domingo, 24 de febrero de 2013



LA NUEVA CARA DE LAS FARC


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Loco-mbiano

La política es un veneno que se vende en botellas de whisky, entre fajos de billetes, entre un arsenal de metralla o entre matorrales de coca. Se encuentra en grandes salones vestidos de terno azul, verde o rojo, con quepis militar o montado sobre una Harley-Davidson. Da igual.

Triste la figura de la bandera blanca que se izó hace poco en La Habana, Cuba, que auguraba una esperanza de paz en Locombia. Aquí cualquier Macondo es posible. Es el mundo al revés.

Se otorgan poderes para defender al Estado a un recién y experto abogado con tarjeta de 2011. O se financian estadías con hotel, carro y salvoconducto a una comitiva para lucir gafas oscuras, en pose de altos comisionados. Y, ¿todo para qué? – Para hablar en lenguaje cifrado sobre entelequias angelicales y utopías inalcanzables.

Al comienzo el país estaba de plácemes porque el agua y el aceite al fin habían logrado el imposible físico y químico de poderse sentar en la misma mesa a entablar un diálogo cívico. Todo eran risas, venias, señas con pañuelo blanco, vino añejo y caviar. Eran unas condiciones inmejorables. De la Calle, el presidente de la Andi, Iván Márquez y toda la plantilla oficial de las Farc. La sonrisa era de oreja a oreja. La ambientación no podía augurar ni de lejos un fracaso. Todos hablábamos de optimismo, posibles abrazos, discusiones serias sobre puntos álgidos y concesiones forzosas. Algo distinto a cómo se debaten las cosas en nuestro congreso admirable.

Pero no. Parece que la cola del lobo de la política locombiana al fin aparece por debajo de la mesa. De una parte las posiciones de las Farc se hicieron inflexibles, el lenguaje del Ministro de Ofensa Nacional, la intervención del gerente de Fedegán, han logrado que el ambiente se agrie. Ni la ANLA podrá dar licencia para que se aleje la tormenta en esta Isla de la buena esperanza para que mejoren los días por venir.

Violencia con diálogo puede haber sido la estrategia tradicional de los grupos en guerrilla de guerrillas, pero es hora de cambiar la agenda y la ruta. Se necesita la voluntad política de ambos lados. Ninguno tiene la verdad cogida con ambas manos para que valga tenerlas cerradas a las concesiones. El gobierno no puede ampararse en la legitimidad para hacer prevalecer sus peticiones. Bastante ha sufrido el pueblo con la política del armamentismo y de pregonar su mejor posición. El pueblo está cansado de verse en el medio del fuego fratricida, azuzado por las fuerzas de extrema derecha.

Sería absurdo que después de haber probado las delicias de estar en la misma cama y ver que las alfombras se les extienden a sus pies, opten sus líderes por hacer alarde de lujos de motos y actitudes machistas para voltear la espalda a una situación de igualdad en la Mesa.

La prepotencia jamás ha sido buena consejera. Ceder a unas pretensiones políticas es mejor que estar perdiendo selvas, tierras, mar territorial, minas de oro y carbón y litigios internacionales. Porque aquí se estaría perdiendo, también, la oportunidad del cese al fuego bilateral, para que haya tranquilidad, para dar los siguientes pasos al armisticio y los pactos con veedurías internacionales, si es del caso, para conseguir por fin la Paz.

24-02-13                        7:12 p.m.

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