Detrás de una taza de café
Adriana Campo
Administradora de empresas agropecuarias
Comienza su preparación desde las entrañas de la tierra, a través de hombres y mujeres que con su laboriosidad y tenacidad le dan las condiciones propicias para producir el mejor café del mundo, y a partir de este proceso nace la cultura cafetera de la cual todos los colombianos nos sentimos orgullosos e identificados, sin embargo, hoy, para tristeza nuestra, hay una profunda crisis, que se pretende superar mediante la intermediación de la Federación Nacional de Cafeteros que hace más de 80 años fue creada para buscar el bienestar y mejoramiento de la calidad de vida de más de 563.000 familias cafeteras; pero, para sorpresa de sus patrocinadores, encontraron negligencia e indolencia en la entidad que presuntamente orientaba las políticas del grano nacional, que no tramitó un pliego de peticiones aprobado y presentado desde hace un año por el Movimiento Nacional por la Defensa y la Dignidad Cafetera, pliego que contiene sólo ocho puntos, situación que ha llevado a las más de medio millón de familias colombianas productoras de café a la inminente ruina, que de manera indirecta afecta a otro similar número de familias en el sector agropecuario del país.
Son mínimas razones para coincidir con los caficultores en sus justas reivindicaciones, que desde el veinticinco de febrero viven una encrucijada provocada por altos funcionarios y agremiaciones irresponsables, que al menor descuido de los organismos de control, o con su complicidad, se alzan con los presupuestos, dejando a nuestros campesinos con las manos vacías, o en el menor de los casos enredados con las entidades de financieras, donde han dejado en garantía la única prenda de supervivencia que tienen, su parcela.
Son ellos, lo caficultores, los que con la movilización le apuestan a la legalidad, a la paz social, con gallardía, involucrando su propia humanidad, en una paro que para infortunio del país ya deja varios muertos y un centenar de heridos, generando caos vial, escasez de alimentos, combustibles y riesgos sanitarios, mientras las autoridades educativas se ven en la obligación de paralizar las actividades escolares.
¿Dónde está el poder presidencial? ¿Dónde están los padres de la patria? ¿Dónde está la Federación Nacional de Cafeteros? ¿Acaso el paro era prerrequisito para buscar soluciones? Los cafeteros siembran progreso, sostenibilidad económica, no siembran minas antipersonales, generan empleo, no provocan desplazamiento forzado. Tampoco saquean el erario público y son, fundamentalmente, garantía de progreso nacional.
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