que hará asombrar, dar rabia, alegrarse. Como Sherlock Holmes deberá tener los ojos bien abiertos y salir a la calle a perseguir con atrapamoscas y lupa los hechos que van surgiendo de la tierra, sin la cortapisa de una línea editorial. Esa es la materia prima de su escritura y de sus registros.

La vida que bulle ante él se convierte en su vida, el oficio se convierte en vida porque si no fuera por él muchas cosas morirían en el olvido o la desidia. Él sabe que sus escritos harán renacer esperanzas, refrescarán la memoria, harán saltar de gozo o algunos podrán sufrir porque le pisaron sus callos o descubrieron el caldo de pus que cocinaban en sus guaridas.

Para quienes el hambre nos llega por los ojos y los oídos, aunque no nos llenan el estómago las palabras que escribimos, escribir es un elíxir que nos nutre todos los días la boca de nuestros poros.

Ese oficio de escribir un poco la historia de nuestro pequeño mundo gratifica y nos hincha el pecho de satisfacción. Ese oficio no es un trabajo obligado ni se nos paga por vivir con esa urticaria que nos agita.

Cada día que pasa es para el periodista una fiesta pues le ofrece lo único que necesita para sentir que está vigente: los hechos que desean caer en nuestra red.

Felicitaciones, a todos los colegas. Alzo mi copa de palabras y brindo con todos los que llenamos las páginas con nuestras historias, sean de paz o de presagios.

10-02-13                            11:10 a.m.

No hay comentarios:

Publicar un comentario