martes, 12 de febrero de 2013

Mátese primero júzguese después: Django desencadenado


así como los comerciantes de esclavos trafican con vidas a cambio de efectivo, un caza recompensas trafica con cadáveres. Cuando el Estado ofrece una recompensa por la cabeza de un hombre, lo busco hasta encontrarlo, lo mato y luego llevo el cadáver de ese hombre a las autoridades, a veces es más fácil decirlo que hacerlo. Muestro el cadáver a las autoridades, así pruebo que sí lo hice, que realmente lo maté. En ese momento, las autoridades me pagan la recompensa. En fin, al igual que la trata de esclavos, es un intercambio de cuerpos por dinero
Dr. King Schultz
Por: John Harold Giraldo Herrera
Periodista y Docente universitario
John.giraldo.herrera@gmail.com

La vieja ley del oeste cobra dimensiones de cinismo y parodia en la nueva película del maestro de la ultraviolencia y el kitsch, Quentin Tarantino. Su nuevo artefacto es tan incómodo que causa gusto y satisfacción, pero es tan burlesco que su ideario político queda establecido entre la ironía y la espectacularidad. La ley hecha en manos de ajenos, no por la propia justicia sino por los caza recompensas es ya un principio fundacional del establecimiento de la democracia en los Estados Unidos, pero esa estratagema puesta en una época donde la esclavitud era vanagloriada por el estado, de cierto modo produce escozor ya que la justicia la impone uno que antes fue esclavo. Ahora caza blancos, monta a caballo y es temido por su imperiosa necesidad de igualdad y porque en su mirada se presiente un aire de venganza.

Django, el negro liberado es un dispositivo para generar opinión. Quienes crean que están observando sólo una película del Oeste, y disfrutando de una narración ágil, con un ritmo frenético, llena de momentos climáticos se quedarán solo con la espectacularidad y reducen la cantidad de elementos simbólicos y sugerentes sobre la sociedad; sobre todo es una película que cuestiona a la que es considerada la panacea de las civilizaciones, y lo hace con igual modo de frenetismo como si fuera el propio Django tratando de ir en la búsqueda y liberación de su amada. Es así como pienso que Tarantino es una especie de Espartaco, un Django que se autoliberó para entregarnos sus grilletes y decirnos que los soltemos cuando exploramos sus películas. Lo obtenido del ejercicio es desarrollar unas sensaciones y deseos tanto opuestos como de festejar lo que vemos.

Django es una película con una trama de amor. Al liberarse, más bien al ser liberado por un blanco hace lo que sea para que pueda conseguir reunirse con su esposa, a quien ama y espera también soltarle las amarras impuestas por una sociedad traficante de la vida. Nos divertimos viendo cómo se aplica el principio de matar y luego explicar las razones de haber fusilado. Se mantiene la consigna de que si algo le debe a la justicia, entonces esta pone un precio para que se haga valer su imperio, no importa si es cierto o no lo que debe como tampoco la manera de imponer el poderío de castigo sobre quienes infringen las reglas de una sociedad, entonces resultan los defensores de la justicia, quien con un papel pueden decidir la vida del otro.

Tarantino goza de hacer películas para entretener masas y para cautivar críticos. Pocos pueden obtener tal dicha. Las taquillas suben con Django, y quienes hacen las veces de valorar y proponer unas ideas para juzgar lo realizado sienten que se logra una alianza entre hacer un producto espectacular con unos sentidos correspondidos, fieles a una intención. Es decir, resulta más fino y crea mayor atención un mensaje hecho con cinismo que uno con obviedad moralizante.  Si comparamos: Spielberg con su película Lincoln, propone un filme cuya idea es mostrar lo grande de una civilización y lo difícil de llegar a una democracia. En cambio Tarantino no habla sobre la democracia, menos de la civilización, pero las refiere, las enmarca, les da un tono político y por tanto un marco social con una visión, el cinismo, propio de lo que es ese contexto.

La barbarie se ilustra en ambas películas, una en un extremo, sin prevenciones, en la otra contada de modo pausado pero con intenciones de entregar un mensaje para el espectador. La otra lo esconde, lo pone en los intersticios, y logra calar más. Para quien lo obvie no pasa nada, disfruta, quien ate cabos y agudice la visión resultará escribiendo sandeces, quizás enumerando posibilidades de sentido, encontrando los campos simbólicos: el plano, el detalle, el encuadre, la enunciación, la escena, la elipsis, y en fin… de seguro construirá marcos para deducir esas múltiples insinuaciones, entonces, ese enigma simbólico ha hecho de las suyas, nos ha liberado de lo obvio y nos ha puesto en lo obtuso. Django ríe con la barbarie (no por el gusto sino por la ocasión), el espectador espectacularizado ha quedado sorprendido. De modo que con Tarantino sería: Vea primero, emociónese en el transcurso, racionalice después.

Ficha técnica
Año, país, duración
2012, Estados Unidos, 165 minutos
Dirección – guión
Quentin Tarantino
Fotografía
Robert Richardson
Música
Varios
Actores
Productora
Sony Pictures / The Weinstein Company
Premios
2012: Oscars: 5 nominaciones, incluyendo mejor película, guión y actor sec. (Waltz)
2012: Globos de Oro: Mejor guión y actor secundario (Waltz). 5 nominaciones
2012: Critics Choice Awards: Mejor guión original. Nominada a mejor película
2012: Premios BAFTA: 5 nominaciones, incluyendo mejor director
2012: National Board of Review (NBR): 10 mejores films y mejor actor sec. (Dicaprio)
2012: Asociación de Críticos de Los Angeles: 2º puesto para mejor actor sec. (Waltz)
2012: American Film Institute: Top 10 - Mejores películas del año
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