domingo, 24 de febrero de 2013

La realidad que no tiene administración municipal. (2)


Phánor Terán, desde Tunía patrimonio cultural del municipio de Piendamó.

La realidad cafetera es también, y sobre todo, el asunto de tierras cultivables, de necesidades de los campesinos ya sean mestizos como nos llaman, de los mismos indígenas o de la población afrodescendiente. Necesidades de terrenos, individuales y comunales que hagan posible la rentabilidad y el bienestar de la población.

El asunto y problemática de tierras para el municipio la configura la necesidad de la reserva de la cota forestal para garantizar el bosque, lo que queda de nativo, pero ante todo la protección de las fuentes hídricas que nos abastecen y que abastecerán, ojalá y así sea, a las futuras generaciones. Dicen que anda por ahí un animalejo con dos patas y chequera, tratando de hacerse a la concesión del subsuelo de nuestros cerros tutelares.

Pero ni el Concejo municipal ni la administración han podido tener dimensión, sapiencia, cojones y disposición para preservarla.

El asunto de tierras tiene que ver con la definición clara y precisa de las necesidades básicas de nuestros agricultores mestizos que necesitan una frontera agrícola y social bien definida, porque no solo los indígenas padecen de tiempo atrás la escasez, la infertilidad de las tierras que acorralados por los monopolios y los monocultivos arañan inútilmente.

El asunto de tierras tiene que ver con la relación entre los cultivos comerciales y el uso del agua, la indefinición sobre distritos de riego, y la planificación seria de una agricultura para la subsistencia, para el bienestar y para la conservación sana de la población.

El asunto de tierras tiene que ver con la necesidad de terrenos comunales para el pastoreo, pues no son pocos los campesinos que adolecen de tierras para sus ganados.

El asunto de tierras tiene que ver con la construcción cada día más peligrosa sobre terrenos de erosión sobre todos en las áreas urbanas y suburbanas, debido al crecimiento demográfico.

Y también con los espacios necesarios para la recreación y esparcimiento en los barrios, en las veredas.

El asunto cafetero es nuestro asunto y él nos revela solo la punta del iceberg de nuestras grandes desgracias sociales y que el famoso Incoder, desde el centralismo ignora y que como cualquier burócrata que se respete no hace más que abrir huecos para tapar huecos.

Por supuesto que ni la actual ni las anteriores administraciones jamás han estado preparadas porque nunca se ocupan de conocer, enfrentar y solucionar a fondo las realidades municipales.

Desgracia que nos acompaña día tras día, cuando los gobernantes improvisados van a las alcaldías y a las administraciones a aprender, a hacer la “noturna” de alfabetización a costa del presupuesto público y de la falta de entereza de la población para asumir su propio destino.

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