lunes, 5 de noviembre de 2012

SOLEDAD, REDES Y ZOMBIS


MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE

A finales del siglo pasado decían que la soledad se estaba comiendo a la gente, y que por culpa de ella, se estaban cometiendo las más extrañas locuras, inclusive el suicidio. Largas peroratas, con metáfora y todo, decían que era diferente andar solo que vivir en soledad; o mejor, que ser de espíritu solitario, no necesariamente obligaba a vivir solo, y otro montón de explicaciones recogidas en poemas, libros y numerosos artículos.

Cuando le preguntaron a los pensadores sobre los males del nuevo siglo, como el calentamiento climático y las pandemias (podríamos incluir allí la soledad) tipos como el argentino Ernesto Sábato, respondieron que deberíamos estar tranquilos, porque cada generación trae bajo el brazo las soluciones a sus problemas.

Y bueno, creo que para el caso de la soledad, el Sábato tenía alguna razón. Hoy en día, “la epidemia del fin de siglo” ya tiene paliativos importantes a través del internet. Es decir que la modernidad, con la astucia y la tecnología, encontraron una forma de solución para muchos alrededor del mundo.

Para no vivir solo, ni en solitario, ni sentirme aislado del mundo, hoy en día solo hace falta tener un computador con conexión a internet, y en un santiamén interactuar con miles de personas conocidas o sin conocer, sin salir de casa. Es decir que podemos seguir siendo solitarios, pero estar conectados con cinco mil personas al tiempo para hablar de lo divino y lo humano guardando la intimidad.

El asunto con las herramientas virtuales que hemos llamado “redes sociales” es que a muchos nos la pusieron en las manos sin enseñarnos a usarlas, y la cosa nos explotó como granadas. Entonces, pasamos de seres en soledad a seres adictos a la mediatización a través del facebook, el twitter y mil redes más. Y ahora, ya no vivimos en la soledad que nos permitía la creatividad, la meditación y la oración; sino que vivimos con una soledad secuestrada por la adicción a las redes sociales, donde perdemos horas, días, semanas y meses… y cuando nos damos cuenta, han pasado años. Y tiempo que se pierde no vuelve, y mucha gente, -no todos-, pierden su tiempo allí, hasta que se les consume la vida. Hay gente que ha sido educada para el uso de las redes, y a través de ella consigue cosas difíciles como trabajo, hasta asuntos trascendentales como amores, y hasta se casan. Pero no todo hacemos uso inteligente de las redes.

A los niños de hoy, se les dice nativos digitales, porque parodiando un viejo cuento de Monterroso, “cuando nacieron, el monstruo del internet, ya estaba allí”. Pero tenemos que educar para sacarle provecho a las redes y no para perder la vida allí haciendo naderías, como zombis, criaturas de la fantasía con los que, según la prensa, las juventudes de hoy, que no piensan y se la pasan frente a un teclado con la mente vacía, se sienten extrañamente muy identificados.

Marco Antonio Valencia Calle
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